Yonhy Lescano es víctima de ataques de dinosaurios políticos
En las últimas horas, desde los resultados del reciente sondeo electoral de IEP, Yonhy Lescano es víctima de una campaña de desprestigio a ultranza por parte de todos los partidos políticos, incluso por los cuadros de su propio partido, que lo ven con desconfianza, algo así como un entenado rebelde. Un cargamontón mediático que se da con mayor notoriedad en las redes sociales, donde no se perdona, ni se pasa por alto ningún detalle. Viendo esa retahíla de divulgaciones, que más allá de ser ciertas o falsas, me pregunto:
¿Será esto suficiente o apropiado para bajarlo del podio?
En esto días a Lescano se le viene atribuyendo y vinculando a varios hechos, como: ser un acosador sexual de una periodista limeña, ser defensor legal de Abimael Guzmán, ser el caballo de Troya del grupo de corruptos de Acción Popular, ser representante político de intereses chilenos, por su esposa, entre muchos otros. Sin embargo, no veo que esta acción le venga provocando una gran afectación, al contrario, esto lo ha fortalecido. Por el mismo hecho que al ser asediado y atacado tan duramente, gran parte del electorado ha puesto en debate su candidatura, lo que ha repercutido en que su imagen, hechos y declaraciones sean confrontadas y valoradas con mayor detenimiento. Y este detalle, de juicio popular, unido a su buen desenvolvimiento en los medios, más su pasado de contestatario tenaz ante los grandes capitales y dinosaurios políticos, que ha hecho que Lescano, en lugar de villano se venga convirtiendo en víctima. Es decir, el asalto político a Yonhy Lescano, si bien lo ha herido, también lo viene convirtiendo en una víctima. Y es esto último, la victimización, lo que más ha venido prevaleciendo.
¿Y qué pasa cuando es víctima? Todos saben qué es lo que sucede cuando uno ocupa el papel de víctima, pues que es defendido, apoyado, confortado y sobre todo que su palabra asume tal poder y credibilidad que la población sucumbe ante ella. Pese a todo ello, los partidos políticos, a través de una envidia muy moderna, siguen disparando a mansalva, a través de troles y otras hiervas del campo, cuanta acusación les sea posible. Ellos no entienden que Lescano no es como Keiko, donde todo lo que se dice sobre ella, no la hace víctima, sino que la vuelve más villana de lo que es. La fortaleza de Lescano radica en que pesan más sus buenas acciones que las malas. Lo que hace que la población pase por alto cada una de sus acusaciones, sean estas ciertas o falsas.
Los partidos políticos –pienso sobre todo en los que están por lo menos hasta el sexto lugar– deberían seguir el ejemplo del expresidente estadounidense Barak Obama: el mismo que a sus contendores políticos les fue quitando el atractivo electoral, no a través de insultos, sino a través de una buena estrategia comunicacional para difundir sus propuestas. Para mí, este es un terreno en que Lescano aún no se mueve bien.
En un escenario de pobreza, falta de empleo, hospitales sin oxígenos, sin médicos, incremento del costo de vida, delincuencia, corrupción, miseria y todo lo que nos muestra la televisión. Las propuestas generales y populistas no tienen mucha duración y Lescano encarna justamente esa condición.