¿Por qué José María Arguedas es más querido que Mario Vargas Llosa?
El Consejo Nacional de Educación estima que en el Perú se lee menos de un libro por persona anualmente y de los que leen, la mayoría lo hace por obligación.
Es decir, pocos han leído a Mario Vargas llosa y José María Arguedas; no conocen a Cayo Bermúdez, bien apodado, Cayo Mierda (Conversión en la Catedral) o nunca leyeron la alucinante descripción del zumbayllu (Ríos Profundos).
Es algo muy «moderno» que, desde futbolistas hasta políticos, los «famosos» sean apreciados más por lo que representan que por lo que hacen, por esto en las calles, ambos son más símbolos que escritores.
El liberal, hombre de mundo, aire de divo, influyente y muy respetado Llosa es una suerte de guía intelectual de los adinerados.
Sin embargo, mirando desde las barriadas y los pueblos hasta España, Vargas llosa aparece como un embajador de tiempos coloniales o, para no decir más, un virrey. Lo curioso es que habla de arcaísmos y, con el tiempo, se hizo de una imagen arcaica ( relacionado a lo antiguo).
Arguedas, está grabado en la memoria, en blanco y negro, como si fuera el abuelo provinciano y rural que tuvo una vida triste y dura.
¿Cómo lo ven desde el otro lado? es justamente Vargas Llosa quien lo coloca representando lo bueno pero pasado, es decir, el esfuerzo fallido por la supervivencia de la tradición andina.
El andahuaylino conoció lo que es llegar la capital, el encierro en la cárcel, la discriminación, esa suerte de incomprensión de parte de intelectuales prestigiosos, el desprecio de su obra, la lucha por el reconocimiento y la posición en la sociedad.
En cambio, Llosa es el escritor más exitoso de la historia. El Nóbel y las giras internacionales, sus matrimonios, los roces con la «alta sociedad», lo hacen un ajeno.
Si se pone así, Arguedas es local y Llosa, visitante. Sin embargo, la realidad peruana es sumamente heterogénea, tanto que, en algunos círculos sociales Arguedas es un escritor de segundo orden que viene mucho después que Ricardo Palma, Julio Ribeyro o Abrahán Valdelomar.
Ambiciones y límites
Vargas Llosa dijo que la novela que más le costó es Conversación en la Catedral. En tanto, la novela más problemática para Arguedas fue Todas Las Sangres.
En de la dificultad de ambos para hacer de sus relatos una realidad literaria se aprecia la diferencia de sus vocaciones literarias.
La ambición de Llosa generó un caos de apuntes donde decenas de personajes desarrollaban sus dramas por lo cual darle coherencia y unidad a este conjunto heterogéneo era su traba.
Arguedas quería recrear la realidad peruana en toda su diversidad. El ánimo de hacer de su obra un reflejo de la realidad y no una «realidad» en sí misma, un mundo donde era el Dios fue de alguna manera, su gran obstáculo, según el mismo lo confiesa.
Llosa parece haber superado esa valla que es el límite de las intenciones y los logros. Arguedas acepta que no lo hizo.
Ríos Profundos y Conversación en la Catedral
En juicio del que escribe la diferencia entre una obra común y una extraordinaria es que la común puede entretener, impresionar, informar, invitar a la reflexión y encantar.
La obra extraordinaria hace todo lo anterior pero, sobre todo, deja huella en el lector de la misma forma que el primer enamoramiento, un viaje, la pena por una tragedia ajena, la primera golpiza, la preparación y el logro o la muerte de un ser querido.
Ríos Profundos es la novela donde Arguedas elude sus trabas y su genialidad se manifiesta a plenitud. Los muros incaicos pueden viajar hasta las estrellas, el puente Pachachaca envuelve al lector y casi se puede oír el canto de zumbayllu.
En Conversación en la Catedral, Vargas Llosa se plantea la pregunta ¿Desde cuándo se jodió el Perú? y pinta un mural gigantesco, bien detallado y colorido del Perú. Un chofer negro, un expresidiario, un funcionario, el serrano, la empleada doméstica, el millonario, el burdel, el accidentado camino de la ceja de selva alrededor de la vida del «peruano promedio» Santiago Zabala.
» Como testigo y como lector puedo decir que cambié mi mirada respecto del Perú, leyendo a Arguedas» decía el respetable lector César Hildebrandt quien señalaba esos celos de Vargas hacia Arguedas.
El que escribe, según su experiencia particular, percibe que obras como la íntima Ríos Profundos tienen más capacidad de hurgar en las entrañas del lector que, el impresionante despliegue de Conversación en la Catedral.
Respeto y cariño
Sin embargo, no hay forma de saber o deliberar definitivamente entre dos grandes novelas. En ese sentido, el gusto literario tiene más en común con el fanatismo futbolístico que con la fría medición científica.
El ingles instruido tiende a colocar a Shakespeare en al cima así como el español coloca a Cervantes o el francés a sus compatriotas novelistas del siglo IXX.
Así como las fronteras pueden pesar en el juicio literario también lo pueden hacer las razones políticas. Llosa puede gustar más o menos según sea un militar en los años 80`s, los lectores serranos de la actualidad o la «gentita», de los distritos exclusivos de Lima.
Por ejemplo, la historiadora, María Rostworowski dice: «Arguedas entendía el mundo andino; Mario Vargas Llosa, no…. por eso no pudo ganar una elección».
La profesora Anna Housková de la Universidad Carolina de Praga, dice: “Sí, es cierto, con lo cual no quiero menospreciar a Vargas Llosa, que tiene muy buenas novelas, especialmente las del comienzo de su obra. Pero en el Perú estuve en la universidad y encontré gente muy partidaria de Arguedas y muy distanciada de Vargas Llosa (…) Yo creo que es mejor escritor José María Arguedas que Mario Vargas Llosa, a pesar de que Vargas Llosa se lee mucho mejor y es buen escritor también, desde luego”.
Se debe reconocer que Llosa es, indudablemente, el escritor más exitoso de la historia del Perú. Arguedas ni soñó con el Nobel o la fama internacional, sin embargo, se percibe más cercano.
Por todo lo anterior, para muchos, Arguedas encierra en sí el drama peruano, en cambio, Vargas Llosa encierra el drama de Vargas Llosa.