El Perú debe ser un país no alineado
El Perú debe ser un país no alineado, es decir, no debe estar en ningún bloque de poder.
El Perú tiene una larga tradición de alineamiento con las políticas estadounidenses, notoriamente durante la era oligárquica. Hubo una breve interrupción durante el velasquismo, en que el Perú se convirtió en líder en el movimiento no alineado. Pero luego, con la restauración oligárquica fujimorista, el Perú volvió a su política cerradamente alineada. Eso debe cambiar.
Pero el Perú tampoco debe alinearse al bloque de Cuba, Venezuela, Nicaragua, etc.
El Perú debe tener una política independiente y universalista. Debe mantener sus buenas relaciones con los países vecinos, Estados Unidos y la Comunidad Europea, pero también llevarse bien y tener cooperación con Cuba y Venezuela como con los países de orientación política similar. Para comenzar, el Perú debe reconocer al gobierno de Maduro, y dejar de lado la payasada encabezada por los Estados Unidos de haber reconocido a Juan Guaidó, de la cual no sabe cómo salir.
Este ajuste evidentemente lógico de la política exterior peruana tiene que ser complementada por la desactivación del Grupo de Lima.
Sin embargo, el Perú tampoco debe apoyar todo lo que haga Maduro. Tal como están las cosas, el Perú debería encabezar más bien el diálogo entre el gobierno de Maduro con la oposición venezolana. Un diálogo que va a incluir a Estados Unidos, Rusia, Cuba, México y ahí debe estar también el Perú, en primer fila como soft-power regional independiente. Un buen socio internacional en esta coyuntura es México.
Dentro de esa lógica, el Perú no puede tener una política xenófoba, antivenezolana. Tiene que tener una política humanitaria universalista. Está bien recibir a la migración venezolana, pero ha sido evidente la prioridad de alentar esta migración y discriminar a otras comunidades extranjeras, notoriamente a los colombianos y haitianos. Eso tiene que cambiar. Una política humanitaria no puede tener esos sesgos.
Y expuesto al último, pero no menos importante es redefinir las relaciones con los Estados Unidos. El Perú tiene que tener una política propia de capacitación técnica. Muchas políticas vienen diseñadas de afuera, en plan de hacer políticas para los intereses nacionales externos. Eso debe cambiar. Lo mismo ocurre con la presencia militar en el Perú.
En primer lugar, el Perú debe reconocer oficialmente la responsabilidad del estado peruano en las esterilizaciones forzadas. Es un acto de justicia. Pero no debe quedar ahí. A partir de allí el Perú debe exponer internacionalmente cómo USAID, la agencia de cooperación de los EEUU impulsó las esterilizaciones forzadas. Obviamente que no tiene sentido hacer reclamos internacionales si antes el Perú no reconoce su propia responsabilidad. Como el propio congreso de los Estados Unidos promulgó una enmienda, la enmienda Thiart, a partir de las esterilizaciones forzadas, hay un precedente legal que supone una aceptación de responsabilidad. Los Estados Unidos han reconocido su responsabilidad en varias injusticias históricas. Hay también precedentes. A partir de la aceptación o negativa a este reconocimiento, el Perú puede reevaluar sus relaciones con los EEUU.
Otro tema importante es el cambio de Mauricio Claver-Carone en la presidencia del BID. A este señor lo puso Trump en forma muy despótica. No es una presencia que vaya con una política exterior de los EEUU en sintonía con el mismo Joe Biden y sus políticas internas. La administración Biden tendrá que dar señales de acercamiento hacia una América Latina soberana. Si mantiene a halcones macartistas en posiciones clave no dará esas señales y perderá la oportunidad de llegar a equilibrios buenos con América Latina. Hay una oportunidad para bajarle la intensidad a la guerra fría regional, pero con las señales adecuadas. De seguro que los EEUU querrán cerciorarse de que el gobierno de Castillo no es «comunista» y que se trata de un gobierno democrático. Pero Biden también tendrá que poner su casa en orden y reflexionar si con lo halcones trumpistas en posiciones clave va a hacer la política que quiere hacer en la región.
Pedro Castillo le podría decir a Biden lo que le decía Reagan a Gorbachov: «confía, pero verifica».Tú quieres cerciorarte sobre quién soy. Yo también quiero cerciorarme sobre quién eres tú.