Miércoles, 27 de noviembre 2024 - Diario digital del Perú

La conveniencia política

Actualizado: 25 octubre, 2020

Milcíades Ruiz

¿Seguiría usted con el mismo procedimiento si por sexta vez le sale mal un producto anhelado? Seguramente que, a la primera, cambiaría el procedimiento buscando que le salga perfecto. A nadie se le ocurriría hablar mal del producto terminado sino del proceso. Sin embargo, no sucede así en nuestro sistema político que, por sexta vez consecutiva arroja un presidente corrupto.

En este caso, no se trata de un asunto de personas, ni de una casualidad. Es nuestro sistema político el que está fallando. Esta maquinaria seguirá arrojando malos resultados sino no se corrigen las fallas de origen. De nada sirven las reformas superficiales que solo maquillan detalles, sin cambiar las piezas defectuosas. Las deformaciones están en el proceso electoral que favorece a las mafias políticas, desvirtuando la real democracia.

Se dirá que es una calificación exagerada, pero las cúpulas suelen actuar de manera similar, aunque con otro estilo y métodos. Las mafias políticas operan en muchos partidos, revestidas de veneración, por sus adulones. Pero nadie toca este tema, a pesar de que vemos a los mafiosos siempre flotando en el ambiente político como protagonistas vitalicios, que envejecen en los mandos.

No en todos, pero en algunos partidos, el que lo funda suele ser el dueño, contra el cual nada se puede hacer, aunque tenga mal comportamiento político. Este, siempre es el candidato “natural” sin importar los méritos. Algunos lo fundan con el único propósito de acceder a loa altos cargos y no por ideología. Otros lo hacen por negocio y nada más. Todo esto, está permitido por el régimen electoral.

El proceso electoral fraudulento no solo evacúa presidentes podridos, sino también, parlamentarios, gobernadores y alcaldes elegidos con el mismo patrón. Todos carecen de representatividad pues son designados por el grupo de poder de los partidos, entre los que merodean las cúpulas, como buitres electorales. Al pueblo solo se le da a escoger de una lista electoral de conveniencia y tiene que votar por desconocidos. Es la democracia de la conveniencia.

Bajo este régimen, nunca por nunca, los oprimidos van a llegar al poder. Ellos están solo para emitir su voto, pero no para postular a un cargo de gobierno. Pasen revista a los candidatos y miembros del parlamento. Verán que no están allí, los representantes de agricultores y campesinos, aunque sean mayoría nacional, tampoco de los pescadores artesanales, obreros fabriles, choferes y demás, trabajadores de los diversos sectores laborales. Entonces, no hay quién defienda sus intereses.

Si los últimos seis presidentes son probadamente corruptos, ¿Qué podemos esperar del próximo presidente? Estamos ya en un proceso electoral que debe definirse el abril próximo. Los mafiosos se arremolinan en torno a las candidaturas, ¿Tendremos un parlamento del nivel moral y doctrinario requerido, para mejorar el desempeño de los órganos de gobierno?

Es bueno aprender del pueblo. Con mayor razón si necesitamos su apoyo. Las personas del llano no viven de la política, sino de su trabajo. No tienen voz pública, solo voto electoral una vez cada cinco años. No anda en ajetreos electorales ni tiene interés en traficar políticamente con las necesidades de los pobres para vivir de la política. Pero sí, observan, deducen y tienen un concepto de cada político.

Cuando los ciudadanos dicen “Es un convenido”, expresa la opinión despreciable que tiene de un político no confiable. Lo dice porque observa que no mantiene una línea de conducta consecuente con su ideología, sino actúa según su conveniencia. ¿Lo apoyará con su voto la próxima vez? Todos dirían que no, pero los politiqueros tiene la habilidad en el verbo y convencen a los incautos de la “conveniencia” de su actitud.

Oiga compañero, la Susana es una corrupta. “Sí, pero no conviene decirlo porque sería hacerle el juego a la derecha”. Oiga compañero, el presidente Kuczynski ha mentido al país negando sus relaciones con ODEBRECH y se ha comprobado que su empresa hizo negocios turbios a costa del estado, lucrando con falsas consultorías, siendo ministro. “Sí, pero no conviene vacarlo porque sería hacerle el juego al fujimorismo”.

Pero compañero, ustedes dijeron que luchaban contra la corrupción “caiga quien caiga”. “Sí, pero ahora no conviene, pues sería un golpe de estado”. “Nuestra bancada no respaldará la vacancia presidencial, porque el pedido de vacancia no tiene como finalidad luchar contra la corrupción. «No vamos a ser cómplices de esta falsa disyuntiva entre el golpismo y el lobbismo».

