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La renuncia de Pedro Castillo sería devolver el Ejecutivo a los que metieron al Perú en el mismo hoyo

Actualizado: 7 febrero, 2022

LAPATRIA

Hay coyuntura e historia y respecto a los problemas que desembocaron en la actual crisis coyuntural, el congresista Daniel Abugattás lo dijo mejor que nadie: «Es algo que hemos construido a pulso, hay que agradecer la participación de la Confiep, la Sociedad Nacional del Minería, de Pesquería y Comex por la angurria, por esa situación de estar desesperados por consumirse el país entero».

Lo que no se dice abiertamente es que los grupos de poder económico que engloba empresas del sector minería, pesquería, medios de comunicación, construcción, consultoría y financieras han conformado una suerte de supergrupo de poder económico que controlan (no totalmente) varios poderes del Estado y entidades autónomas así como se asocian con grupos políticos.

El «supergrupo» de poder económico

El ex primer ministro Guido Bellido lo dijo claramente “encima del poder Ejecutivo, existen fuerzas y poderes fácticos que gobiernan, presionan, coaccionan, denuncian y persiguen. Así se cambie de presidente, estas fuerzas están aparentemente perpetuas (…) Estos poderes fácticos, financieros, empresariales, económicos tienen capturados los órganos de justicia que amparados en el eufemismo de la autonomìa de poderes no se someten a las elecciones y quieren gobernar nuestro paìs como una organización que criminaliza a todo opositor político. Pero estos poderes no persiguen a la gran corrupción constitucional que saque a nuestra patria, me refiero a los contratos lesivos del Estado” y no es el único que lo percibe así, pues hay trabajos académicos que van en esa dirección.

Es decir que, desde el autogolpe de Alberto Fujimori, este supergrupo de poder económico ha logrado organizar una suerte de orquesta que engloba: parte del poder judicial, la fiscalía, el BCR, la Defensoría del Pueblo, el Congreso de la República, algunos sindicatos, instituciones técnicas (IPE, es su mayor ejemplo), líderes de opinión, organismos electoraes, medios de comunicación y hasta personas de la farándula.

Problemas del supergrupo

Con todo ese poder acumulado tuvo dos efectos: uno respecto al resto de la población y el otro, generando conflictos al interior del «supergrupo».

Respecto a la población se puede enumerar por ejemplo: la inequidad respecto al cobro de impuestos ( cierran tienditas pero perdonan millones a grandes empresarios o se los devuelven); la sensación de abuso de los bancos, las farmacias, las AFP las clínicas, acceso a contratos con el Estado (medianos constructores respecto a grandes constructores) y tantos otros.

Además, mediante la captura de poderes del estado, el «supergrupo», procedió a destrozar instituciones civiles que no respondan a sus intereses, perseguir líderes o personas incómodas, manipular la educación básica y superior y otros.

Con relación a los conflictos generados al interior del «supergrupo» se puede señalar la separación de grupos empresariales que antes se concentraban en la CONFIEP para generar la  Unión de Gremios del Perú.

Su diferencia es básica: los mineros necesitan alguna reforma pues hace años se toparon con un límite a su expansión debido a los conflictos sociales que generan; en tanto, los demás grupos empresariales no quieren cambio alguno. Por eso se dividieron ante la aparición de Pedro Castillo.

La crisis como efecto

La crisis de institucionalidad es mencionada desde hace años. Con la destrucción del tejido social (sindicatos, organizaciones barriales, asociaciones civiles) sobrevino la aparición de mafias que van tras la captura de municipios, gobiernos regionales, curules y también la presidencia.

La crisis económica estaba silenciada por la frágil bonanza de los últimos 20 años, pero se manifestó con toda su fuerza en la pandemia: desempleos, deudores incapaces de pagar, personas que reclamaban su dinero a las AFP, ahorros perdidos, medicamentos al precio del oro, millonarias deudas a las clínicas.

Actos como Reactiva Perú, los millonarios «prestamos» del BCR a los dueños de las AFP, la defensa de la prensa o congresistas a las clínicas buitre, el cinismo de políticos ante la crisis, los jefes policiales aprovechando la muerte para ganar dinero y otros fueron el colmo.

Ante esa realidad, hasta Antauro podía ser presidente. Personas como Verónika Mendoza o Lescano eran tibios y, por lo tanto, inelegibles.

Ni hablar de los otros candidatos que encargaban, hablaban y defendían intereses que, la mayoría de peruanos deploraban.

Pisar el palito

Viendo así, la elección de Pedro Castillo era tanto un castigo como una esperanza. El «supergrupo» de poder económico estaba tan contento con su poder que jamás pensó perder el control de lo más alto del ejecutivo de esa manera.

Luego de la elección el balance del poder quedó así: de un lado Castillo, gran parte de la población y una minoría en el congreso y del otro lado: bancos, BCR, Defensoría del Pueblo, medios de comunicación de gran alcance, congreso de la república, parte del Poder Judicial, parte del Ministerio Público.

Esto se reflejó de la siguiente manera, como una sinfonía la fiscalía le inició investigaciones a los hombres clave del primer consejo de ministros de Castillo, luego siguieron con los funcionarios de segundo orden. Los medios de comunicación hicieron eco y, los «especialistas» dieron más estocadas.

Lo que pasó desde ese entonces, es conocido por los peruanos y se podría reducir en la siguiente figura: el «supergrupo» de poder económico puso la piedra y Castillo tropezó en ella porque quiso y porque no tuvo capacidad.

Contrasentido

Ante lo expuesto, el retiro de Castillo significaría entregar el poder Ejecutivo a aquellos que generaron los problemas históricos y propiciaron la actual crisis. Es como contratar al incendiario para que haga de bombero y dejarle cerillas para que vuelva a prender la casa.

Quizá, la única salida del presidente, es convocar a todos que no son parte de ese gigantesco entramado de poder que lo rodea o, por lo menos, son menos dependientes: recuperar el apoyo de la población que quiere un cambio, rescatar funcionarios menos corruptos, acercarse a sectores críticos del orden político, potenciar medios de comunicación fuera de la órbita del Grupo Comercio, deshacerse de cualquier sospechoso de traición del entorno inmediato y perder el miedo a ser vacado pues, si cae en manos de los que manejaron el país en las últimas décadas, le espera la cárcel.


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