Crisis económica y social: corrupción, pobreza y delincuencia en el 2023
A mediados del 2023, vivimos una situación degradante, en todos los aspectos, siendo más notorio lo que sucede en el ámbito político. El poder legislativo, actúa repudiablemente con disposiciones y, componendas inescrupulosas. Pero son las condiciones de la estructura económica las que determinan el comportamiento social, político, cultural, jurídico, etc. La lucha social responde a estas condiciones.
El insensible modelo neoliberal, implantado en nuestro país, ha ocasionado una degradación generalizada, hasta la cúspide del poder. Gobierno tras gobierno prevalece la corrupción que envilece la vida nacional. Esto no cambiará en tanto no se cambie el implante. La situación económica se agravó bruscamente con la llegada de la pandemia en el año 2020 que, obligó a un cierra puertas que ocasionó descalabro económico. Gran parte de la población perdió su fuente de ingresos pecuniarios.
La guerra en Ucrania por la hegemonía del poder planetario, empeoró la ya crítica situación económica al dispararse los precios entrando a una inflación que hasta ahora la sufrimos. Como siempre, debido a nuestra estructura económica piramidal, los sectores pudientes del nivel más alto, corrieron traslado de la crisis hacia los sectores más débiles en la parte baja.
De ese modo, los que manejan el mercado ajustaron sus precios con los nuevos costos elevados, para no perder su margen de ganancias, con lo cual, los consumidores absorbieron toda la inflación gastando más y reduciendo compras. Los más débiles de dinero redujeron sus alimentos. Aunque los costos hayan bajado en algunos rubros, los precios elevados se mantienen, y esto, es sobre ganancia para dichos manejadores.
El aplastamiento desaceleró la economía y los negocios cayeron generando desempleo. Los ingresos estatales provenientes del IGV e impuestos a las rentas, también cayeron, teniendo que ajustar presupuestos. Gran cantidad de menesterosos fueron empujados a la informalidad buscando sobrevivir. Fueron cayendo en cadena, por “efecto dominó”, los sectores que quedaban sin sustento.
Los más indefensos recurrieron a los programas sociales que, pugnan por mayor presupuesto para atender la demanda creciente. La población más necesitada se organizó en ollas comunes. Solo en Lima, en el 2021 se montaron 2,195 ollas comunes en 33 distritos. Pero otros, en su mayor parte, jóvenes optaron por el robo y, la delincuencia infectó los recursos humanos más preciados de nuestra sociedad.
En solo un año, la delincuencia creció 18% en el 2021, llegando a 94.789 actos delincuenciales (11 en cada hora), según el informe anual del Sistema de Denuncias Policiales (Sidpol). Si agregamos los casos no denunciados, la cifra sobrepasa los cien mil al año. Esto, sin considerar la migración hacia al narcotráfico, meretricio, y otras repercusiones en el área de salud, educación, servicios públicos, etc.
El trasvase de la crisis hizo que la capa baja de las clases medias, caigan bajo la línea de pobreza y muchos pobres entraron en pobreza extrema. El jefe del INEI hizo una exposición ilustrativa al respecto, mostrando lo siguiente:
Como se puede apreciar, hemos caído a una situación peor que antes de la pandemia. El ingreso pecuniario en promedio en Lima, se ha devaluado siendo menor en términos reales a la capacidad adquisitiva que teníamos en el 2015, los ingresos rurales se mantienen casi a la mitad de los ingresos urbanos.
El gasto ha caído dramáticamente en la población de bajos ingresos. En el gasto en la población rural se ha reducido a casi la mitad del urbano ya que, sus ingresos no alcanzan para más. El porcentaje de la población que no alcanza a cubrir la canasta básica de consumo, ha aumentado considerablemente, calculándose en 2 millones 700 mil los afectados.
Tenemos una tasa de pobreza monetaria de 27,5% y en el ámbito rural pasa del 41%. Pero las repercusiones de este empobrecimiento son multidimensionales, lesionando todos los aspectos de la vida. Cuanto más pobre es la persona mayor es el daño. Con estos gráficos oficiales, se demuestra pues que la estructura económica, determina las condiciones en todos los demás aspectos, incluyendo lo político.
Pero hay un perfil muy claro que es la proletarización rural que es más aguda entre el campesinado andino y más angustiosa entre la población indígena en la que reside nuestro germen ancestral. Lo rural abarca la población campesina y no campesina (comerciantes, profesionales, técnicos, profesores, etc.). La pobreza y extrema pobreza campesina es mucho más grave que el promedio rural. Los proletarios en nuestro país, están en el campo y este enfoque es importante para las proyecciones ideológicas.
Por su puesto que, toda esta situación descrita se refleja en el descontento y lucha popular. Según la Secretaría de Gestión Social y Diálogo (SGSD-PCM) se registraron 150 casos de conflictividad durante el año 2022, pero como sabemos entre fines de este año y comienzos del actual, el conflicto social fue muy intenso luego del fracaso del golpe de estado que pretendió el presidente Castillo.
Es lógico que, el deterioro económico y político genere protesta social, pues la pobreza se ha acentuado aceleradamente. Según el INEI, se calcula que la población pobre en el año 2022 subió a 9 millones 184 mil personas. Naturalmente, los conflictos sociales se incrementaron. Solo en enero de este año, dicha entidad del PCM, reportó 113,186 personas movilizadas en 25 regiones. Pero fueron mucho más.
La degradación económica y política, es mucho más grave que lo descrito. Pero lo expuesto, podría ser suficiente para comprender que, en el proceso histórico, todo está interconectado, aunque no tengamos consciencia de ello. Todos los aspectos están en concordancia con los hechos pasados y presentes. El movimiento económico origina movimientos correspondientes en cada sector del engranaje capitalista. La lucha popular no debería plantearse al margen de esta realidad.
La lucha no es contra las personas en particular sino contra el sistema imperante. Aunque “se vayan todos”, aunque renuncie la presidenta, la situación estructural no cambiará y seguiremos en lo mismo y quizá peor. La potencialidad revolucionaria está en el campo. Este fue el abrigo que forjó el triunfo de la revolución bolchevique, revolución china, Vietnam, Cuba y muchos hechos históricos.
Es probable que lo dicho caiga en saco roto, sin sensibilizar la consciencia política. Los partidos representados en el Parlamento pese a sus atrocidades reciben subvención del estado a costa de nuestros impuestos. El partido político ganador de las elecciones presidenciales pasadas recibe una subvención de un millón de soles. No creo que les guste cambiar esta denigrante situación. O sí. Ustedes qué dicen.