Complot mediático: la historia de cómo tramaron para perjudicar a Castillo y beneficiar a Fujimori
El docente y sindicalista de izquierda Pedro Castillo sorprendió a propios y extraños cuando, el pasado 11 de abril, las autoridades electorales de Perú confirmaron lo que hasta entonces parecía impensado. Sin experiencia en las grandes esferas de la política, ignorado por los grandes medios y a pesar de una campaña comunicacional circunscrita casi exclusivamente a las redes sociales, el candidato de Perú Libre se alzó con el primer lugar en los comicios generales, y accedió al balotaje por la Presidencia.
A partir de ese momento, los periódicos, radios, canales de televisión y portales de internet, tanto locales como extranjeros, se abocaron a la tarea de describir la figura del ignoto maestro rural, y a explicar los motivos que lo posicionaron a las puertas de la Casa Pizarro. El hartazgo de la ciudadanía para con una dirigencia manchada por la corrupción —142 de los candidatos a la Presidencia y al Congreso tienen investigaciones en curso— jugó en favor de Castillo, que cosechó buena parte de sus votos en las regiones del interior del país.
Su rival fue confirmada unos días después. La derechista Keiko Fujimori, al borde de un juicio por una acusación de lavado de dinero y por recibir aportes ilícitos para sus campañas de 2011 y 2016, volvería a disputar la segunda vuelta intentando seguir los pasos de su padre, el encarcelado exmandatario y emblema del neoliberalismo peruano Alberto Fujimori.
El diario no hablaba de ti
El nombre de Pedro Castillo comenzó entonces a copar las portadas de diarios y sitios web, pasando a ser protagonista de segmentos políticos en canales de radiodifusión. En los llamados ‘grandes medios’ proliferaron análisis poco comprometidos con los datos comprobables, y más apegados a una clara intencionalidad: la de horadar la imagen del primer candidato de la izquierda en los últimos 20 años y, a la vez, mostrar a Fujimori como la opción más viable para un país que necesita recuperarse de una crisis sanitaria, económica e institucional sin precedentes.
La receta consistió en agitar el fantasma de una «dictadura comunista», vincular a Castillo con «los terroristas de Sendero Luminoso», exacerbar errores comunicacionales propios y pronosticar un supuesto plan de expropiaciones de empresas y medios.
En sintonía, los mercados reaccionaron negativamente ante la posibilidad de un gobierno que, se presume, no dejará todo librado a los caprichos del capital financiero. Así, el sol peruano se devaluó frente al dólar (2 %) alcanzando mínimos históricos, y la bolsa se desplomó hasta 7,7 %.
En pocas semanas, los casi 5 puntos porcentuales que distanciaban a Castillo de Fujimori en la primera vuelta, se fueron acortando hasta que los sondeos previos a la elección definitoria pronosticaron un empate técnico, que finalmente se reflejó en los números oficiales con una ajustadísima victoria del postulante de Perú Libre, que todavía no pudo ser proclamado por las denuncias de «fraude» que presentó su rival.
«Falta de garantías para ejercer la labor periodística»
Semanas atrás, la Relatoría Especial para la Libertad Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) informó que está analizando denuncias de periodistas por presuntas «presiones y hostigamientos» en los medios en los que trabajaban.
Concretamente, reporteros, productores y directores de Canal N y la señal América Noticias fueron forzados a terminar su vínculo laboral —despidos encubiertos— debido a que no adoptaron la marcada línea editorial de esos medios, que apoyaron abiertamente la candidatura de Keiko Fujimori, aunque sin reconocerlo de manera pública.
Gabriela García Hildebrandt, Carola Miranda, Carlos Fonseca, René Gastelumendi, Karina Borrero, Daniel Yovero, Anuska Buenaluque, Carlos Hidalgo, David Gómez Fernandini, Carlos Mauriola y Carla Ospina fueron los trabajadores de prensa afectados a nivel local.
En tanto, las periodistas de medios internacionales Jaqueline Fowks y Paola Ugatz, corresponsales de El País y ABC de España, respectivamente, fueron víctimas de una campaña de hostigamiento y acoso impulsada desde las redes sociales, situación que fue denunciada y repudiada desde La Asociación de Prensa Extranjera en el Perú (APEP) y la Asociación Nacional de Periodistas (ANP).
A nivel interno, la parcialidad de los canales informativos fue tan notoria que hasta el Tribunal de Honor del Pacto Ético Electoral del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) rechazó la «falta de objetividad y equidad» de «algunos» medios de comunicación peruanos «en la cobertura de actividades de los partidos políticos».
