Elecciones generales del 2021: codicia política
En época electoral, aparecen como moscas los codiciosos políticos que malean expectativas. La izquierda está en una situación que obedece al desarrollo de las condiciones del ciclo procesal que afronta. La codicia política que hoy se advierte en nuestras filas con motivo del calendario electoral, tiene una explicación que la intentaré en esta nota.
Mejoramiento y empeoramiento son contrapartes de la unidad bipolar, ocupando cada cual, una proporción del todo. El desequilibrio determina la preponderancia de una contraparte a costa de la otra, que pierde porcentaje. Si no hay mejoramiento social, entonces primará el empeoramiento o deterioro, elevando su porcentaje y, viceversa. En época de crisis, el deterioro gana terreno, cubriendo casi todos los aspectos de la vida humana.
Como todos sabemos, estamos actualmente sumidos en una gran crisis múltiple que, ha empeorado aún más, el sistema capitalista. Los efectos se sienten en toda su estructura involucrando a todos los países inmersos. Aunque algunos están mejor posicionados que otros, las repercusiones negativas alcanzan a todos los pobladores en diversos aspectos. El deterioro no es solo material, sino también moral.
En el aspecto político, se venía arrastrando hace mucho tiempo un deterioro en calidad doctrinaria, administrativa y desempeño de la institucionalidad política, dando por resultado una baja calidad de la democracia. Ya no interesa la consistencia doctrinaria de los planteamientos sino el impresionismo político. Anulada la fuente doctrinaria, las nuevas generaciones solo reciben remembranzas de los ideólogos de siglos pasados, a los que se alude impropiamente solo para validar argumentos.
En nuestro país, el deterioro doctrinario de los partidos políticos, les ha hecho perder trascendencia, ascendencia y protagonismo. Los hechos coyunturales son los que predominan en el diálogo político y todos son llevados de las narices por el poder de la prensa. Ella es la que marca la agenda política. Hay mucho temor de enfrentarse a la dictadura de la prensa y por ello, muchos adoptan actitudes denigrantes para no perder dividendos políticos.
El dinero como factor decisivo en los negocios capitalistas se ha introducido en el sistema político posesionándose como factor determinante. El dinero ha prostituido no solo la jurisprudencia electoral, sino a todos los estamentos de la administración eleccionaria. De la democracia representativa se ha pasado a la democracia del dinero. El electorado es un mercado como cualquier otro. Así, hemos pasado de la libertad de opinión al manejo del mismo. Es el marketing político el que orienta la intención de voto.
Invertir en política es invertir en un negocio lucrativo. Se hace el estudio de mercado, se financian campañas periodísticas direccionadas que luego se verifican, con encuestas de opinión, para ver los resultados de la trampa y así, tener la seguridad de colocar la inversión en los candidatos de mayor preferencia inducida. Es parte de los costos de inversión, para asegurar contratos sobrevalorados y concesiones. La relación costo beneficio, es favorable para recuperar la inversión y obtener muy alta rentabilidad.
Este deterioro trajo consigo un desborde de corrupción en todos los presidentes del Perú desde 1985 y con ellos, sus partidos políticos y allegados que se reparten el botín estatal. La implicancia de esta podredumbre alcanza a todos los poderes del estado, instituciones civiles, policiales y, castrenses. Es así como, el poder legislativo ha caído en manos de mafias y delincuentes de corbata, incapacitados para gobernar. El enriquecimiento ilícito es una práctica común.
Actualmente, los políticos perciben los más altos sueldos del país o, de su jurisdicción, a los que suma diversas bonificaciones y gastos con cargo al fisco, rentas por influencias para obtener presupuestos de obras, etc. Los cargos públicos ya no son honoríficos, pues tienen categoría de empleados públicos, para acceder a todos los beneficios de estos, sin que les cueste luchar por eso. Los lobistas están en todas las comisiones parlamentarias reportando a sus financiadores.
“A río revuelto, ganancia de pescadores”. El deterioro político ha despertado la codicia de gente sin escrúpulos. La política es una mina. Muchos han fundado partidos políticos para traficar con ellos sabiendo que pueden ser financiados y son varios los que los alquilan a cambio de obtener ventajas. Pero también participan de la bacanal, una gran masa de allegados convertidos en proveedores de bienes y servicios al estado.
Este proceso de deterioro generalizado también ha corroído nuestras filas y son varios los casos de corrupción porque la izquierda no vive en un mundo aparte. Está inmerso en el del proceso de deterioro. Solo van quedando cascarones de partidos carentes de pueblo, pero si con muchos oportunistas sin escrúpulos que se suben al carro electoral, por codicia política. Este es el móvil de sus empeños y no la misión doctrinaria. Estos aparecen como moscas electoreras en cada sufragio.
La orfandad militante en la crisis de la izquierda no permite tener partidos masivos. Ni siquiera alcanzan a tener reconocimiento legal, quedando por ello, fuera de juego. Entonces, se maniobra para arrimarse a las entidades que ya lo tienen inmerecidamente. Las alianzas se negocian, pero no sobre bases doctrinarias, sino pactando repartija de listas electorales. Toledo pedía el 30% de los candidatos en los primeros puestos, cuando grupos de izquierda lo buscaron.
No es que la población izquierdista se haya reducido. Muy por el contrario, ahora con la crisis múltiple se está expandiendo. Hay dispersión y desvinculación con los minúsculos grupos que asumen la representación de la izquierda peruana, sin tenerla. El grueso de la izquierda no confía en estos grupos minoritarios y por eso no se afilian. Tampoco participan en los arreglos de alianzas que, en nombre de la unidad realizan las llamadas “cúpulas”.
No es lo mismo hablar de la unidad de izquierdas que de unidad de cúpulas. Aunque en la práctica se trata de unidad de codiciosos, muchos esperan que éstos, por lo menos se junten para no dispersar votos. Los codiciosos políticos hablan de unidad, pero pensando en su conveniencia. Si no han agarrado nada, desparecen por encanto y se olvidan de la unidad, para volver en las próximas elecciones con el mismo cuento.
Claro, que hay gente honesta y no todos son codiciosos. Pero los fenómenos sociales ocurren sin miramientos personales. Me he referido a la parte deteriorada a groso modo, para hacer notar que, lo que viene sucediendo en la izquierda, es parte de un proceso, independiente de nuestra voluntad y deseos. No es cuestión de invocar unidad como quien pide el milagro a los espíritus. Podremos provocarla y persistir, pero si no cuaja, es porque no hay condiciones.
Sin embargo, creo que la opción de izquierda que incluya en su lista a dirigentes gremiales con capacidad de convocatoria y trayectoria de lucha de los diversos sectores, podría arrojar buenos resultados electorales, a la vez que nos deshacemos de los codiciosos. Líderes izquierdistas o afines, del sector agrario, pesquero, minero, manufactura, comercio ambulatorio, mercado de abastos, transporte, programas sociales, y demás que no esté maleados, puede sacar más votos que los codiciosos.
¿Tendrán interés en esta alternativa los codiciosos? Si no hay unidad en los cascarones, busquemos la unidad en el pueblo trabajador. ¿No les parece?