Crisis: arrancando la esperanza
La presente nota, versa sobre el anunciado cambio de modo de vida en el mundo, la desarticulada gestión gubernamental y nuestra actuación política. Reparos al programa “Arranca Perú” y como no, mi saludo de año nuevo andino y brindis por nuestro día.
No es bueno creer todo lo que nos dicen sin reflexionar. Muchos dicen que el mundo será diferente después de la pandemia y hay quienes lo toman como un hecho inevitable, tanto como un designio divino. Se presume que, lo que viene sucediendo en nuestro planeta, ha generado consciencia cívica de, no atentar más contra nuestro hábitat. Por consiguiente, habría un giro en nuestro comportamiento hacia un sistema de vida compatible con la supervivencia humana. ¿Cuánto de verdad hay en esta predicción?
Es probable que muchos humanos asuman ese comportamiento ideal, porque no tienen intereses contrarios. Pero hay grandes poderes planetarios que son los que han puesto al planeta en esta situación, por el afán de lucro capitalista. Si esta es la causa, entonces no habrá cambio efectivo si antes, no se la elimina. Podrá haber cambios aparentes, parciales, declarativos, pero nada cambia totalmente si no hay una fuerza contraria que la haga cambiar. Entonces no es cuestión de consciencia, sino, de poder.
De todas maneras, será necesario lucharla intransigentemente como movimiento mundial. De lo contrario volveremos a lo mismo con otra careta y las condiciones de vida en nuestro planeta seguirán deteriorándose. Marte, perdió su atmósfera, sin la cual, no es posible la vida como la conocemos. En esa tendencia estamos. Pero para no ser mal entendido como apocalíptico, me referiré a algo más local.
No hay más optimista que Vizcarra que se auto alienta, aunque esté perdiendo. Después de habernos mecido con el espejismo de la meseta, ahora nos encandila con el programa “Arranca Perú” para obtener un millón de empleos que no se sabe cuándo, dónde y cómo arrancará, pues seguirá el mismo proceso fraudulento de la corrupción generada por la pandemia. El INEI reporta que solo en Lima, entre marzo y mayo, 2.3 millones de trabajadores perdieron el trabajo. Aunque los despidos proseguirán.
El monto presupuestado para dicho programa es de 6.436 millones de soles, de los cuales se dará solo el 5% al agro para los trabajos de limpieza de causes que acostumbran hacerlo por su cuenta todos los años. Son S/ 373 millones para 76,555 puestos de trabajo. Aunque todos vienen reclamando que se otorgue un trato preferencial agro como medida de seguridad alimentaria, al parecer hay un mal entendido de parte del gobierno, al asignarle tan bajo presupuesto.
El sector agrario, aparte de ser el más importante en la captación de empleo, tiene particularidades especiales que lo hacen muy diferente de los sectores urbanos. Allí los desempleados no van a salir a robar ni a vender ambulatoriamente. Los inversionistas agrarios en más del 99% son al mismo tiempo trabajadores y empleadores. Pero la limpieza de causes, es preparatoria para la próxima campaña agrícola 2020/2021 que empezará en el segundo semestre para las cosechas del año entrante.
Si de lo que se trata es, asegurar que no falten los alimentos post pandemia, se debió haber comprado parte de las cosechas que terminan este mes y guardar para cuando llegue la escasez, el segundo semestre. Se pudo haber almacenado en lugares de refrigeración natural y artificial, o procesarlos como conservas como se hace con el pescado y otros, deshidratados, etc. De este modo se hubiera evitado la ruina de los agricultores por las pérdidas derivadas de la encerrona y falta de poder adquisitivo. Este álgido asunto, no lo resuelve Arranca Perú, y hay un tiempo perdido que nos costará caro.
En el sector agrario no se produce en cualquier momento. Cada cultivo tiene un ciclo climático y se trabaja escalonadamente con cada estación. No se puede sembrar papa en verano ni arroz en invierno, por más que pongamos a disposición de los agricultores empleos y créditos. Cada cultivo necesita una temperatura exacta en un mes exacto, para la floración. Un exceso de calor o de frío, impide la floración, sin la cual no hay producción.
