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6 de julio: Día del Maestro

Actualizado: 2 julio, 2021

Jorge Luis Choque

Ser maestro va más allá de un título, de un cargo; ser maestro es producto de la elección de una forma de vida que se asume desde la labor diaria de enseñar y de aprender enseñando. De empatizar con las personas que hacen posible su labor. José Antonio Encinas, decía que toda escuela es un cuerpo colegiado de maestros y alumnos que trabajan con los mismos fines e ideales.

Enseñar es un placer, cuando hay el convencimiento de que la labor realizada se traduce en verdadero aporte a la sociedad. Solo aquél que vive para los demás, podrá ser llamado maestro. El historiador y novelista Henry Adams dice: “Un maestro trabaja para la eternidad. Nadie puede predecir dónde acabará su influencia.” Por su parte, Jose Antonio Encinas afirma: “El más alto cargo que un ciudadano puede desempeñar en una democracia es el de maestro de escuela”.

Maestro es aquel que con paciencia nos acerca después de cada lección a las fuentes inagotables del saber; que ilumina constantemente con la luz del conocimiento al espíritu y a la mente del estudiante; que ven en sus alumnos un fértil campo, y cada lección suya es como una semilla presta a germinar. Además, que el conocimiento no vale nada cuando no es difundido y transmitido. 

Un maestro es un ser que da, y nunca se cansa de dar, porque vive para ello. No se es maestro para vivir, se vive para ser maestro. En palabras del gran epistemólogo Jean Piaget: “La meta principal de la educación es crear hombres que sean capaces de hacer cosas nuevas no simplemente de repetir lo que otras generaciones han hecho; hombres que sean creativos, inventores y descubridores. La segunda meta de la educación es la de formar mentes que sean críticas, que puedan verificar y no aceptar todo lo que se les ofrece”.

Para Jaime Álvarez Llanos, docente es quien cumple un rol profesional, profesor es quien realiza un rol pedagógico, el educador cumple un deber social, y finalmente, maestro es aquél que le da una dimensión humana a la enseñanza y la convierte en su forma de vida. Para Albert Einstein: “El arte más importante de un maestro es saber despertar en sus alumnos la alegría de conocer y crear.”

A pesar que muchos filósofos y expertos aseguran que las riquezas de un país no se miden en índices económicos ni en los avances tecnológicos que desarrolla; y, que la verdadera riqueza de una sociedad está en la forma en cómo educa a sus miembros. No ha habido gobierno alguno que haya dado pasos serios para su implementación, no obstante existir políticas educativas aprobadas.

Garantizar una educación pública, gratuita y de calidad debe ser prioridad para cualquier gobierno; esto supone invertir en la formación docente, con vocación y calidad humana, acompañada de una justa remuneración, así como, en infraestructura y equipamiento. Pretender mejores resultados, al margen de estas condiciones es un contrasentido, hipocresía pura.

José A. Encinas tenía muy claro al afirmar que, la charlatanería, la improvisación y el empirismo en la educación era más dañina que en materia de medicina. En su libro, Un Ensayo de Escuela Nueva en el Perú, advirtió: “Mientras en una, las consecuencias del error recaen sobre una persona, en la otra, el error es de orden colectivo”.

Debido al abandono, la emergencia sanitaria y la cantidad de fallecidos, los maestros no tendrán mucho que celebrar. Como diría Vallejo en un poema: “Perdonen la tristeza”.


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