Miyashiro, las cortinas de humo y cuando le sacan la vuelta a millones de peruanos
Da pena la mujer de Miyashiro pero da más pena el peruano. Si las traiciones políticas fueran tomadas como infidelidades, no habría espacio en nuestras cabezas para todos los cachos que nos han sembrado.
Nos engañaron con el Congreso Constituyente Democrático del año 1993, con eso que nos dijeron que se llama privatización y era simple robo; cada vez que compran una ambulancia o un patrullero los generalotes y los «técnicos capacitados» nos ven la cara de idiotas.
No hay que sentirse mal, eso pasa en todo el mundo y desde siempre. Es el circo que acompaña al pan; el requisito sin el cual el orden, tal y como lo conocemos, se transformaría algún tipo de anarquía.
Hay que regresar al Perú, no es descabellado pensar que los últimos escándalos son cortinas de humo que se lanzan cada vez que se cocina un robo de dimensiones colosales.
Si es cierto o no, es indemostrable pero no pocos apuntan a esto. Oscar Díaz citado por el escritor Diego Trellez dice: «Si ya te enteraste de las últimas infidelidades. Ahora, preocúpate por el combustible pues el Congreso acaba de darle 10 años más a Repsol. Se dan cuenta, nos somos vivos, somos ingenuos y Magaly cobra por eso…»
Algunos deben haber olvidado de el recordado destape de las «prostivedettes» tenía todos los visos de ser uno de los certeros operativos del SIN del Vladimiro Montesinos, gran amigo y socio de la clases empresarial del Perú.
No hay nada de sorprendente si se trata de negocios de millones de dólares a cambio de unos cientos de miles a los medios de comunicación y unos buenos verdes a la periodista que ha hecho de las cortinas de humo una mina de oro.
¿Qué se puede decir como consuelo? quizá lo mismo que a una persona que sufrió una infidelidad: lo hecho, hecho está. No hay caso en sentirse idiota por caer en semejantes engaños sino seguir cayendo.
La bofetada está dada: pasó en plena pandemia. En esos tiempos duros, miles de peruanos se dieron cuenta que, años atrás, mientras estaban ocupados en una nalga , los socios de los dueños de los caneles de televisión se despachaban el sistema de salud o negociaban con los balones de oxígeno medicinal.
Mientras la prensa hablaba toda la semana sobre la borrachera de Toledo en el Mélodi PPK le entregaba el gas que hoy tanto nos cuesta a oscuros empresarios mexicanos y norteamericanos.
La próxima que una mujer de la farándula caiga en desgracia, cada peruano debe preguntarse quien le está sacando la vuelta; quien le está jodiendo el menú; quien se está llevando el recurso suyo con el que podría darse tranquilamente una vida de primer mundo y, sin embargo, lo condena a consolarse con la estúpida prensa de espectáculos que le mete el dedo en la boca cada vez que puede.