Felices fiestas, parias
En Chota, la gente tilda de pícaro, al falso que aparenta, pero no cumple, al que no tiene palabra, al que solo busca provecho personal. ¡Pobre aquel que no lo conoce! Pero pícaros hay en todas partes y, mayormente entre los que viven de la política. Pobre el pueblo que cree en sus discursos. Viene al caso, lo que pasa con el sector, al que todos ven como paladín de la seguridad alimentaria.
Desde el inicio de la independencia del virreinato del Perú, el racismo persiste en las actividades sociales, económicas, políticas, culturales y demás, aunque no lo consideremos así. Pero allí están, encubiertas pícaramente. Condenamos el racismo de palabra, pero no el racismo de hecho. El primero puede ser delictuoso, pero no, el segundo. No obstante, el racismo económico tiene connotaciones estructurales de dominación. No es casualidad que, los pobres sean de raza de color, ni que el campesinado sea el más burlado.
Con motivo de promover la recuperación económica ante los estragos de la pandemia, se puso en marcha el programa “Reactiva Perú”, subsidiando tasas de financiamiento. Se beneficiaron, los consorcios latifundistas de la agroexportación (con capitales extranjeros) los cuales recibieron US$ 2.99 Millones c/u, como ayuda estatal. Tal fue el caso de Corporación Danper S.A.C. que posee 20,000 has y exportó el 2021 por valor de US$ 225’355.000. (fuente: América Economía Intelligence)
También el Grupo Virú SA que posee miles de hectáreas en Chavimochic, Majes Siguas y Chira en Piura y exportó el año pasado por valor de US$ 227.839.000. Así mismo, el Complejo Agroindustrial Beta S.A., con 6,000 hectáreas y exportó por valor de US$ 207’307.000. Como también, la agroexportadora El Pedregal con 5,290 has., que recibió de Reactiva Perú: 2.99 MM US $. La lista es larga y no digo que esté mal, si la reactivación lo justifica, pero comparado con lo otorgado al campesinado, la diferencia es una pícara burla.
Para el campesinado se asignó solo un fondo de 2,000 millones de soles (no dólares) denominado FAE- AGRO, destinado a otorgar créditos subsidiados a través de intermediarios financieros comisionistas. Pero este programa era para la recuperación empresarial del sector agrario y con requisitos de formalidad, sabiendo que la pequeña agricultura familiar es fundamentalmente informal, pues el 95% de agricultores peruanos no son empresarios.
Como era de esperarse, el programa fue un fracaso. Los beneficiarios fueron los intermediarios financieros que usaron esos fondos subsidiados, mientras que, el campesinado no pudo cumplir los requisitos. Era como repetir la picardía fujimorista de exonerar de aranceles a la importación de tractores que hagan las comunidades campesinas, sabiendo que no cuentan con el dinero para eso.
Pero también podría considerarse una picardía, la II Reforma Agraria, lanzada espectacularmente desde el Cusco, el 3 de octubre pasado, día de la insurgencia del gobierno de Velasco. Se hizo esto, sin tener presupuesto ni ley que la ampare. No para hacer una reforma, sino para mantener el latifundismo neoliberal. ¿Traficar con el cartelón para crear falsos espíritus, no es una picardía?
Ante la situación angustiosa de la economía agraria, los gremios campesinos solicitaron declarar el agro en emergencia. Para calmarlos, el 20 de marzo pasado, el gobierno declaró en emergencia el sector agrario por 120 días, en razón de que estaba destrozado por la pandemia del COVID-19 y, los precios elevados de los insumos productivos. Pero era una picardía porque tampoco tenía presupuesto que respalde la medida.
En los próximos días se cumplirá el plazo previsto para solucionar la emergencia, sin haber empezado todavía a socorrer a los damnificados. La campaña agrícola ya terminó y, tal emergencia, resultó siendo un fiasco. Aunque se ha prorrogado el plazo hasta fin de año, sigue sin presupuesto. El agro sigue en situación crítica, pero el auxilio no llega.
Emergencia es la atención INMEDIATA ante una desgracia imprevista. Terremoto, incendio, peligro de muerte, etc., como el servicio de emergencia hospitalaria. Pero en este caso, todo quedó en el papel y los agricultores no ha sido auxiliados en su desgracia económica. En mayo pasado, mediante decreto de urgencia, el gobierno aprobó c0mprar 70 mil toneladas de urea por valor de S/. 348’887,735 y el plazo vence el 15 de agosto, sin que hasta ahora se haya efectuado esa compra.
Francamente, esto hace recordar la reunión animal en la que había mucha sed, y designaron a la tortuga que estaba bajo la mesa, para que vaya por gaseosas. Pasaba el tiempo y nada, por lo que empezaron a despotricar contra ella por la demora, a tal punto que se escuchó una voz de protesta: ¡Si siguen hablando mal de mí, ¡no voy ah!
Bromas aparte. El asunto es que ya la compra estatal de fertilizantes ha perdido oportunidad y justificación. Era para la campaña 2021/2022, que ya está finalizando. Entonces se dice que será para la próxima campaña. Pero la crisis de abastecimiento y precios ya está pasando. El clima tampoco espera las deficiencias de gobierno. Si los fertilizantes no llegan con las primeras lluvias, ya será extemporáneas para algunos cultivos.
Mientras tanto, los proveedores particulares de fertilizantes, que conocen el mercado, ya están cubriendo el stock oportunamente. Ya no hay desabastecimiento y los precios tienden a bajar en el mercado internacional. Ya se han importado más de 100 mil toneladas en el primer semestre y a la fecha, el abastecimiento está asegurado. Ver los siguientes cuadros ilustrativos.
Pero entonces, si todo este escenario se montó aduciendo la seguridad alimentaria del año en curso. Ahora la seguridad alimentaria tendrá que esperar la próxima campaña agrícola cuyas primeras cosecha serán al inicio del 2023. Pero seguramente, el discurso presidencial de fiestas patrias nos encandilará con la magia de “no más pobres en un país rico”.
Ante esta situación, sería vano pedir ayuda al asesor presidencial, Daniel Salaverry, ex fujimorista, ex aprista y de derecha. Tenemos que forjar poder popular, con capacidad de hacer prevalecer sus demandas. No más ofrecimientos pícaros, que no se cumplen. Los parias no tienen derecho a recibir gratificaciones como los congresistas y nada tienen que celebrar, de una fecha infausta, en que perdieron para siempre su patria originaria.
Para conseguir derechos, hay que luchar. Insistir e insistir hasta acabar con tanta injusticia. No hay nada fácil para los parias andinos.