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Perú: por un nuevo rumbo

Actualizado: 1 agosto, 2021

Milcíades Ruiz

Se acabó la fiesta. Es hora de posicionarse bien para no fracasar. Nuestro viejo barco de 200 años de antigüedad es el mismo. Con un modelo de dos timones por separación de poderes que tanto daño ha hecho al país. El panorama es de incertidumbre por las condiciones, ordinarias y extra ordinarias, poco favorables. Nuestra suerte, depende de las pericias y concordancias de los dos timoneles.

Afrontamos una situación que es consecuencia del desbarajuste mundial económico y sanitario. A esto se suma, el desbarajuste gubernamental como consecuencia de los malos manejos de los timoneles del periodo cesante. El electorado estaba harto de las malas prácticas de los políticos tradicionales y optó por esta generación gubernamental, para cambiar tal situación. ¿Dará resultado?

El gobierno lo constituye legisladores y administradores, aunque se acostumbra atribuirlo solo al Ejecutivo. Sin embargo, el buen gobierno es el resultado de la gestión conjunta de ambos poderes. Es decir, depende de la capacidad gubernamental de quienes dictan las leyes y de quienes las hacen cumplir. La responsabilidad es de ambos.

Si no hay la suficiente entereza y destreza en los timoneles, será necesario la ayuda de especialistas de confianza para evitar burdos errores. Estabilizar el barco en medio de la tormenta sería lo primero a lograr para no hundirnos más. Luego, la recuperación del ritmo de crecimiento acorde con las necesidades del país. Esto, que parece obvio, no es tan fácil lograrlo, cuando no hay una sola idea sino, ideologías divergentes y hasta contrapuestas. Si los timoneles van en direcciones opuestas, el barco no avanzará y sus pasajeros pagarán las consecuencias.

Los conservadores temen que los cambios perjudiquen su sitial, pero si no se hacen los cambios requeridos, seguiremos en lo mismo que el electorado repudia. No hay alternativa y el enfrentamiento es inevitable. Los conservadores y sus aliados lucharán porque los cambios no afectan el statu quo, mientras los renovadores buscarán cambios profundos. Entre ambas intenciones, hay las opciones intermedias. Las fuerzas predominantes decidirán el grado de cambio resultante.

Conseguir el predominio, es una cuestión de estrategia y tácticas. Se supone que los nuevos protagonistas gubernamentales, tienen claro su rol y son conscientes del reto. En el deporte, se estudia al adversario para actuar siguiendo esquemas neutralizantes de su ofensiva, posicionarse del control, golpear sus debilidades y vencerlo. En política igualmente. Es famosa la frase del militar alemán Clausewitz “la guerra es la continuación de la política por otros medios” y que Lenin la usó a la inversa.

Lo que quiero decir con esto, es que el Ejecutivo, puede avanzar favorablemente, aunque no se tenga mayoría en el parlamento, hasta adquirir la fortaleza necesaria para no ser destruido. Primero hay que posicionarse del campo de lucha para tener controlado al adversario. El escudo político popular es la clave. Si abro fuego afectando a quienes me pueden apoyar, lo que conseguiré es ganarme enemigos antes de haberme consolidado. La demagogia chabacana puede hacer perder más, de lo que se gana.

Pasada la euforia electoral y los discursos protocolares, hay que aterrizar. Un aspecto determinante es la logística económica. De nada sirve la palabrería, si no tiene respaldo en el presupuesto nacional. La ley de presupuesto nacional determina lo que se puede hacer o, no. Se comete delito si no se cumple lo establecido por ella. El 31 de agosto se vence el plazo para presentar el proyecto de presupuesto para la aprobación del legislativo. Este presupuesto tiene que estar enmarcado dentro de un plan macroeconómico de gobierno.