El público también lo notó. Una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) sostiene que el 59 % de los ciudadanos cree que los medios favorecieron a Fujimori, y solo el 7 %, a Castillo.
Un ‘déjà vu’
Desde su casa en Lima, Gabriela Hildebrandt, extrabajadora del canal América, donde fue directora del programa dominical Cuarto Poder, lo explica en primera persona para RT.
«Yo he visto lo que ha pasado ahora como un ‘déjà vu’ (en francés, ‘ya visto antes’) de lo que ha ocurrido en 2011, donde también hubo presiones y acciones desesperadas por beneficiar a un candidato e ir en contra de otro, que en esa época era Ollanta Humala. Había un miedo similar al que despierta ahora Castillo en cierto sector de la derecha», dice Hildebrandt del otro lado de la línea.
Pero esta vez, aclara, lo hicieron de otra manera. Tras la primera vuelta electoral, el canal América decidió despedir a la directora de prensa, la periodista colombiana Clara Elvira Ospina, con quien el equipo estaba trabajando «de excelente manera», logrando la señal «los más altos estándares de credibilidad» en el público. Antes de la salida de Ospina, la línea editorial estaba clara: «No íbamos a apoyar a ningún candidato».
«Nuestra labor es sacar informes para ayudar a votar a la gente de manera más sólida. Pero yo sentí que el miedo era la pauta. Que Castillo es comunista, que representa el retroceso a los 70′, todo basado en el miedo, pero no en la realidad»
«No se despide así nomás a una autoridad del canal sin explicaciones, en medio de unas elecciones y antes de una segunda vuelta. Así que de alguna manera ya sabía lo que se venía —relata—. Cuando pregunté las razones a la empresa me dijeron que la relación entre Ospina y el canal estaba desgastada, lo cual claramente me resultó insuficiente, sobre todo porque venía de ser premiada y felicitada por el directorio».
«De esos temores no se hablaba»
A partir de allí, Hildebrandt y otros directores periodísticos comenzaron a percibir en las reuniones editoriales que los temas que se planteaban tenían como objetivo atemorizar al público con opiniones sobre lo que podría ocurrir bajo un potencial gobierno de Castillo, en lugar de, como ella proponía, exponer investigaciones e información fidedigna sobre ambos candidatos.
«Nuestra labor es sacar informes para ayudar a votar a la gente de manera más sólida. Pero yo sentí que el miedo era la pauta. Que Castillo es comunista, que representa el retroceso a los 70′, todo basado en el miedo, pero no en la realidad. Y yo decía, ‘si vamos a hablar de miedos, pues seamos plurales’. Mucha gente cree que con Fujimori puede llegar la corrupción, pero de esos temores no se hablaba», asegura.
Según cuenta la comunicadora peruana, con la designación del nuevo director periodístico, Gilberto Hume, el vuelco editorial quedó sellado en una pregunta suya frente al equipo: «‘Voy a ser un poco provocador, pero, ¿qué opinan de que se tome partido contra un candidato que representa un peligro para la empresa?’, dijo. Ahí me quedó claro que sus valores estaban muy lejos de los míos».
Desde ese momento, la periodista dice que notó con claridad que las notas ofrecidas que podían afectar la imagen de Fujimori eran rechazadas con diversas excusas, mientras que la conducta para con Castillo era inversa. Incluso, asegura Hildebrandt que en una de esas reuniones el director argumentó: «Esto es como si viniera Hitler y ustedes no lo vieran«.
«Ahí yo dije, ‘no, esto ya está desbocándose’. Y fuimos varios los que le dijimos que no estábamos dispuestos a hacer política en lugar de periodismo«.
Hildebrandt renunció pocos días antes del balotaje, luego de advertir que no estaba siendo informada sobre decisiones que sí o sí debían pasar por ella, como quién iba a entrevistar a Fujimori y quién a Castillo.
«La línea editorial puede ser para aquí o para allá mientras el público lo sepa, algo que no se quiso exponer. Pero más allá de ello, la línea informativa debe ser plural, dando cobertura a lo que dicen ambos postulantes», afirma la profesional de los medios y también docente.
Y concluye: «Así estás quitándole el derecho a la gente de informarse adecuadamente. Hay un contrato social entre el público y el periodista. Hay que decir las cosas como son. Si tú le quitas ese derecho a la gente que te ve, estás traicionando ese principio, estás horadando la confianza y los principios democráticos. Esta vez la operación ha sido desnudada«.
Tanto el Canal N como la señal América, así como la radio América, pertenecen al grupo Plural TV, cuyo paquete accionario se divide entre El Comercio (70 %) y La República (30 %), los dos periódicos más leídos del país.