Desafíos del Bicentenario: reforma política o cambio total
Se ha convocado a elecciones generales en una situación difícil por la pandemia y crisis económica. La incertidumbre política es muy grande y la izquierda no está en condiciones favorables debido a que se mantiene el régimen electoral fraudulento en beneficio de las fuerzas de derecha que imponen la razón del dinero para distorsionar la voluntad popular. No obstante, planteo luchar contra este impedimento cambiando totalmente el sistema político.
El estilo de gobierno refleja las condiciones en que se desenvuelve un mandatario. Cuando el ex congresista Carlos Bruce, relató la forma en que Vizcarra llegó al poder, como un enchape de la plancha presidencial de Kuczynski, para aparentar arraigo provinciano, la prensa le dio un sentido perverso. Pero quedó claro que Vizcarra no estaba identificado con el pensamiento del movimiento PPK.
Anteriormente, la empresa de Vizcarra había tomado vuelo como sub contratista de CONIRSA, un consorcio patrocinado por ODEBRECHT con el “Club de la construcción”, que sobrevaloraron obras contratadas con el estado. Los vínculos estaban allí y confiadamente fue ubicado en la plancha presidencial. Favorecido por el mal menor, Kuczynski ganó las elecciones y lo primero que hizo Vizcarra fue tomar las riendas del Ministerio de Transportes donde estaba el emporio de obras.
Vizcarra le puso el ojo al gran proyecto Chinchero del aeropuerto cusqueño, pero se le cayó la pretensión, al desatarse un escándalo político por advertirse corrupción, viéndose obligado a salir del escenario para ir a la embajada de Canadá, por razones políticas y no diplomáticas. Keiko, favorita de ODEBRECHT no perdonó la derrota y preparó la vendetta vía el congresista Mamani, sacando del poder a Kuczynski. Automáticamente Vizcarra tomó la presidencia, sin estar identificado con el plan de gobierno y este, quedó de lado.
Vizcarra asumió el poder como un asunto suyo y no, del movimiento PPK. De este modo, se fue quedando sin respaldo de los gobiernistas, sin partido, ni entorno ideológico. Keiko trató de manejar a Vizcarra sin lograrlo, abriéndose una disputa de poder de la que salió ganando este, quien disolvió el Congreso, dominado por aquella. Vizcarra se sintió superpoderoso al no tener ningún freno.
Pero no teniendo una organización política que lo respalde, se vio precisado a conducir el gobierno de manera personal, improvisando gabinetes ministeriales con gente que desconocía, y con la cual no tenía unidad ideológica. Las defecciones eran frecuentes, teniendo que cambiar ministros seguidamente y así, continúa sin horizonte, actuando según la temperatura política, azuzado por la prensa. Esto explica su estilo de gobierno porque no tiene otra opción.
Para mala suerte nuestra, es en estas condiciones, que la pandemia llegó al país y los resultados de esta situación los conocemos. No tiene a nadie a quien recurrir y se bate empíricamente como puede. No tiene claridad sobre sus funciones ni las de otros poderes del Estado. Deja de hacer lo suyo para hacer las veces de poder electoral, de poder legislativo, de fiscal y ahora se enfrenta a su propio engendro, el parlamento complementario, al que quiere avasallar con sus amenazas chantajistas.
He descrito lo que ya se sabe, para hacer ver que el resultado es consecuencia de nuestro sistema político tramposo. Hasta por casualidad pueden llegar a ser nuestro presidente. Los vicios que contiene el régimen electoral son los insumos de los productos políticos que obtenemos. Un nuevo régimen electoral, diferente al que nos ha impuesto la república “bicentenaria”, es una necesidad vital para la patria.
No me estoy refiriendo a reformas, sino a un cambio integral para una nueva democracia, con otros parámetros conceptuales y metodológicos. La República “Bicentenaria” ha sido manejada por los colonialistas y sus descendientes, marginando a los peruanos ancestrales. Tenemos que poner fin a la discriminación política que bloquea la verdadera democracia. Está cerrado el derecho de participación en el gobierno, para los grupos sociales mayoritarios, a causa de sus rasgos raciales.
Los pueblos del interior son gobernados por grupos minoritarios ajenos a las realidades y vivencias de la población, pues el sistema electoral evacúa autoridades que nadie conoce. Oportunistas de toda índole y traficantes políticos se adueñan del manejo administrativo, para sacar provecho personal. Zonas indígenas de la selva están bajo el mando de quienes no son del ámbito de las comunidades nativas, y no les importa el saqueo de sus recursos forestales, ni la defensa del hábitat humano y biológico
Los beneficiarios del programa Reactiva Perú en la selva, resultan ser las empresas depredadoras de la Amazonía, algunas de las cuales tienen denuncia fiscal por tala ilegal. Pero son muchos los vicios del vigente régimen electoral y eso no se arregla con reformas superficiales. El sistema exclusivo de partidos políticos se ha tornado perjudicial para una verdadera democracia. Son las instituciones más corruptas, pero de allí surgen los parlamentarios, alcaldes, gobernadores, altos funcionarios y todo el andamiaje de la podredumbre gubernativa.
Hay personas honorables en los partidos políticos, pero es el sistema el que no se ajusta ya a los requerimientos de nuestra época. No son los parlamentarios los llamados a cambiar el régimen electoral porque están allí, como beneficiarios del mismo, y no van actuar contra sus intereses. No habrá una nueva república, ni nueva democracia, ni nueva constitución, si no se cambia íntegramente el sistema político vigente.
Hace falta entonces que los interesados en el cambio de régimen electoral lo exijan persistentemente, sin concesiones reformistas, presentando la alternativa que contengan sus demandas democráticas, para ser aprobadas vía referéndum, u otro medio efectivo. Una opción podría ser el régimen de representatividad política multisectorial como derecho ciudadano de un lado, y de otro, la representación territorial por valles y cuencas autónomas, en un nuevo sistema de gobierno confederado. Pero igualmente, habrá otras opciones que tengan mayor fundamento. Ustedes tienen la palabra.