Traición a la patria política
No se puede acusar de traición a la patria, por simple invención interesada. Tampoco es solamente por asuntos territoriales, sino también, cuando se pacta ajenamente, contra los intereses que compartimos todos los peruanos. La historia está llena de traiciones de toda índole, cuyas consecuencias las estamos viviendo, olvidando causas.
El Perú, ha perdido territorio frente a todos los países limítrofes. En todos los casos, la responsabilidad ha sido de los colonialistas y sus descendientes, enquistados en el poder republicano.
Para los peruanos ancestrales, la patria de ahora no es la misma que la patria originaria. El Tahuantinsuyo, fue descuartizado cuando tenía aproximadamente una extensión territorial de 1.731.900 km²; un 35% más que el área del Perú actual. Hubo traiciones en la dominación colonial, como la de Pumacahua que, estuvo del lado enemigo movilizando nativos guerreros contra la gesta de Túpac Amaru.
En la guerra por la independencia del virreinato del Perú, muchos oficiales realistas incluyendo los libertadores más encumbrados, traicionaron al imperio español, se pasaron a las filas independentistas y terminaron siendo héroes nacionales e internacionales. En la batalla final, en Ayacucho, el enfrentamiento fue entre traidores y leales al rey de España.
También podríamos decir que los dos primeros presidentes del Perú, el golpista Riva-Agüero y el marqués de Torre Tagle, fueron traidores a la patria al pactar con el enemigo realista (virrey La Serna) en la guerra por la independencia. En la república, hubo muchos políticos “vende patria”, como los gobernantes entreguistas, que han hecho del Perú, un país sometido a EE UU, condenándonos a no tener soberanía, ni independencia política.
Podríamos decir también que, quien accede al poder político enarbolando el plan de gobierno de su partido, pero gobierna con un plan distinto, no solo comete delito contra la fe pública, sino también, traiciona a sus electores y a su partido. No es traición a la patria, pero si, una traición política. La traición ideológica es recurrente en nuestro país, y es siempre contra el pueblo indefenso.
Si digo que Bolivia es Perú, y a la inversa, no estoy cometiendo traición a la patria. Conozco porque he vivido en ambos territorios. Sería una ignorantada o, de lesa cultura, no reconocer que Bolivia está en el origen mismo del Tahuantinsuyo. El Collasuyo no se ha extinguido. Collas quechuas y, aymaras, están en ambos lados. Son nuestros ancestros más genuinos. Una traición histórica nos dividió, pero seguimos compartiendo nuestra integridad, y quizá, nos reunificaremos con el Alto Perú. Ya hemos estado confederados.
Los peruanos ancestrales, compartimos el deseo de facilitar una salida al mar para Bolivia, sin necesidad de ceder soberanía territorial. No hay que perder la razón por eventualidades. Es de interés nacional abrir un torrente de ingresos de incalculable dimensión, si tomamos en cuenta los proyectos interoceánicos y la red que se extiende hasta Brasil, Argentina y, Paraguay pasando por Bolivia, cuyos parámetros técnicos ya están definidos en el proyecto meridional surandino que comprende una red vial, ferroviaria y fluvial amazónica.
Pretender acusarnos de traición a la patria por propiciar una salida al mar para Bolivia, no solo es tozudez política, sino también una barbarie histórica. Es una muestra de los rezagos de la dominación colonialista y su incapacidad moral permanente, que ignora nuestros lazos ancestrales. Los pura sangre extranjera, y los descendientes de quienes invadieron el Tahuantinsuyo y nos arrebataron nuestra patria originaria, son los menos indicados para dar esa calificación a quienes preservamos nuestra hermandad ancestral.
S.E. U.O.