Biografía de Carlos Ramos Núñez: de la polémica a la inmortalidad
Carlos Augusto Ramos Núñez era uno de esos abogados que vino de “provincias” para hacerse un futuro en Lima. Su fallecimiento es motivo para repasar su derrotero.
Su amplio conocimiento de la historia del Derecho fue, en cierto sentido, una herencia de su padre, el historiador Augusto Ramos Zambrano autor de múltiples trabajos sobre Pedro Vilcapaza, la rebelión de Huancho Lima y otros.
Augusto Ramos Zambrano residía en Arequipa cuando conoció a la joven Aydé Núñez Corrales en la ciudad de Arequipa. En esa ciudad, un 15 de septiembre nació el pequeño Carlos Augusto Ramos Núñez.
La estadía en Arequipa no duraría mucho pues, en su infancia lo trasladaron a Puno. Los allegados cuentan que vivía en una calle céntrica llamada jirón Lambayeque y se educó, primero en la escuela San Juan y, posteriormente, en La Gran Unidad San Carlos.
El rasgo que más recuerdan es su entusiasmo y energía. No era de las personas que lamentan ni miran la lecha derramada, indican.
Ya adolescente, le tocó volver a la ciudad de Arequipa donde inició sus estudios en la Universidad Católica Santa María. Aparentemente se vio tentado por la literatura pues también cursó estudios de literatura en la Universidad Nacional de San Agustín.
Se decantó por el Derecho y un paso decisivo fue su viaje a Italia, en el año 1992 donde pudo estudiar gracias a una beca. En adelante dejó huella en varios centros de estudios nacionales y extranjeros con estudios relacionados a la historia del Derecho.
Su amplio recorrido le sirvió para que, en el año 2014, sea elegido como magistrado del Tribunal Constitucional. El abogado es calificado como uno de los mejores, sino el mejor, historiador del Derecho en el Perú.
No se salvó de la polémica pues su voto sirvió para que liberen a Keiko Fujimori y a Ollanta Humala.
La mañana del martes 21 de septiembre del 2021, a los 61 años de edad, fue encontrado muerto en su casa de Lima. Todo indica que sufrió un ataque al corazón mientras dormía. La polémica pasará pero quedan los frutos de su impresionante trabajo intelectual.