Jueves, 21 de noviembre 2024 - Diario digital del Perú

Perú: reorientar la lucha popular

Actualizado: 24 junio, 2023

Milcíades Ruiz

Perú: reorientar la lucha popular

Todo olor es característico de los objetos que lo emiten, porque son inmanentes a ellos. Por norma universal, hay olores agradables y desagradables, pues no hay nada que no tenga su contrario. El sistema capitalista dividió la sociedad en clases sociales, según capacidad económica, generando enfrentamientos automáticos entre ricos y pobres. Esta contrariedad, es inmanente a todo sistema de dominación y causa conflictos políticos. Veamos nuestro caso.

Aunque no nos demos cuenta, nuestra situación económica personal, familiar, de clase y país, está condicionada por el capitalismo. Nuestro presente y futuro, dependen del poder económico que tengamos. No puede haber ricos sin que haya pobres, porque la riqueza de unos es a costa de empobrecer a los demás. Esta contrariedad, se refleja en la vida política. Los beneficiarios del sistema, lo defienden y contrariamente los perjudicados, buscan cambiarlo.

Tenemos así, dos fuerzas tirando en sentido contrario de manera permanente, mientras subsista el sistema capitalista. Es esta bipolaridad política, la que nos ha llevado a conceptualizar como “derecha” a los beneficiarios del régimen y, a sus contrarios, como “izquierda”. Entre ambos, el centro ambivalente.

Es lógico que la derecha haga todo lo posible por mantener el sistema que los favorece. Su conducta política, es inmanente a esa condición. Lo mismo podemos decir de su contrario. Por ello, es una aberración, reclamar que los oponentes, se expresen inversamente. Si en el poder legislativo predomina la derecha, las leyes favorecerán a los suyos. Lo contrario sucedería, si la predominancia fuese de izquierda. Si no la empoderamos, seguiremos en lo mismo.

Es una aberración de la democracia, que las minorías gobiernen el país, sometiendo a las mayorías. Sucede esto, porque la predominancia del poder de las minorías ha puesto desde el pasado, un contrapeso a la balanza política. Ese contrapeso está en la normatividad del sistema político. La historia no cambiará, si no se elimina ese contrapeso fraudulento.

El eje del sistema político vigente está en el dinero. Este puede ser propio de una postulación política y, apuntalado con financiamiento ajeno, como adelanto a cuenta de compromisos pactados. “La plata llega sola” dijo un expresidente, porque es la corrupción la que pone el dinero que, hace ganar elecciones nacionales, regionales y locales.

Para postular a una alcaldía distrital, se requiere de un promedio de 30 mil dólares para gastos de campaña política. Mucho más para postular al gobierno regional y millones para la campaña política nacional. Este es el primer condicionante del fraude político, que pasa como legal. El alto costo electoral condiciona candidaturas y resultados. También los requisitos para la inscripción de partidos políticos, tiene tan alto costo que solo los adinerados pueden asumir, comprando adhesiones falsas.

De este modo, se impide la participación de partidos populares carentes de dinero y se favorece a los partidos adinerados. En esta democracia del dinero, el contrapeso fraudulento, está en toda la estructura orgánica nacional. Lograr todo lo contrario, desvinculando la dinámica política del factor dinero, es lo que corresponde a la izquierda. Es la lucha por una democracia auténtica.

Este fraude que impide el acceso al poder de la población oriunda, está desde la fundación de la república. De acuerdo a la primera Constitución de la república, los oriundos no calificaban para ser diputados, pues establecía requisitos que solo los colonialistas podían cumplir. No solo en dinero disponible, sino con requisitos segregacionistas que solo podían cumplir los “peruanos” (criollos) y, esa condición, no era de indios o “naturales”.

Durante toda la república, como ahora también, para proteger el sistema de dominación, ante la ira popular de los oprimidos, se recurre al ejército que, es el que más rebeldes ha eliminado y cuyos oficiales no tienen reparos en ordenar la matanza de quienes no son de su alcurnia. Por esta razón, se estableció entre otros requisitos excluyentes, la talla mínima para la oficialidad de las fuerzas armadas, de tal modo que los oriundos no pudieran acceder a los mandos militares.

Hay pues una serie de ataduras discriminatorias del “seguro” que protege el sistema frente a sus contrarios. Romper estas cadenas, está en la agenda de lucha popular. Pero hay que tener en cuenta que, en toda confrontación bipolar, se busca la victoria debilitando la fuerza contraria y fortaleciendo la propia. En la estrategia política, se ubican los puntos débiles del oponente, para derrotarlo, ganando espacios hasta la victoria final.

En este sentido, desdinerando el sistema político, se estará debilitando a la derecha y automáticamente se fortalece la izquierda. Pero no deberíamos atacar al enemigo donde somos débiles y el oponente es fuerte. La última jornada de protesta popular es aleccionadora. Los que han perdido terreno han sido los reclamos populares. Tenemos pues que posesionarnos de los lugares en que nosotros somos más fuertes, y débil el enemigo.

Con el auge de la protesta popular y ante el temor de que siga creciendo, el Parlamento estuvo dispuesto a adelantar las elecciones y a atender el pedido de nueva constitución. Al desactivarse la presión popular, los derechistas han ignorado todo lo que ofrecieron y proceden arbitrariamente porque no hay resistencia alguna. Es la derecha la que ha ganado predominancia, debilitando a la izquierda.

Tenemos que luchar con inteligencia y no con arrebatos irracionales. Los poderosos están mayormente en la capital, en las grandes ciudades. Pero en los pueblos del interior del país no tienen poder, son débiles y la fuerza popular es fuerte. Es en este nivel que podemos fortalecernos y predominar políticamente para ir creciendo. Pero también, hay puntos débiles de la dominación en el terreno social y, allí podemos derrotarlo ganando espacio.

Enarbolar las aspiraciones populares puede ayudar a recuperar terreno y crecer políticamente. Podríamos plantearnos, ¿Es justo que el campo esté segregado en el poder legislativo exclusivo de la ciudad? El crecimiento económico del país, depende de la actuación de los sectores que aportan al PBI nacional. De esto depende el empleo, salarios, presupuesto nacional, salud, educación, etc. ¿Estos sectores están representados en el Parlamento?

También, podríamos plantear las elecciones primarias a nivel distrital, con régimen electoral local propio, para contrarrestar el contrapeso fraudulento del dinero. Y así, podríamos enarbolar muchos derechos negados a los sectores populares, para desarrollar una estrategia que reste poder a los dominadores. El poder popular a nivel provincial vendrá con el triunfo a nivel local y distrital. Empoderar a los oprimidos es crucial para avanzar hacia una sociedad equitativa.

Lo dicho, es una opinión discutible. Cada cual tiene la suya. Pero puede servir para intercambiar ideas y provocar el desarrollo de mejores planteamientos. Sobre todo, pensando en lo que se viene. Callando no ganamos nada. ¿O sí?


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