Tradicionalmente nunca falta papa en el mercado, pues hay una alternancia. La sierra abastece de enero a julio. Entonces la costa siembra desde abril para abastecer de agosto a diciembre. Pero con la cuarentena no se ha podido subir a la sierra para traer la semilla ya que hasta el transporte fue bloqueado. Entonces no hubo siembra ni habrá suficiente abastecimiento de cosechas a partir de agosto. Lógicamente, el precio al consumidor “arrancará” para arriba. No hay acción sin reacción.
Este sencillo ejemplo ilustra sobre las características de la producción alimentaria y sobre el malentendido gubernamental que deja pasar el tiempo sin atinar a prevenir lo que la gente le reclama en cuanto a seguridad alimentaria. De modo que, el burocrático programa “Arranca Perú”, demorará en arrancar y cuando lo haga será tarde para el agro, porque no le servirá para arrancarlo de la ruina, ni para arrancar la prevención alimentaria. Los únicos arrancados serán los campesinos.
Pero lo que salta a la vista es que el gobierno no se conduce de acuerdo a un plan sustentable y nos lleva a la deriva sin estrategia, ni metas. Tampoco hay exigencias de la ciudadanía sobre las medidas que corresponde tomar con miras a resolver los riesgos de la crisis económica nacional, y se acepta pasivamente sin objeciones, las medidas aisladas que se le ocurren. Tampoco hay propuestas definidas sobre lo que se debe hacer para forzar un cambio de rumbo en condiciones diferentes a las de la pre pandemia.
Diversos países ya están adquiriendo más oro preventivamente porque no tienen confianza en la estabilidad monetaria mundial, ante el riesgo de inflación y devaluación. No vaya a suceder lo que nos hizo sufrir con sus paquetazos Alan García, al descontrolarse la economía. Todo indica que la recuperación económica no compensará la caída ni el gasto en el corto plazo. Por eso el precio del oro ha empezado a subir y se calcula que para fin de año podría llegar a 1.800 dólares la onza.
De ser así, tampoco se podrá detener la extracción ambulatoria del oro amazónico. Al igual que las oleadas de ambulantes en la capital por efecto del desempleo, tampoco se podrá contener la expansión de los cultivos ilícitos. Entonces si “Arranca Perú” no da los resultados esperados, muchos arrancarán hacia la depredación amazónica. Ese es el riesgo de un mal manejo de la situación, pues una cosa arrastra a la otra y así se complica todo.
Lamento pasar como pájaro agorero, pero hay que estar atento. Así que, mejor concluyo deseándoles un Feliz Año Nuevo Andino. El 21 de junio nuestro planeta habrá alcanzado su máxima inclinación en su órbita al rededor del sol. Será la noche más larga del año porque su sombra oscurece temprano y el sol aparece tarde (El día más corto del año). Esta máxima inclinación marca el solsticio de invierno para el hemisferio sur del planeta, al mismo tiempo que marca el solsticio de verano para el hemisferio norte.
A partir de esta fecha la Tierra empezará a inclinarse en sentido contrario gradualmente hasta el 21 de diciembre que para nosotros será el solsticio de verano y para el norte planetario el de invierno. Con esa fecha, Europa y Norteamérica, acaban el año y celebran el año nuevo con el advenimiento del invierno. Pero, así como nos implantaron la religión, estamos obligados a seguir un calendario ajeno, omitiendo el año nuevo andino.
De este modo, celebramos el año nuevo imitando a nuestros dominantes y fingimos un invierno, en pleno verano. Durante siglos de dominación colonial y republicana, la astronomía andina fue perseguida y prohibida como práctica pagana. Aunque la ciencia confirmó la sabiduría de nuestros antepasados, el Inti Raymi, nuestra fiesta de año nuevo tenía que festejarse a escondidas de las autoridades políticas y religiosas. Pero ya nada impide que reivindiquemos lo nuestro. Es el fin de las cosechas y el advenimiento de una nueva campaña agrícola.
También, el 21 de este mes es nuestro día. Va un abrazo para todos los padres sobrevivientes y el reconocimiento cariñoso a los padres de los padres. Salud compadres.