Mucha distracción, poco trabajo
La vida nacional discurre principalmente sobre la base de los escándalos por corrupción que aparecen en el primer plano de los medios de prensa y nos llevan de las narices a un estado mental que condiciona nuestro metabolismo. Todos los días tenemos una función de escándalos que acaparan toda nuestra atención, dejando de lado lo más importante de la problemática nacional. No podemos ser indiferentes ante la podredumbre del modelo gubernamental. Se va a cumplir un año desde que el nuevo gobierno asumió la conducción del país y sería bueno preguntarnos: ¿Cuánto hemos avanzado en mejorar las condiciones de vida nacional?
A esta altura del periodo gubernamental hay unanimidad en considerar que en muchos aspectos estamos peor que antes. Mejora nuestra condición de vida cuando tenemos mayores ingresos y por lo tanto mayor poder adquisitivo. Si esta condición la tuviera el grueso de la población peruana entonces diríamos que el país ha mejorado. No se trata de que mejore un sector como es el caso de ciertos exportadores y de muchos políticos que hoy gozan del triunfo electoral, sino de la mayoría nacional, sobre todo los olvidados de las provincias.
Cifras oficiales sobre la inflación, confirman esta apreciación pero la gente no sale a las calles a protestar porque los escándalos políticos no nos dejan ver lo que viene sucediendo en el manejo del país y a nadie le importa hasta que lo sufra. Pero hay preocupaciones que la izquierda no debería dejar pasar, porque ello significa sufrimiento para nuestro pueblo en los sectores más indefensos. Por ejemplo, muchos estamos asustados económicamente pero contentos de que los precios no suban. Pero si extendemos la mirada más allá veremos la luz roja. Los precios en el más allá tienen peligros que no vemos:
Como se puede apreciar en el gráfico, los precios han venido cayendo desde el año pasado y se mantienen bajos hasta ahora. En abril de este año hubo una caída de -0.26 y en mayo -0,42. Esta situación significa menores ingresos para los productores de alimentos que es el sector más numeroso, pero también para los productores de las demás actividades como es el caso del sector construcción que se traduce en desempleo de albañiles, técnicos, obreros de fábricas de materiales de construcción, transportistas, etc. Lo mismo podríamos decir de las angustias de los vendedores ambulantes, trabajadores de espectáculos, trabajadores independientes y microempresarios.
El asunto es que los precios caen cuando hay poca demanda debido a que la población pierde poder adquisitivo. A la inversa, a mayor demanda, los precios suben. Si el abastecimiento del mercado es normal y concuerda con la demanda del público los precios se mantienen en equilibrio sin mayor variabilidad. En este caso no hay mayor inflación de precios. También caen los precios cuando hay sobreabastecimiento del mercado. Pero si la oferta es normal y la demanda disminuye ocurre un desequilibrio que hace caer los precios. Baja la inflación pero algo está pasando, para que la gente deje de gastar.
Mantener el equilibrio razonable de los precios es tarea del Banco Central de Reserva, incluyendo los precios monetarios. Pero el BCR tiene que actuar sincronizadamente con el manejo administrativo del Estado, ya que las medidas gubernamentales pueden hacer subir o bajar la inflación de manera incontrolada desbalanceando la oferta y la demanda. Por ejemplo, un demagógico aumento de salarios puede provocar un efecto dominó haciendo subir los costos que, perjudica la rentabilidad y desalienta la inversión. La corrupción puede condenar por décadas a la gente cobrando peajes por todos lados con lo cual, le quita poder adquisitivo, haciendo caer la demanda y los precios.
En suma, si nuestros ingresos de dinero aumentan podremos comprar más y a mayor demanda haremos elevar los precios. Por el contrario, si los ingresos se estancan o disminuyen la demanda será menor y los precios bajarán porque la oferta es mayor. Por su puesto que todos queremos tener mayores ingresos y eso significa mayores precios o mayor inflación. Entonces en el arte de gobernar tenemos que tener las alternativas de solución apropiadas para que el país prospere mejorando ingresos sin que la inflación haga perder el ritmo del crecimiento. El manejo de la economía tiene que ser equilibrado y concordante con las metas de desarrollo.
La izquierda tiene ese reto de luchar por el pueblo combatiendo a la derecha con planteamientos factibles. Queremos mayores ingresos especialmente para la población más necesitada pero con fórmulas económicas de crecimiento sostenible. Que no nos injurien por ser simples revoltosos sin fundamento. Tenemos que ganarnos el respeto político por la calidad de nuestras alternativas. Hay muchas maneras de mejorar las condiciones de vida de la población mejorando sus ingresos de manera sostenida sin tener que engañar a la gente con programas sociales.
Una de las formas es rentabilizar los negocios de la población de menores ingresos y ello se consigue por ejemplo elevando productividad y vendiendo al mercado exterior donde hay mayor poder adquisitivo, evitando así el sobreabastecimiento local que hace caer los precios, la rentabilidad y las inversiones. Pero ojo, elevar la productividad con la más alta tecnología de punta, puede llevar a la ruina si los precios caen. Si en el mercado interno no hay rentabilidad debido al bajo poder adquisitivo de la clientela, entonces habrá que buscarla en otros países y traer al país el dinero que nos falta.
