El fascismo criollo del siglo XXI
La historia referida a traiciones y crímenes para que el Perú no sea una República comienza con la increíble participación de José de la Riva Agüero. Fue el primer presidente del Perú, no como ciudadano electo, sino como producto del primer golpe militar de Estado. A pesar de que en 1816 escribió el «Manifiesto de las 28 Causas», en las que expuso las razones para alcanzar la independencia, su conducta política fue distinta a sus ideas primigenias. En 1823, se convirtió en el primer presidente del Perú mediante un acto de sedición y traición denominado «Motín de Balconcillo». Ese año Simón Bolívar llegó al Perú y Riva Agüero, fue apresado por el coronel Gutiérrez de la Fuente, quien lo expulsó a Europa, en vez de procesarlo y fusilarlo.
De la Riva Agüero, de hecho se convirtió en enemigo mortal de Simón Bolívar. Se entendió con los españoles para asesinarlo y no permitir que llevara a cabo la guerra contra España, independizar al Perú y América del Sur. Los historiadores oficiales no mencionan el expediente que obra en la biblioteca de la PUCP, contiene cartas entre José de la Riva Agüero y el virrey José de la Serna para asesinar a Bolívar y restaurar el dominio de España.
Desde entonces, surgieron golpistas que a lo largo de la vida republicana que no solo retrasaron los cambios sociales que debieron haberse producido. Sino que además no fueron procesados especialmente en lo referente al manejo de los bienes y dinero del Estado. El último intento fue cuando se trató de procesar a Manuel A. Odría, pero el APRA con el consentimiento de Haya de la Torre, se opuso. De ese modo quedaron impunes los crímenes políticos y latrocinios de la dictadura fascista del General de la Alegría.
El fascismo criollo fue instalado como doctrina del Estado Peruano, por el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro y su secretario Luis A. Flores. El 22 de agosto de 1930 Sánchez Cerro dio un golpe de Estado a Leguía y, leyó un texto redactado por el abogado José Luis Bustamante y Rivero. Tanto los regímenes de Oscar R. Benavides, Manuel A. Odría y Francisco Morales Bermúdez, tuvieron un manifiesto corte ideológico fascista. Cuando se creía que había sido sepultada la nefasta ideología alentada por Benito Mussolini, Adolfo Hitler y Francisco Franco, de pronto el fascismo criollo peruano resurgió de sus cenizas y escombros, para defender a una agrupación delincuencial como es Fuerza Popular.
Con ocasión de las elecciones generales para elegir al presidente del Perú del 2021 al 2026, volvieron al escenario personajes fascistoides como Marta Chávez y Marta Moyano Delgado, surgieron las fascistas Rafael López Aliaga y Jorge Montoya Manrique. Del mismo ambiente político nauseabundo pero fértil para personajes de quien la historia nunca se ocupará de ellos, han surgido voces que no representan a nadie sino a los intereses económicos que sirven desde siempre. Así, con la increíble exhortación como insolente llamado dirigido al jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú, César Astudillo, de parte de Alfredo Barrenechea, para que se produzca un golpe de Estado, se inicia oficialmente una intensa una campaña de carácter fascista contra el presidente Pedro Castillo Terrores. Sin embargo, Barrenechea no es nadie para atribuirse el liderazgo de un movimiento irracional que emergió durante las campañas de la primera y la segunda vuelta de las elecciones generales.
Resentido por los continuos fracasos políticos, amargado porque no logró tener notoriedad como intelectual, político ni periodista. Disgustado porque sabe que ahora sí ha terminado su carrera política en Acción Popular. Enfadado porque no lo han llamado para conformar un frente político de la derecha más cavernaria. Enojado porque la vejez política se ha adelantado a sus funerales al que asistirá solo su familia.
Siempre fue un permanente arribista para conseguir el pan nuestro de cada día, provenga de donde provenga, aunque para eso tuvo que menoscabar a quien sea. Advenedizo político tratando de aparecer como si fuera un nuevo mesías de un partido al que siempre despreció Trepador, intruso en una sociedad que en la se mueve como el pez en el agua. Consultor internacional, asesor, consejero, especialista, experto, perito con tal de tener una suculenta remuneración.
Pero ¿quién es en verdad Barrenechea? Estudió en la PUCP de Lima y obtuvo un Bachillerato en Letras, en 1990, realizó estudios de posgrado en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, se graduó de Máster en administración Pública y Gobierno. Fue asesor del presidente del Banco Internacional de Desarrollo, asesor de la Comunidad Andina de Naciones, trabajó como periodista en Caretas y El País de España. Fue conductor del programa televisivo Contacto directo. Primero fue militante aprista, luego velasquista, trabajo con Hugo Neira en Correo, en 1983 postuló a la alcaldía de Lima. En 1985 fue elegido diputado por el APRA. Apoyó a Vargas Llosa y al FREDEMO. Apoyó a Javier Pérez de Cuellar que resultó ser padrastro de su esposa Claudia Ganoza Temple.
En el 2014 se inscribió como buen arribista en Acción Popular y en el 2015 fue candidato a la presidencia de la República. Frente a un evidente fracaso, no supo procesar el golpe y desprecio de los electores peruanos. Y cuando menos se pensaba apareció para hacer un llamado a la Fuerza Armadas, para que mañana mismo den un golpe de Estado. De ese modo, alentó para que el Perú como en épocas más oscuras y nefastas, vuelva a ser una colonia ensangrentada mientras él goce de las influencias que todavía le quedan de su querido suegro.
Alfredo Barrenechea más conocido como “Chicharrón” o “El virrey golpista”, es un ejemplo de cómo no debe ser un joven comprometido con el destino del Perú. Los cambios sociales se darán de todos modos, no fuerza que los detenga. Es un continuo proceso dialéctico que no tiene reglas ni fuerzas que lo puedan detener.