Blancos son y no los compadezcan

Se habla mucho del trauma del poblador andino que, por cierto, existe y está presente en cada día; sin embargo, se habla poco de ese complejo de blanco del que padece nuestra élite criolla, ese que evitó corresponder un gesto de la presidenta del congreso a un hombre que tenía un tono distinto de piel.

Les duele que Perú haya dejado de ser un virreinato y quisieran ver exterminado hasta el último poblador andino. Pruebas al canto: como cuando Aldo Mariategui llamaba a bombardear con napalm a protestantes o la expresión “Auquénido de Harvard” dirigida al entonces candidato presidencial, Alejandro Toledo.

La creencia de que una raza tiene superioridad intrínseca sobre otra dejó de tener sentido hace mucho en el mundo occidental; de hecho, la misma existencia de la raza también dejó de tener asidero en el ambiente académico.
Esto resulta verdaderamente paradójico cuando vemos muestras de racismo en el grupo de personas con acceso a una educación privilegiada y la posibilidad de salir del país y tener una “visión cosmopolita”.

Entonces, si bien, el “cholo” tiene que redimirse y dejar atrás viejos y justos rencores; el blanco peruano, ese criollo de apellido compuesto que se coloca en lo más alto de la sociedad también tiene que superar esa horrible tara que los aleja de sus connacionales.

Si la élite peruana no supera estas taras y no deja de tratar el resto del Perú como un gamonal veía a sus terrenos y a los campesinos, será lentamente aplastada por la realidad chola que rodea sus ciudades y, ahora ocupa los pasillos de palacio de gobierno.