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El golpe de estado orquestado por EEUU y sus socios que decidió la suerte de Ucrania

Actualizado: 1 marzo, 2022

LAPATRIA

Hasta el año 2014 Ucrania era un país muy amigo de Rusia. Una «revolución» financiada con dólares impuso una élite que colocó a un cómico de presidente y le abrió la puerta a los operadores del llamado mundo occidental, con el desenlace dado en estos últimos días.

En artículo «Ucrania, autopsia de un golpe de Estado» (escrito el año 2014) de Ahmed Bensaada desentraña la real naturaleza de ese golpe de estado bautizado como «Euromaidán» y que fue vendido como una suerte de «primavera ucraniana al resto del mundo».

En ese año el presidente era Viktor Yanukovich quien derrotó a Julia Timochenko.

El tema candente en ese entonces era un acuerdo comercial entre Ucrania y la Unión Europea, una suerte de «TLC» que, evidentemente, no era conveniente para los Ucranianos, quienes se eligieron a Yanukovich,

Dólares para la «libertad»

Para la realidad latinoamericana son son ajenas las organizaciones como United States Agency for International Development (USAID), National Endowment for Democracy (NED), International Republican Institute (IRI), National Democratic Institute for International Affairs (NDI), Freedom House (FH), Albert Einstein Institution y Open Society Institute (OSI).

Estas son una suerte de intermediarias entre capitales privados, el Estado Norteamericano y disidentes locales pronorteamericanos. Así llegan dólares para captar actores políticos, fortalecerlos, capacitarlos y lanzarlos a derrocar un gobierno.

La estrategia había funcionado en el 2004 con la llamada «revolución naranja» que colocó a Julia Timochenko y Viktor Yushchenko en lo más alto del poder luego de anular una segunda vuelta que daba como ganador al proruso Viktor Yanukovich.

Poco después, ese gobierno naranja se vio envuelto en una serie de escándalos los cuales, junto a la radical caída en la economía, inclinaron la balanza electoral a favor de su adversario.

No aceptaron la derrota

Como pasa en el Perú, estos partidos no aceptaron la derrota del año 2010. Incluso, Julia Timochenko intentó sin éxito anular nuevamente, esas elecciones.

Tras el fracaso, hostigaron al nuevo gobierno. Hay cuatro partidos políticos que se unieron para esta tarea y, de acuerdo a lo sostenido y demostrado por Ahmed Bensaada, todos tenían nexos con las organizaciones «prolibertad», mencionadas líneas arriba.

Lo que siguió a continuación tuvo la apariencia de una revolución pero eran, en realidad, un golpe de estado. Los enmascarados eran agentes al mismo estilo de los «bolivianos», que derrocaron a Evo Morales.

Se armaron barricadas, se organizaron grupos de choque, disturbios, enfrentamientos con las fuerzas del estado. Gente que no trabajaba se mantenía en las calles durante semanas y se protegían con chalecos antibala de 3 mil dólares.

La negativa de Viktor Yanukovich a firmar el tratado con la Unión Europea sirvió de excusa. Era lo que necesitaban los disidentes.

Lo que sigue no es ajeno a la realidad latinoamericana. Luego de varias maniobras, los «revolucionarios del Maidan» lograron convocar a nuevas elecciones tras lo cual un cómico fue puesto a la cabeza del estado.

Provocando el holocausto

Lo que sigue ha sido callado por los medios de comunicación al servicio del imperio. Se prohibió hablar ruso en las escuelas a pesar de que, en un censo llevado a cabo el año 2001, prácticamente un tercio de la población de ese país, tenía como idioma materno el ruso y el resto usaba este idioma como una segunda lengua.

Provocar era la consigna y Rusia fue paciente, hasta que iniciando el año 2022, se desató lo que estaba largamente larvado: hacer de Ucrania una ficha que se sacrifica en el ajedrez sangriento de la geopolítica mundial.

Estados Unidos y sus aliados se alistan para lavar con sangre lo que pase en Ucrania, un país vendido al diablo por su élite, como tantos otros en el sombrío escenario contemporáneo.


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