Ultimo debate: nadie ganó
Después de un debate uno siempre quiere saber ¿quién ha ganado? Algunos lo hacen para ratificarse con el candidato que tiene simpatía, otros por decidir a quien seguir y otros simplemente por la curiosidad de quien lo hizo mejor. Diferente de otros debates este fue especial, pues a falta de contacto físico por la pandemia, este espacio fue la mejor forma de estar cara a cara con los candidatos para escuchar sus propuestas.
Situación que de por sí, ponía entonces, a los candidatos, ante una gran oportunidad para despuntar como unos de los favoritos. Cuando menos esa era percepción que gravitaba en la gente: “por medio de este debate, se definiría por fin quien es mejor para ser presidente”.
Pero toda esa expectativa social acumulada, en la práctica fue diluida por el desarrollo de un debate ramplón, plagado de promesas similares e inviables y sobre todo con escazas propuestas innovadoras. Lo que finalmente conllevó a que ninguno de los candidatos se desmarque el uno del otro. Con lo que, el tablero político no se movió, y terminó quedándose de la misma forma como al inicio: con Lescano a la cabeza y un grueso 30% de población indecisa y que quiere viciar su voto (IEP).
Nadie ganó, en el sentido que los que podían aprovechar no lo hicieron y los que querían aprovechar no pudieron. De esta forma, el debate no pasó más que por ser un mero evento de insultos y perorata.
Eso sí, si hay algo que rescatar de este debate, es que nos mostró los verdaderos límites de capacidad de nuestros candidatos. Creo que no se puede pedir más, es hasta ahí a donde llegan. Y es de este grupo variopinto, en vestimenta, de donde saldrá el próximo presidente del Perú.