Miércoles, 27 de noviembre 2024 - Diario digital del Perú

Perú: a propósito de la política

Actualizado: 20 enero, 2021

Jorge Luis Choque

ANDINA/archivo

Desde la década del noventa del siglo pasado, se observa un marcado déficit de la política. Pareciera una relación matemática, pero el déficit de la política está en relación directa con el déficit de la democracia en todos sus niveles, y se traduce en crisis de la política que afecta la legitimación del poder.

En sus orígenes, la cultura occidental concibe la política como algo estrechamente vinculado con el ejercicio de la virtud y de las dotes fundamentales para una mejor convivencia, donde “mejor” significa, sobre todo, una convivencia más justa.

La política –aquello que Platón denominaba ciencia regia y que Aristóteles definía como una investigación en torno a aquello que debía ser el bien– se configura como una ciencia superior en la medida que abarca la dimensión específica del ser humano. Tal como afirmaba Aristóteles: el hombre es un animal político, pues el hombre se diferencia de los animales, entre otras cosas, porque vive en sociedades organizadas políticamente, en cuyos asuntos públicos participa en mayor o menor medida, con el objetivo de lograr el bien común: la felicidad de los ciudadanos, que en esencia es el verdadero sentido de la política y no la práctica ignominiosa de ciertos politicastros que la desvirtúan. La política debe recuperar el prestigio que una vez tuvo.

Las preguntas que hoy nos vemos obligados a formular: ¿Cómo encontrar la política perdida? ¿Dónde naufragó la política? ¿Ha muerto la política en cuanta actividad virtuosa orientada al bien común?

Esta situación nos presenta un gran reto, hacer que la situación cambie para bien. Esta tarea nos corresponde a todos los ciudadanos en general, a los gobernantes y a las llamadas organizaciones políticas en particular, para enfrentar la actual crisis política, plagada de ignorancia y corrupción.

Enfrentar esta situación presupone renovar conceptos y prácticas; fortalecer liderazgos y cuadros; impulsar nuevas organizaciones nutridas de doctrina e ideología; otorgarle valor a la práctica política mediante un ejercicio guiado por la crítica y autocrítica; la rendición de cuentas antes, durante y después del ejercicio en la gestión pública.

De cara al bicentenario, es el mejor homenaje que podemos otorgarle a la democracia y al desarrollo de nuestro querido Perú.


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