Perspectiva económica mundial
La invasión rusa a Ucrania, ha evidenciado fragilidades estructurales en muchos países incluyendo el nuestro. Eso, nos obliga a pensar y obrar estratégicamente en cuanto al desarrollo nacional. Por nuestra dependencia sin soberanía, estamos atados y subordinados a las decisiones de países dominantes, que nos hacen pagar los costos de sus supremacías. Defender este sistema, es mucho más que masoquismo. Veamos.
Como consecuencia de la intromisión de EE UU y su férula occidental en este conflicto, aplicando represalias a uno de los bandos y prestando ayuda bélica al otro, se ha generado un efecto contrario en los países intrusos que, sufren por ello, encarecimiento de sus condiciones de vida por inflación de precios en todos los rubros y estancamiento económico.
Según Moody’s Analytics, los consumidores estadounidenses están gastando mensualmente, unos US$ 500 adicionales solo en alimentos, reduciendo su capacidad de compra en otros rubros, que caen en ventas e ingresos. No nos importaría si EE UU se hundiera solo. El asunto es que estamos atados a su hegemonía y nos arrastra, aunque no tengamos culpa alguna.
Por lo que hace EE UU, ahora compramos a precio duplicado el pan, fideos y todos los derivados de trigo. Pero lo mismo sucede con otros productos e insumos que, de allí, adquirimos: alimentos, medicinas, tecnologías, servicios y otros suministros encarecidos. Hay pues, un trasvase inflacionario de EE UU a nuestra economía.
La estrategia de EE UU y sus aliados contra Rusia, erosiona nuestra base alimentaria ocasionando desabastecimiento y encarecimiento de fertilizantes para la producción agraria. Suben los precios de los fármacos agropecuarios y demás insumos productivos primarios y agroindustriales, todo lo cual deteriora las condiciones de vida nacional.
Pero también sus aliados europeos sufren las consecuencias de esta intromisión hegemónica pues las represalias que aplican generan crisis energética por desabastecimiento que ellos mismos se infringen con su estrategia de efecto contrario. El presidente de Francia, Emmanuel Macron ya reconoció que, su país está «pagando cuatro veces más» por el gas estadounidense que la industria en EE.UU. Este país se beneficia a costa de sus aliados.
Por su parte, el pueblo francés en número de 140.000 aproximadamente, hizo marcha de protesta en París, contra el alto costo de la vida, participando más de 80 organizaciones políticas y gremiales. Alegan la pérdida del poder adquisitivo frente al aumento vertiginoso en los precios de la electricidad, alimentos, combustibles y servicios.
Pero todo es una cadena. Para combatir la inflación que ha generado contra sí mismo, el bloque dominante occidental, obliga a que los bancos centrales de reserva de los países involucrados, estén recurriendo a elevar tasas crediticias, encareciendo el dinero. Nuestro país también lo viene haciendo. Pero con ello, también se elevan costos crediticios y deudas contraídas. Las tasas de cambio en Europa, están a la baja.
La revista The Economist, da cuenta que dicha medida ha desplomado las cotizaciones de numerosas compañías estadounidenses y multinacionales, por falta de liquidez e insolvencia. El primero de ellos ya ha afectado a los fondos de pensiones británicos. En nuestro caso, los fondos AFP, en setiembre 2022, intensificó su caída al registrar pérdidas de hasta -9,08%, según información de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS).
El dólar es la moneda comercial mundial. Si EE UU encarece el dólar, entonces produce devaluación de todas las monedas del mundo y los que más han sentido este problema han sido sus aliados. Según el FMI, el dólar se ha encarecido un 22% frente al yen, 13% frente al euro y 6% frente a las monedas de mercados emergentes. Nosotros también pagamos ese costo y el dólar ya bordea los cuatro soles pese al contrapeso que pone el BCR. Afecta todos los negocios e inversiones financiados a plazos y desalienta nuevos proyectos.
EE UU hace pagar sus culpas a todo Latinoamérica, a la que considerada su patio trasero. La situación es grave, sobre todo para los países endeudados, que tendrán que pagar un mayor costo, tal como se muestra en las proyecciones del gráfico siguiente.
AUMENTO DE LOS COSTOS DE ENDEUDAMIENTO PARA LATINOAMÉRICA (Tasa de fondos federales de EE.UU. por WEO Vintage. %)
Este desajuste, desacelera el crecimiento de nuestros países, pues los mayores costos de endeudamiento pesan sobre el crédito interno, el consumo privado y la inversión. El alza de tasas de interés, está empujando a la baja los precios de las materias primas, y será peor cuando todo el mundo entre en recesión. Se reducirán las exportaciones, el flujo de remesas a la región y el turismo.
Como sabemos, la gente de negocios no utiliza su propio dinero para los proyectos de inversión, sino el dinero ajeno acumulado en los bancos a un costo financiero calculado para obtener ganancias. El encarecimiento crediticio y de suministros desbarajusta el costo beneficio, haciendo perder rentabilidad que se traduce en morosidad y quiebra.
Pero también, los créditos de consumo bajan y la morosidad pone en riesgo el patrimonio personal por cobranza coactiva, embargos y otros castigos. Así, se van creando condiciones para la desaceleración económica en todos los negocios. La producción entonces decrece y, si baja en dos trimestres seguidos, técnicamente entramos en recesión. A menor producción, mayor problema social.
El encarecimiento crediticio retrae la circulación del dinero, dejando sin liquidez a los negocios. Se pierde capacidad de compra (demanda) de bienes y servicios, se despide personal, caen los ingresos, se vive en déficit, se truncan planes, aumenta la pobreza, la delincuencia y todo se derrumba poco a poco, si no hay recuperación. En la gran depresión de 1929, la recuperación en nuestro país, duro ocho años.
En suma, podríamos decir que estamos en riesgo severo por decisiones extranjeras y, si a eso agregamos los riesgos internos, tenemos entonces un panorama sombrío en el devenir. Pero como dice el refrán: “No hay mal que, por bien, no venga”, será el próximo gobierno el que tendrá que afrontar la cadena de problemas sociales derivados del derrumbe. Entonces, la derecha decaerá, haciendo crecer la izquierda.