Por ejemplo, en el gobierno de Humala, siguiendo el esquema del Fondo Monetario Internacional -FMI, se formuló el Marco Macroeconómico multianual 2015- 2017, proyectando sus objetivos económicos. Entre sus lineamientos se estableció: (…) “IV. Impulsar agresivamente el programa de concesiones de megaproyectos. V. Implementar una serie de reformas públicas y tributarias”, etc. Los resultados ya lo sabemos. El nacionalismo se convirtió en entreguismo por corrupción.

Dicho marco, establece la política de estado con relación a las inversiones nacionales y extranjeras, el rol de la inversión pública, los objetivos económicos proyectados, prioridades, y demás lineamientos de política económica. El marco macroeconómico traduce pues, la ideología de gobierno en términos económicos. El tiempo apremia y por ello, la burocracia del MEF que gobierna nuestra economía siguiendo las pautas del FMI, ya tiene listo los borradores del marco macro económico multianual y del presupuesto para el 2022.

Pero lo ha hecho bajo supuestos neoliberales conforme al piloto automático vigente. Espera que la nueva administración lo haga suyo, como sucedió con Ollanta Humala. Si no se reformula el marco macroeconómico multianual preparado por el MEF, entonces tendremos más de lo mismo, aunque el discurso oficial sea otro. El asunto es el enfoque, dada la situación actual con menores ingresos estatales y déficit. Mantener a flote el barco requiere de habilidad financiera y optimización de manejo presupuestal.

El presupuesto nacional, detalla en cifras, los ingresos previstos, endeudamiento y partidas presupuestales para cada sector, desagregando los gastos del gobierno central y ministerios, gobiernos regionales y locales. El presupuesto define en concreto el uso de los fondos públicos. No se pueden hacer obras, programas, proyectos y actividades sin financiamiento. Hacer anuncios ilusorios sin contar con los medios es pisar en falso.

El MEF es un poder paralelo no electo. Decide sobre los fondos públicos como si fueran suyos. Como se recordará, el presidente del consejo de ministros César Villanueva, tuvo que renunciar en el 2014, por pretender elevar el salario mínimo, sin el consentimiento del MEF, que estaba respaldado por la gobernante de facto Nadine Heredia. El poderoso MEF segrega a las provincias, como se muestra en el siguiente cuadro:

El MEF está por encima de la Constitución y aunque ella diga textualmente: “Artículo 88°– El Estado apoya preferentemente el desarrollo agrario”, este poder de facto determina otras prioridades relegando al agro al 12° lugar, como se aprecia en el gráfico siguiente:

En esta distribución presupuestal, los gastos militares son más importantes que la producción de alimentos.

Para el presente año, el presupuesto nacional asciende a: S/ 183,029,770,158, bajo los siguientes supuestos:

La distribución presupuestal es la siguiente:

Con este presupuesto trabajará el nuevo gobierno hasta diciembre. El presupuesto para el 2022 será aprobado por el Congreso en octubre. Es de suponer que la nueva administración cambiará el proceder tradicional del MEF y haga prevalecer la renovación. La estructura presupuestal de cada ministerio tiene que armonizar con los postulados del nuevo gobierno. Eso significa, ponerse a trabajar ya, para corregir la orientación del gasto.

Se ha designado al Gerente General (Premier) de la nueva administración y a los gerentes de cada área (Ministros). Hay muchas dudas, idealismo e improvisación todavía. Mientras se toma conocimiento del funcionamiento de cada aparato administrativo poniendo los operarios de confianza, tomará tiempo. Toda gestión se juzga por sus resultados y no podemos prejuzgar hasta no ver el desempeño de cada cual. Sin embargo, la poderosa coalición conservadora está muy alarmada.

Un manejo inteligente de las circunstancias políticas, favorables y desfavorables, podría obtener resultados exitosos. A la inversa, los resultados serán negativos. Se puede hacer mucho a favor del pueblo sin tener mayoría congresal, siempre que haya capacidad de manejo. Se puede avanzar bastante, sin estar esperanzado a que la oposición facilite una nueva constitución, la misma que podría ser frustrante debido al vigente régimen eleccionario. ¡SÍ SE PUEDE! Ustedes ¿Qué dicen?


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