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El guión: emplazamientos de jefes en acto protocolar

Actualizado: 22 marzo, 2017

Guillermo Vásquez Cuentas

 En las festividades religiosas, celebraciones cívicas, fiestas sociales, y actos similares de importancia notoria, las calles y plazas de la ciudad sobrellevan el desfile variopinto de agrupaciones de danzantes y músicos, las cuales exhiben y exponen sus avances y logros en la práctica del arte popular. También pasan las comitivas de autoridades, alferados, dirigentes y los acompañantes de ellos, que marchan por las calles para cumplir cometidos protocolares ligados al carácter tradicional de la fiesta o celebración. En ambos casos el complemento insustituible es el “público espectador”.

Ese público –tratándose de danzas y música- no es enteramente neutro. La gran mayoría no solo gusta regalar a los sentidos la colorida parada danzaria que pasa a su vista o el ritmo y melodía que llegan a sus oídos con distinta suerte, sino que al mismo tiempo comenta, ejercita una apreciación crítica espontanea sobre la expresión estética que emana de los protagonistas de desfiles y marchas.

En esta actitud natural la gente manifiesta valoraciones sobre, cuando menos, los principales aspectos que integran la estampa coreográfica, tales como la riqueza de “figuras” o mudanzas, la sincronía en los movimientos, la belleza de la expresión corporal, las tonalidades y detalles de los trajes y/o máscaras, las actitudes de los danzantes, lo agradable de la música que les sirve de marco, y un largo etcétera.

Para que pueda cumplirse el natural sentido crítico del ocasional veedor, es imprescindible que éste reconozca, en primer término, al conjunto, agrupación, institución, organismo o colectivo danzante que se acerca ante sus ojos y oídos. Es en este momento en que se recurre a buscar y ubicar aquel objeto componente de la parafernalia festiva, que presenta en letras e imágenes el nombre o razón social de la organización y que por lo general aparece visible y en lugar preferente. Ese objeto. Del que se escribe poco pese a que preside las agrupaciones de danzantes y músicos, tiene muy diversos nombres; pero en nuestra realidad inmediata parece haber consenso en nombrarlo como EL GUION.

La necesidad de todo grupo humano más o menos estructurado de identificarse ante su entorno social, ha sido atendida en forma diversa desde la antigüedad, probablemente desde los encuentros violentos entre fuerzas armadas cuyos actores debían precisar los cuerpos combatientes. Banderas, estandartes, gallardetes y otras insignias que tremolaban en las vanguardias permitían conocer los emplazamientos de los jefes. “Poco a poco la insignia de batalla fue convirtiéndose en emblema de reyes y de estados”, refiere fray Domingo de Lexicon, tratadista de este aspecto.

Si bien los referidos objetos fueron elementos de la cultural militar europea de la Edad Media que los españoles trajeron a los Andes, ello no quiere decir que estuvieron ausentes en el Perú antiguo. Antes bien, ese mismo autor refiere que “Unancha fue el término más común para designar a las banderas y distintivos similares; figura ya en el más antiguo diccionario quechua, donde se lo traduce como estandarte«.

Algunas de las referencias que aparecen en el excelente ensayo de Juan José Vega sobre “La Bandera de los Incas” nos revelan que “Diego González Holguín, en su monumental vocabulario de 1608 -recogido en los finales del siglo XVI- apuntó “aucay unancha” (bandera de guerra) y «unanchay” (estandarte, insignia, escudo de armas).

Joan Santa Cruz Pachacuti Yanque Salcamaygua dejo consignado que «Cada mil hombres (marchaban) con sus unanchas«. Pedro Cieza de León anotó que «…y cada capitanía llevaba una bandera”. Pedro Gutiérrez de Santa Clara describió que los combatientes incas «Iban repartidos por capitanías y debaxo de banderas y con mucha orden y concierto y con gran silencio» y que «todas las veces que los Incas salían de la ciudad o de sus casas para ir a los templos para hacer sus sacrificios, llevaban delante de sí un guion puesto en una vara alta...”

Bernabé Cobo relata que «el guion o estandarte real era una banderilla cuadrada y pequeña, de diez o doce palmos de ruedo, hecha de lienzo de algodón o de lana…y en ella pintaba cada rey sus armas y divisas, porque cada uno las escogía diferentes”. Materialmente, el guion era, según Cobo, “un cuadro ligero colgado en la punta de la pica”.

Es abundante la riqueza lexicológica para señalar este distintivo. Los diccionarios contienen definiciones afines, complementarias o parecidas a la de Guion: Estandarte, lábaro, pendón, gonfalón, oriflama, flámula, crismón, bandera, y otras.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española señala a Guion, como término derivado de “guía” y lo define como “Cruz que va delante del prelado o de la comunidad como insignia propia; estandarte del rey o de cualquier otro jefe de hueste y como “pendón pequeño o bandera arrollada que se lleva delante de algunas procesiones”, acepción ésta que se acercaría más a lo que en nuestro medio se conoce como Guion.Word Reference consigna como guion al “Estandarte o cruz que precede a una procesión”.

En todo el país y particularmente en nuestra región el uso de esta expresión iconográfica se ha generalizado con profusión, está indisolublemente ligado a las afiestas regionales en cuanto tiene como finalidad esencial representar e identificar a los colectivos que practican danzas del arte coreográfico popular, así como a los grupos de alferados, “carguyojjs”, prebostes, etc. que participan en las festividades; y, en casos, hasta a comités de corte político o entidades de signo deportivo. Se encuentra muy metido durante décadas y en forma creciente en el acervo simbólico del arte popular y en la institucionalidad del altiplano.

La forma, dimensiones y adornos del guion, presentan gran diversidad de estilos y modelos, lo cual sugiere algún tipo de normalización. No consideramos aventurado sugerir al Gobierno Regional, a la Municipalidad Provincial o al Ministerio de Cultura, examinar la posibilidad de emitir normas que regulen el uso de este tipo de distintivos, banderas, estandartes, guiones y demás insignias de uso principalmente en el ámbito de las festividades religiosas.

 


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