Alarma alimentaria: guerra, pandemia, cambio climático y crisis energética
La seguridad alimentaria ha cobrado importancia mundial por el desabastecimiento que, viene elevando precios a un nivel inaccesibles para los pobres. El 20 de mayo, la representación FAO/ONU en Perú, advirtió que acá, afectaría a 15.5 millones. Hay preocupación nacional y diversos sectores puntualizan el problema, en la carestía de los fertilizantes. ¿Qué tan cierto es? Veamos.
Como sabemos, la humanidad está ahora condicionada por cuatro factores principales: El cambio climático del que depende la producción de alimentos, la crisis energética europea que encarece el gas para la producción de fertilizantes, la pandemia que paralizó la economía mundial y, desde marzo, las consecuencias de las sanciones contra Rusia por la invasión a Ucrania. No está en nuestras manos el manejo de ninguno de estos factores, aunque sufrimos las consecuencias.
Pero en materia alimentaria podemos decir que nuestro país es maravilloso. Acá, sobran los alimentos. En los tiempos de la dominación colonial europea, nuestra papa salvó al mundo de la hambruna y podemos hacerlo nuevamente y no solo con papa. El agro maltratado y saboteado en la república, sigue alimentándola desde que tenía un millón de habitantes hasta la actualidad con 33 millones. ¿No es esto una maravilla?
Es más, según datos oficiales, en el 2021 hemos exportado 4’275,971 toneladas (TM) de productos agropecuarios, Más de 80 productos alimenticios, naturales y preparados. En azúcar y café, 309,159 TM. En productos no tradicionales: 3’966,812.2 TM. Quinua: 53,061 TM, camote 13,420 TM. habas: 2,795.2 TM y ocupamos los primeros puestos mundiales en exportación de frutales y hortalizas.
En cuanto a los montos, según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo- MINCETUR, en el 2021, las agro exportaciones marcaron «un nuevo récord» al llegar a US$ 8,874 millones. Alimentos pesqueros US$ 3,865 millones. Un crecimiento de 34,7%, por los principales despachos de concha de abanico en 60,9%, pescado en 45%, langostino en 13,4% y harina/aceite de pescado en 51%.
Es estoico lo que aporta el agro, minusvalizado por la dominación republicana que, lo ha condenado a subsidiar siempre a la ciudad a costa de perder rentabilidad. Esta segregación social, impide capitalizar y adquirir las tecnologías de alto rendimiento que multiplicaría nuestra producción alimentaria. Esto es crucial para las inversiones reproductivas y el futuro nacional.
Se puede deducir entonces que, si hay desnutrición infantil, madres gestantes anémicas, si hay ollas comunes, si hay gente que pasa hambre, si hay carestía de alimentos, etc., no es por falta de alimentos en el país, sino por las nefastas políticas de estado en materia social, salud, empleo, etc. Se da preferencia al lucro por corrupción. Importar alimentos no sería negocio, sin sabotear la producción nacional.
Muchos son los que detestan a la ex candidata presidencial Keiko Fujimori. No les falta razón. Pero visto de otro modo, podría decirse que, ellos mismos, son los que han aportado dinero a la campaña electoral de la susodicha. ¿Cómo? ¿Pero qué está diciendo usted? Es verdad, aunque no lo crean. Todos lo hemos hecho, indirectamente.
Cada vez que compramos pan, fideos y otros derivados de trigo, estamos rentabilizando al oligopolio ALICORP, del grupo Romero, el mayor importador de trigo. De estas ganancias, el grupo Romero dio a Keiko US$ 4’130,000 dólares. ¿De dónde salió ese dinero? Pues, de nuestros bolsillos. La importación alimentaria es altamente lucrativa y alcanza para corromper políticos.
Pero también, cada vez que compramos leche enlatada y otros derivados lácteos fraudulentos, estamos rentabilizando al grupo Gloria, el mayor importador de leche en polvo, para sustituir la leche natural dejando de comprar a los pequeños ganaderos. También, es el mayor productor de azúcar y el más grande latifundista, aparte de otros rubros. Pan, azúcar y leche, es lo que compramos diariamente.
El grupo Gloria dio para la campaña política de Keiko US$ 400 mil. Es que, para los oligopolios, es una inversión a cuenta de asegurar que el negocio no pierda los amarres lucrativos de los que goza actualmente. La suma aportada no es nada, en comparación con lo que podría perder si hay cambios estructurales. Nuestra alimentación con componentes importados está en manos de la corrupción, porque lo permitimos.
Por su parte el gobierno cree que la seguridad alimentaria se resuelve importando directamente fertilizantes y, ha dispuesto la c0mpra de urea por valor de S/. 348’887,735 para abastecer a pequeños agricultores. Esta cifra es similar a la que el grupo Gloria ha dado como corruptela al Colegio de Nutricionistas del Perú (S/. 340, 000) solo por usar a la institución, avalando la leche evaporada fraudulenta elaborada con leche en polvo.
El gobierno se propone comprar 70 mil toneladas de urea, aun cuando carece de personal especializado en la comercialización y logística del rubro. Anualmente se importa cerca de 400 mil TM. Antes de la invasión rusa a Ucrania ya el precio había subido considerablemente. Pero después, los precios se duplicaron pasando de U$ 0.462 kilo en el 2021 a U$ 0.939 kilo en el 2022.
En esta situación, en el primer trimestre de este año solo se importaron 2,676.7 TM frente a los 97 000 TM en igual periodo el año pasado. El 88% se trajo de Rusia, pasando peripecias, un 11% de Bolivia y muy poco de otros países (Fuente: Agrodata). Pero la urea es solo uno, del grupo de 8 fertilizantes básicos que utilizan en los cultivos, además de las combinaciones específicas.
Los cultivos comerciales que absorben la mayor cantidad de fertilizantes son arroz, papa, caña de azúcar, maíz y la agricultura de exportación de frutales y hortalizas. La gran mayoría de pequeños agricultores no usa fertilizantes químicos por la baja o nula rentabilidad de sus cultivos (53.3% en unidades menores a 5 has). El 97% de las unidades agropecuarias de Perú, son de agricultura familiar en la que, el 88% son de subsistencia.
Actualmente estamos en periodo de cosechas, lo que significa que la época de fertilización ya pasó en muchos cultivos. Por lo mismo, los precios de alimentos nacionales están a la baja. No así los que tienen componentes importados que se han encarecido. La preocupación es por la próxima campaña agrícola que empieza en agosto.
Si para entonces, no hay abastecimiento suficiente de insumos, habrá merma productiva en los cultivos comerciales. Los fertilizantes no son los únicos insumos que ha subido de precio. También se han encarecido las semillas, fármacos agropecuarios, jornales, alquiler de tractores y yuntas, crédito y otros. Pero no se dejará de sembrar, porque de eso vive la familia campesina y el clima no espera.
Pero en estas circunstancias es precisamente donde sale a relucir la pericia gubernativa, con la estrategia apropiada para aprovechar el alza internacional de precios alimentarios, e invertir lo máximo que se pueda, en producción de alimentos exportables. Sustituir los alimentos importados con producción nacional, recuperando la producción triguera y la agroindustria molinera en provincias.
También, se podría proteger al consumidor nacional de modo que las exportaciones alimentarias no perjudiquen el abastecimiento del mercado interno, evitando el alza de precios. Muchas otras medidas podrían ser parte de la estrategia, mejorando el intercambio, que rentabilice la agricultura nacional y así, estimular las inversiones y la capitalización agraria. Tenemos ventajas de clima, biodiversidad y otros aspectos. “No solo de pan vive el hombre”. Cuide su salud.
Salvo mejor parecer.