Retorno a clases presenciales en Arequipa: ¿un acierto o un desatino?
Según el Banco Mundial [1], importantes logros alcanzados en materia económica en el Perú, hoy se han visto afectados por la pandemia del COVID-19, al punto de haber puesto en evidencia la fragilidad de los sistemas de salud y educación, entre otros. Según esta fuente, las familias más vulnerables han sufrido la pérdida de fuentes de ingresos y una mayor inseguridad alimentaria, mientras que sus hijos perdieron el acceso a los servicios públicos que les eran ofrecidos a través de la escuela. “El impacto ha sido tremendo. Se estima que las niñas y niños en el quintil de ingresos más pobre podrían perder el equivalente a cerca de un año de escolaridad ajustada por aprendizajes”.
Si bien es cierto que, hay un gran esfuerzo por la vacunación teniendo a la fecha 8,874,670 de personas vacunadas y 4,040,849 de personas que han sido completamente vacunadas, en promedio 12,43% a nivel nacional; sin embargo, no es el nivel deseado para sostener el esperado retorno a clases presenciales, menos en Arequipa, donde apenas 268,983 personas han recibido la vacunación completa, es decir 17%.
Tres razones que debe tomarse en cuenta antes de decidir el reinicio de actividades escolares de forma presencial: El lento avance en la vacunación en general y en particular hacia los maestros; la real amenaza de la tercera ola por la presencia de la variante delta; y, el insuperable informalismo ciudadano en materia de salubridad, que se evidencia ante el incumplimiento de las medidas sanitarias de prevención, el uso apropiado de la mascarilla, distancia social y lavado de manos, como fuentes de contagio. Y, si a ello sumamos, la precariedad del primer nivel de atención de salud y la casi inexistente atención en las zonas rurales, la situación resulta por demás angustiosa. Un panorama complejo para tomar decisiones apresuradas que, en vez de ser un logro podría provocar muertes innecesarias que deberían evitarse. ¿quién asume esta responsabilidad? ¿el MINEDU) ?, ¿Gobierno Regional?, ¿La Gerencia de Educación?, ¿La UGEL?, ¿El Director de la IE? Lo más probable es que nadie, como nadie ha sido declarado responsable por los miles de muertes ocasionadas por la no compra oportuna de las vacunas, la no implementación de plantas de oxígeno, etc., etc.
El Ministerio de Educación, desde su cómoda rectoría, con normas técnicas diseñadas desde el escritorio ha señalado que será un proceso gradual, previo cumplimiento de ciertas y necesarias condiciones de bioseguridad para que el retorno sea seguro, flexible, gradual y voluntario. Pero, como no existe una articulación entre los tres niveles de gobierno, nadie evalúa, mucho menos certifica cuando están dadas dichas condiciones. Así la responsabilidad es de cualquiera, menos del gobierno central, tampoco del ministerio.
Por su parte, el gobierno regional de Arequipa, debido a una notoria acefalia en la conducción de políticas públicas en materia educativa, acude a lo más simple, hacerle el coro al Minedu para el retorno a las clases presenciales, sin análisis, ni alternativa alguna, como si lo han hecho otras regiones al elaborar un currículo por emergencia ante los efectos del Covid-19, recogiendo necesidades, intereses y demandas de aprendizaje de los estudiantes, para construir aprendizajes significativos en un contexto de emergencia. La consigna parece ser, profesores vayan a las clases presenciales y punto. En fin, no se puede esperar mucho de funcionarios anodinos, que ejercen función pública de forma desmañada y sañuda, por el sólo mérito de gozar del favor político.
La UNICEF [2] ha propuesto 10 recomendaciones para el retorno a clases: 1) Desarrollar un proceso pedagógico para un escenario de retorno a clases de manera híbrida, a modo de respetar las medidas sanitarias y prevenir contagios; 2) Proveer de un dispositivo y una conexión que asegure la posibilidad de involucrarse en el proceso de enseñanza a cada estudiante, docente y asistente de la educación; 3) Garantizar recursos y condiciones para el desarrollo del proceso educativo durante 2021 y comunicar a los sostenedores disponibilidad y orientaciones para el uso de los recursos; 4) Informar de manera clara y oportuna sobre las decisiones de retorno a clases y los cambios que generan las medidas sanitarias; 5) Entregar apoyo orientado al bienestar sicológico de la comunidad educativa y realizar campañas que prioricen el bienestar socioemocional; 6) Adecuar los espacios en las escuelas para realizar actividades y ocupar el espacio al aire libre; 7) Planificar el uso de transporte, especialmente para los estudiantes, para que puedan asistir de manera presencial y para facilitar la distribución del material pedagógico a domicilio; 8) Incorporar más actividades extraprogramáticas, como arte, música, educación física para reforzar un enfoque integral en la formación de los y las estudiantes; 9) Incorporar en la toma de decisiones a todos los actores de la comunidad educativa, considerado las necesidad, experiencias y realidades locales, regionales y de cada establecimiento; 10) Monitorear el bienestar emocional de estudiantes y profesores en apoyo con la red de salud.
[1] Nota publicada en el Diario Gestión, 24 de junio de 2021
[2] Nota de prensa, 10 recomendaciones para el retorno a clases en 2021, 28 de enero de 2021