Para la derecha, la inversión extranjera que depreda nuestras riquezas naturales es la solución. Esa es la visión del presidente Kuczynski que ruega por China, EE UU y otros países, que inviertan en el país por favor, sin darse cuenta de la potencialidad del país en rubros aún no explotados debidamente y que pueden por sus propios medios sacar al Perú de la situación en que se encuentra. Tal es el caso de la agroexportación que, en plena crisis incrementa sus ventas al exterior aun cuando los agricultores exportadores no llegan ni al 1% de los productores.
LAS EXPORTACIONES NO TRADICIONALES HAN CRECIDO A UN RITMO PROMEDIO DE 7,4 % EN LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS (BCR) POR INICIATIVA PRIVADA SIN SER ESTRATEGIA NACIONAL.
Un solo producto, el café peruano, al que el gobierno no le presta atención, triunfa como el mejor del mundo en calidad y aporta miles de millones de divisas cada año. Esta línea de producción no es explotada estratégicamente como puntal del desarrollo nacional y así como este producto tenemos centenares de productos con ventajas ecológicas desaprovechados como fuentes de capitalización y crecimiento.
Pero estamos en una situación en que, la falta de liquidez de la población peruana hace caer la demanda y eso repercute también en una baja de ingresos fiscales. Si bajan los precios, baja el IGV y la recaudación de ingresos estatales. Por el contrario, a mayores ingresos la gente podrá comprar más y al aumentar la demanda hay más producción y empleo como también más cosecha de IGV, más ingresos estatales, mayor PBI y crecimiento. Los países desarrollados tienen un alto costo de vida pero disponen de inmensos ingresos estatales para crecer y compensar desequilibrios.
El BCR estima un aumento del déficit fiscal para el 2017 -2018 que se irá reduciendo en años posteriores pero si las condiciones no mejoran el déficit nos pondría al borde del precipicio. Sin embargo, el BCR persiste en mantener una inflación ajustada a la baja en vez de expandir inversiones, con estímulos financieros. Tiene esperanzas en que la producción no primaria (Industria) será el motor de la recuperación económica. Las proyecciones inflacionarias del BCR y sus proyecciones sobre la marcha de nuestra economía son como se muestra en los gráficos correspondientes.
Pero la economía peruana por su bajo nivel de desarrollo industrial y por carecer de diversificación es dependiente del mercado internacional de productos minerales. El mundo está en recesión económica y si no hay mejora en los precios de los productos mineros la recaudación presupuestal seguirá estancada. Mientras no haya recuperación económica de nuestros compradores seguiremos orando para que nuestros depredadores no se mueran y nos sigan devorando. Pero las perspectivas no son alentadoras todavía.
La producción y exportación de cobre ha mejorado porque nuestros depredadores expropiadores lo están llevando para su uso, pero todavía no son significativas. Cada mes que pasa el Banco mundial disminuye sus expectativas de crecimiento global y local. Por todas estas razones, podemos afirmar que hasta la fecha, la derecha gobernante viene fracasando y causando daños a la economía popular, lo cual repercute en el desprestigio tanto de la derecha legislativa como la derecha ejecutiva. Pero entonces, corresponde a la izquierda, dar el combate en condiciones favorables para repotenciarse y crecer como alternativa política.
Hay mucho campo para trabajar en esta perspectiva porque el fracaso del gobierno no es solo económico sino multisectorial. La ineptitud gubernamental está presente en el sector transportes y comunicaciones, en el agrario, industrial, construcción, comercio y en sectores sensibles como el de los derechos humanos, salud, justicia, programas sociales, seguridad ciudadana y más. Pero tenemos que reunir pruebas contundentes y exhibir alternativas viables con enfoque de izquierda que nos diferencie claramente de la derecha.
Naturalmente, se requiere de esfuerzo y dedicación. Para la izquierda no hay nada fácil porque remamos contra la corriente, pero es el precio que hay que pagar para recuperar la prestancia como alternativa política. Es muy fácil reunirse alrededor de una mesa y hacer frentes por doquier sin salir de la comodidad particular pero lo que se necesita es mucho trabajo fuera de Lima.
Es de esperar, que los economistas de izquierda nos puedan dar mayores luces sobre lo que viene pasando en la economía nacional y puedan darnos consejos para enarbolar banderas políticas apropiadas. Pero que no se queden en generalidades como decir que la solución es el cambio de modelo sin presentar un modelo alternativo concreto. Decir que tenemos que ir a la diversificación productiva sin proponer alternativas viables, no ayudan a levantar banderas para nuestra labor política. Necesitamos armas de lucha para recuperar la confianza popular. Sin trabajo no esperemos que la dicha llegue sola. Salvo mejor parecer.