¿Cuántas muertes por COVID-19 hay realmente en Bolivia?
El investigador Andrés Uzín revisó los documentos de fallecimientos del Servicio del Registro Cívico y los cotejó con los datos disponibles en el Ministerio de Salud. Con su estudio, el Gobierno nacional tiene la posibilidad de actualizar la cifra de muertes por coronavirus.
El investigador Andrés Uzín revisó los documentos de fallecimientos del Servicio del Registro Cívico y los cotejó con los datos disponibles en el Ministerio de Salud. Con su estudio, el Gobierno nacional tiene la posibilidad de actualizar la cifra de muertes por coronavirus.
Un reciente estudio del investigador Andrés Uzín demostró que entre marzo de 2020 y mayo de 2021, en Bolivia hubo 37.000 muertes «excedentarias», es decir por encima de los registros habituales de decesos. Aunque según el conteo del Ministerio de Salud, en ese lapso 14.000 personas fallecieron por COVID-19.
«Desde el principio de esta pandemia he estado monitoreando lo que otros países han estado haciendo para encararla y confrontarla. En todo el mundo se han hecho este tipo de estudios para ver realmente cuál es el subregistro de los casos y de muertes», dijo Uzín a Sputnik.
El exceso de mortalidad es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la brecha entre el número de muertes en general y la cifra habitual contabilizada para ese momento, si no hubiera una crisis sanitaria.
«En julio del año pasado se contaron 1.854 muertos oficialmente. Son personas que se hicieron la prueba de COVID-19 y posteriormente murieron. Pero, en realidad, el exceso de mortalidad era de 11.303 personas. Es el mayor exceso de muertos que ha habido en la pandemia hasta ahora», comentó Uzín.
Hasta el momento, varios países modificaron la cifra de fallecimientos de COVID-19 a partir de estudios similares al realizado por Uzín, quien es especialista en políticas públicas y director académico de la Escuela Olave de Negocios y la Escuela de Gestión Pública de la Universidad Privada Boliviana (UPB).
Uzín realizó el análisis y procesamiento de datos junto al estadístico Luis Salas.
El investigador contó que Perú recientemente corrigió sus datos de fallecimientos, por lo cual pasó de registrar 70.000 muertes a confirmar 180.000 decesos por coronavirus. De esta manera, el país que limita con Bolivia pasó a tener la tasa de mortalidad per cápita más alta del mundo.
¿Podría el Estado Plurinacional tomar una medida similar? «Esa ya sería una decisión gubernamental. Yo he recabado los datos de las muertes mensuales del Sereci [el Servicio de Registro Cívico, dependiente del Tribunal Supremo Electoral (TSE)]. Rectificar la cifra de muertes sería una tarea del Ministerio de Salud, tal como se hizo en Perú», comentó Uzín.
También puso como ejemplo el caso de Estados Unidos, donde «algunos estados han tomado todo el excedente de muertes y se lo han adjudicado a la pandemia, debido a que no se podía hacer pruebas a todos lo que habían fallecido», afirmó.
Pocas pruebas en el Gobierno de facto
Durante el mandato de Áñez, se llegaron a hacer 4.000 test de coronavirus por día. Pero durante el Gobierno de Luis Arce se alcanzó a hacer 18.000 pruebas. Según Uzín, esto redundó en un mayor registro de casos.
«En la primera ola, el pico de testeos llegó a 4.607, el 18 de agosto de 2020. En la segunda ola, que fue de diciembre a marzo, se llegó a hacer 9.509 pruebas. Pero la anterior semana, en el pico de esta tercera ola, se han hecho más de 18.000 pruebas», informó Uzín.
Para el investigador, «hay dos factores que han empujado los números hacia arriba. Uno es que con más pruebas obviamente tenemos menos subregistro, porque se identifican más enfermos, hay mayor seguimiento epidemiológico«.
Por otro lado, «también es cierto que cepas más virulentas y más agresivas han entrado al país, como la llamada cepa brasileña, de Manaos o Gamma», la cual es protagonista en esta tercera ola, que finalmente comienza a menguar en el país. Hasta 23 de junio, en Bolivia se registraron427.000 contagios y 16.329 decesos.
A partir de la comparación de datos, Uzín obtuvo la cifra de 37.000 fallecimientos, muy probablemente a causa del COVID-19. Pero el número sería más elevado, si hubiera manera de agregar la cantidad de muertes ocurridas en las áreas rurales del país.
Antes de que hubiera la pandemia, se calculaba que en los campos, montes y selvas del país fallecían 10.000 personas al año, las cuales no eran registradas.
«En el área rural se tiende a no registrar a los muertos, a no ser que haya que hacer transferencia de bienes, como casas, terrenos o algo a nombre del fallecido. Pero si el fallecido no tenía bienes o era muy joven, o muy niño, no se llegan a registrar las muertes», explicó Uzín. Por ello, supuso que en estas zonas «el subregistro pudo haber crecido en esta época de pandemia».
El Gobierno nacional se prepara para realizar en 2022 un nuevo censo nacional, pasados 10 años del último. Sería una buena oportunidad para conocer mejor la situación de la población boliviana frente a la pandemia. Se podría, por ejemplo, agregar una pregunta para saber cuántas personas en la casa atravesaron la enfermedad.
«El censo del próximo año sería una gran oportunidad para medir el efecto demográfico real que haya tenido la pandemia», aseguró el investigador.
Los números del coronavirus
La primera ola de contagios concluyó en octubre de 2020. Entonces, el virus dio una tregua a la población boliviana hasta diciembre, cuando arrancó la segunda.
«Entre la primera y la segunda ola hemos llegado a un piso de solo 30 enfermos al día [el 29 de noviembre de 2020] y una muerte en 24 horas [el 20 de diciembre del año pasado]. Pero entre la segunda y la tercera ola no hubo esta baja», dijo Uzín. Consideró que esto puede relacionarse con la llegada de las nuevas cepas, más contagiosas.
Uzín contó que durante la primera ola la tasa de mortalidad fue del 6,2%. En lo que va de 2021 transcurrieron dos olas: «En la segunda, la tasa de letalidad fue del 2,6%. Y en la tercera —en la que nos encontramos— es de 2,3%».
Según el Ministerio de Salud, la tasa de mortalidad en 2020 fue de 76 fallecimientos por cada 100.000 habitantes. En la segunda ola fue de 29. En lo que va de la tercera, 20 personas mueren por cada 100.000 habitantes.