Juliaca, la “Venecia del Altiplano” gracias a la corrupción en proyecto de drenaje
Así como en este fin de semana, cada vez que llueve, la Perla del Altiplano, como se conoce a la ciudad de Juliaca, se convierte en una pequeña Venecia, con todas las desventajas de una inundación y sin ninguna del turismo.
Ocurre que esta ciudad de alrededor de 270 mil habitantes, la más grande del altiplano puneño, está asentada sobre el terreno que antiguamente estaba cubierto por lagunas.
Su altitud se eleva a 3 mil 824 metros sobre el nivel del mar, es decir, unos pocos metros por encima del nivel de la superficie del lago Titicaca que se encuentra en los 3 mil 812 aunque.
Con este terreno no sorprende que baste una lluvia de mediana intensidad para arruinar el día o la noche de los juliaqueños lo que ocurre con mucha frecuencia entre los meses de diciembre y marzo en cada año.
Las calles son intransitables a pie, los comerciantes pierden sus mercaderías, el tránsito se dificulta, se inundan los mercados, centros educativos y casas, colapsan desagües y la basura flota.
Incluso, el carnaval juliaqueño, el más prolongado del Perú, sufre las consecuencias.
Con el aumento espectacular de la población desde hace décadas se pide a gritos un sistema de drenaje lo que se hizo posible con el aumento del presupuesto público devenido del “boom minero”.
Larga espera
El presupuesto y el proyecto se tenían hace 14 años, pero el avance se perdió entre malos estudios, arbitrajes, procesos judiciales, más convocatorias, anulaciones y nuevos contratos.
En la actualidad hay un contrato pendiente para la elaboración firmado en febrero cuyo plazo para la culminación es de 300 días. Hasta el presente no se ha presentado ningún expediente.
No es la primera vez que esto ocurre en vista de los antecedentes.
Primera ilusión
En abril del año 2007, se anunció una noticia formidable: el gobierno de Alan García garantizaba los 134 millones de soles para el drenaje ( el equivalente a casi todo el presupuesto regional en esos tiempos).
El municipio con el asesinado David Paricahua se encargaría del expediente técnico y de un 2% del presupuesto. Se anunció que en agosto de ese año se iniciarían las obras.
Con un mal expediente técnico, la construcción de la obra fue imposible pues el primer contrato de ejecución se tuvo que rescindir pero, antes, se había desembolsado cerca de 40 millones de soles a favor del consorcio Uros.
Basta decir que el expediente técnico tiene serias falencias ( ni siquiera tiene estudios topográficos tal como lo indicó el ingeniero Rubén Tamayo Mollinedo).
Segunda decepción
Todo esto fue constatado por una comisión del Congreso de la República dirigida por el congresista Lucio Ávila Rojas quien también dio cuenta que, durante la gestión del siguiente alcalde de Juliaca, Oswaldo Marín Quiro también se hizo otro desembolso inútil.
En el año 2015, Marín, permitió la firma de otros contratos para ejecución y supervisión en los cuales se desembolsó 32 millones de soles que se fueron agua nuevamente.
Pasó un año y un peritaje a la obra permitió establecer que el avance físico era de 4.21 % y así quedó hasta el momento.
Solo examinando el caso del expediente del drenaje se podría elaborar una enciclopedia de la corrupción pues se encontraron indicios de pagos indebidos, acuerdos irregulares, concursos amañados, direccionamiento, confabulación y demás.
Se calcula que hasta el momento, en esa obra se fueron 70 millones de soles del presupuesto público, perdidos entre trabajos inútiles, pagos indebidos a funcionarios, cobros irregulares de los contratistas e, incluso, hay otros gastos no contemplados en esa suma pues costará destruir lo que está mal construido hasta el momento.