¡Pero compañero, donde quedan los principios! Escucha: “Un sector del Congreso quiere llevar al país de retorno a la década de 1990, en que el gobierno de Alberto Fujimori promovió la captura de las instituciones democráticas”. “No pechemos a la institucionalidad, necesitamos fortalecerla”. “… hemos denunciado un golpe institucional. Se está acorralando la independencia de los poderes”. Bla, bla, bla.

En efecto, una bancada se retiró en tropel antes de la votación, favoreciendo al inculpado al no alcanzarse el mínimo requerido para que lo vacaran. Gracias al extinto Mamani, vino el segundo pedido de vacancia. Se escuchó decir a Mercedes Aráoz que era un «golpe de Estado» pues “hemos sido confiados en que podíamos trabajar con un Parlamento que jugaba por los intereses del país. Quizás nuestra peor culpa es esa, confiar en los políticos que tienen intereses individuales”

Sabemos lo que pasó, pero ahora que fueron difundidos los audios que comprometían al presidente Vizcarra en asociación ilícita para delinquir, y obstruir a la justicia en el caso Richard Cisneros, favorecido por tráfico de influencias y contratos irregulares, se hizo el primer pedido de vacancia. Volvieron los argumentos de la “conveniencia”: “Es un golpe de estado”, sería ir contra la “estabilidad institucional”, contra la democracia, etc. En suma, cometió delito, pero “no conviene vacarlo”.

¿No conviene a quienes? Vino la votación y no se le vacó, pese a las evidencias. En la bancada del FA hubo votos en contra de la vacancia y abstenciones. Ahora hay un segundo pedido de vacancia y los antecedentes nos crean dudas sobre la actuación de esa bancada, de cara a las elecciones del próximo año. Está clarísimo la corruptela del presidente que recibió sobornos millonarios. Sin embargo, en algunos partidos políticos se escucha decir que estando próximas las elecciones, “no conviene” vacarlo.

¿Y por qué tanto miedo a perder la institucionalidad o, establishment, de la dominación? ¿No es precisamente lo que queremos cambiar? ¿Acaso el pueblo le tiene miedo al golpe de estado? El pueblo no tiene nada que perder porque no vive de la política. Son otros lo que tienen mucho que perder si se desestabiliza este régimen de dominación. Aunque resulta irónico, el pueblo ha recibido los mayores beneficios, no de la democracia política, sino de gobiernos de facto.

No fue el gobierno “democrático” de los partidos políticos, el que abolió la esclavitud de los negros, ni el que eliminó el tributo indígena. Tampoco el derecho de sufragio de los analfabetos, ni el derecho de voto de las mujeres. No fue un gobierno “democrático”, el que estableció las elecciones municipales. Ningún gobierno “democrático” dio tantos decretos laborales en favor de los obreros como lo hizo el golpista Odría, cuya esposa apoyó tanto a las barriadas como nadie.

No fue la institucionalidad democrática la que liberó a los nativos del régimen feudal decretando la reforma agraria que liquidó a la oligarquía terrateniente. No fue la democracia “representativa” la que nacionalizó los recursos petroleros y mineros en poder del imperialismo norteamericano. No fue ella la que dio participación a los trabajadores de las fábricas con la comunidad industrial.

Tampoco fue la “institucionalidad democrática” la que creó el seguro social para obreros y empleados ni construyó las grandes unidades vecinales, unidades escolares (hoy emblemáticos) y los grandes hospitales del obrero y del empleado. Y podríamos seguir señalando muchos otros casos sociales. En cambio, la institucionalidad política nos hizo perder territorio patrio, se opuso a la reforma agraria y ha sido siempre entreguista de nuestras riquezas.

¿Cómo no estar agradecidos del Mariscal Ramón Castilla? ¿Cómo no estar agradecidos del Mariscal Juan Velasco, cuyo grado póstumo lo merece? No es que abogo por los regímenes de facto. Solo señalo los hechos que sucedieron, aunque discrepe de los métodos. Ojalá la institucionalidad democrática hubiera hecho algo similar a favor del pueblo, para estar agradecidos de ella. Lamentablemente no es así. En ella ha primado siempre la “conveniencia”, de intereses políticos antes que la moralidad.

Esto nos dice que tenemos que luchar por el cambio del sistema político, para que la democracia, sea benéfica y no motive intervenciones de facto. Pero no necesariamente, tenemos que esperar el cambio del sistema sabiendo que los dominantes tiene interés en mantenerlo. Nada impide que, por lo menos, los partidos de izquierda hagan la revolución interna convirtiéndose en partidos multisectoriales en un nuevo diseño político.


Comentarios