Se quieren comer a Castillo con sombrero y todo!!!
Luego de la salida de Guido Bellido, la élite peruana va por más. Se quieren comer a Pedro Castillo y los ataques a Luis Barranzuela lo indican. Los fines políticos inmediatos son los siguientes: quebrar a Vladimin Cerrón usando el encarcelamiento si es necesario; aislar al presidente, dividir la bancada de Perú Libre y anular la posibilidad de cambio constitucional.
Hay cuatro herramientas dispuestas para este fin: los órganos punitivos del Estado, los medios de comunicación, el congreso y el boicot económico. La movilización social está lejos de su alcance o, en todo caso, es Castillo quien está más cerca de usarla como herramienta.
Respecto a los “órganos punitivos del Estado”, hay sobrados indicios de que el Poder Judicial y el Ministerio Público están políticamente controlados e infiltrados por agentes que, finalmente sirven a los grupos de poder.
Decir esto no significa asumir que Cerrón sea inocente, sino que se busca solamente la culpabilidad de aquellos que se oponen a intereses de la élite.
No es un supuesto descabellado si se tienen en cuenta la cantidad de casos donde, pese a todas las pruebas, la justicia es blanda y ciega (¿corrupta?) con determinadas personas pero, expeditiva y eficaz con los enemigos del orden establecido.
El desequilibrio de poderes se puede describir de la siguiente manera: el poder fáctico de un lado envolviendo el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Ejército y la Policía, el Congreso y los medios de comunicación y, del otro lado; Pedro Castillo y algunos ministros.
Antes de Castillo, la intención de los grupos de poder era que las mayorías paguen los costos de la pandemia. De hecho, esto ya se estaba ejecutando, por ejemplo, con Reactiva Perú.
El proceder alternativo era cobrar más impuestos a las grandes empresas, el apoyo a las pequeñas empresas y, en el caso del Perú, la revisión de contratos nacidos bajo la sombra de la corrupción. Es decir, que sea la élite la que pague, al menos, parte del costo.
Pensar que los adinerados peruanos, con su muy limitada visión política, vaya a permitir, por lo menos en parte, el proceder alternativo y, por lo tanto, la estabilidad social, es demasiado iluso.
También se debe recordar que, antes de la pandemia, el proyecto de la clase que se hace llamar empresarial era tomar la salud y educación; la expansión de explotaciones mineras y, el mantenimiento de los privilegios a otras actividades como la banca, la pesca a gran escala, la agroexportación y otros. Es decir, drenaje de recursos y fondos públicos a manos privadas.
Entonces, a la larga, se vislumbra que, finalmente superados los estragos de la pandemia, la ejecución del plan continúe y que el presidente de turno sea desechado como papel higiénico, una vez más (rico pero encarcelado).
Volviendo al hilo principal, si Castillo se sigue alejando de las masas que lo eligieron y del partido que le dio cobijo pensando que así se mantendrá tranquilo en el poder, está muy equivocado pues lo siguiente es ser aplastado y corrompido o, si la política aún no acabó con su moral, dejado de lado y destruído. Quizá, esta noche, cuando se mire al espejo, vea a Ollanta del otro lado.