En este lugar los ronderos resolvieron dos asesinatos de mujeres mucho antes que el Poder Judicial
La tarde de este 17 de enero, la Plaza de Armas de Macusani, un pequeño pueblo en las alturas de Puno, fue escenario de un ajusticiamiento poco habitual. Un varón fue paseado con el cartel «Soy Richard García Chilla, macabro asesino de mi conviviente Rosa Mendoza».
No era la primera vez que esto pasaba en ese lugar pues en el año 2015, el asesino Florencio Chura fue paseado en la plaza y lo obligaron a cargar los restos de su esposa, Maruja Perales, a quien había descuartizado.
Destinados a ser crímenes no resueltos
En el Perú, cuando las víctimas son pobres, discriminadas y de zonas alejadas, los crímenes, en general, no obtienen grandes titulares y, por lo mismo, las autoridades no se ven presionadas a resolverlos.
Ese era el caso de la muerte de Maruja Perales Ñaupa quien había sido asesinada a golpes el año 2009 por su esposo Florencio Chura.
Lo que pocos sabían es que, el sanguinario descuartizó a la mujer, y luego enterró la mitad de sus restos en descampados de una zona llamada Saytococha. La otra mitad nunca se encontró.
El asesino le dijo a los vecinos y a la familia de Maruja que ella lo abandonó para irse con otro varón, pero quedaban las dudas. No está de más decir que la Fiscalía ni se esmeró en aclarar el caso.
Corría el año 2015 y el hallazgo de restos óseos en la zona movilizó a los ronderos quienes iniciaron una investigación muy a su estilo.
Según atestiguan, Florencio Chura se mostró muy perturbado. Esto se sumó a lo indicado por primos y personas cercanas de su esposa quienes dudaban de su infidelidad y fuga.
Los ronderos prendieron a Florencio, le pusieron en frente los restos de su esposa además de otros procedimientos nada «ortodoxos».
Finalmente, arrinconado por los ronderos, Florencio narró con todo detalle lo que había pasado. Esto se confirmó meses después cuando fue juzgado y sentenciado por presión de los comuneros.
El caso Richard García
El caso de Richard García es prácticamente una copia. El varón hizo noticia cuando, el 13 de enero de este año cuando apareció en el pueblo de San Gabán llorando. «El día domingo hemos bajado (…) queríamos vender un terreno», dijo para empezar el cuento de la desaparición de su esposa.
El 15 de enero se dio la noticia del hallazgo de su cadáver en un rio de la selva… sin embargo, ya en la morgue los familiares se percataron de que se trataba de otra mujer cuyo cuerpo fue arrastrado rio abajo luego de un accidente de tránsito.
Esa fue la perdición de Richard pues, desde un inicio, hizo todo lo posible para que esa mujer pase por su esposa.
Esto despertó las sospechas de los ronderos quienes iniciaron un interrogatorio. En primer instancia Richard dijo que, en realidad su esposa se había escapado con otro hombre. Era la segunda contradicción y no había vuelta atrás.
Este 16 de enero, se dio con el cuerpo Rosa Mendoza, madre de dos hijos. El sospechoso tuvo que confesar que la asesinó disparando un arma de fuego tras lo cual quemó su ropa y su cadáver para, finalmente, enterrar los restos.
Richard García y Florencio Chura fueron paseados en la plaza más grande de Macusani la capital de la provincia puneña de Carabaya. Prácticamente, dos historias copiadas.
Un vacío peligroso
¿Es justicia o no es justicia? Esto sería una discusión para entendidos en Derecho. Lo cierto es que, si se juzga por la efectividad y, tomando en cuenta las condiciones de la zona donde ocurrieron los hechos, los ronderos se llevan las palmas.
Se debe recordar que un fiscal dejó escapar a Florencio Chura a quien tuvieron que incluir en la lista de «Más Buscados». Tras varios meses fue capturado y sentenciado pero, si no fuera por la «justicia comunal», es seguro que aún estaría libre y, probablemente, continuando con su carrera criminal.
No se debe olvidar que Florencio Chura delató a sus cómplices y finalmente fue sentenciado por la muerte de cuatro mujeres y, fue vinculado a otras siete desapariciones.
En Sandia, un lugar donde la presencia de los ronderos es menos organizada, asesinaron a una adolescente de 16 años. Para no alargar el drama se debe decir que luego de 5 días de su asesinato, su cuerpo ni siquiera había sido examinado por un forense pues en la zona no había.
Detuvieron a dos jóvenes pero ¿con qué pruebas condenarlos si no había un examen forense?. Hay un vacío ahí que, en ocasiones, llenan los ronderos pero, en la década de los 80`s, llenaron los senderistas con fines subversivos. ¿Es necesario que pase eso dos veces?
Por cierto, los ronderos que resolvieron el crimen cometido por Florencio Chura afrontan la persecución de la «justicia».
DATO: Los culpables por violencia familiar e infidelidad también son paseados con carteles por las calles de Macusani.