Calidad política en las elecciones presidencial 2021
El show electoral es tan divertido como los talk show televisivos y similares, donde todos fingen. Salvo excepciones, los candidatos al gobierno hacen lo mismo. Ofrecen su mercadería política con mucha creatividad artística. Pero todos sabemos que solo es un espectáculo ficticio y que, nada de lo prometido se cumplirá. Este show es solo un protocolo peculiar en toda seudodemocracia. Pero hay una particularidad, que resaltaré en esta nota.
El éxito de toda gestión depende de las condiciones en que se ejecute. Estas pueden ser favorables y desfavorables. Pero también depende de la habilidad de los gestores en el manejo de las condiciones. De nada serviría tener condiciones favorables si hay ineptitud en el manejo de ellas. En cambio, si los gestores tienen la idoneidad requerida, podrán hacer un manejo óptimo de dichas condiciones.
En términos sencillos, podríamos decir, que si al conductor de un bus, se le da la responsabilidad de trasladar pasajeros, es porque está preparado para hacerlo. De lo contrario, la vida de los viajeros corre peligro. Al elegir a los gobernantes, lo que hacemos es darles la responsabilidad de conducir un vehículo de más de treinta millones de pasajeros. Me refiero como gobernantes, tanto a los legisladores como el presidente de la República.
Los legisladores son los que preparan el vehículo para que funciones adecuadamente y el Ejecutivo, es el que se hace cargo del timón. Ambos sectores gobernantes, tienen que estar preparados para gobernar. De lo contrario, la suerte de los conducidos corre el riesgo de desastre. Aun, estando preparados, mucho depende de la eficiencia y eficacia con que se desempeñen.
El chofer podrá decir que sabe mucho y que conducirá a los pasajeros excelentemente, pero si no conoce los caminos, ni sabe qué rumbo tomar, su gestión será un fracaso. Si no tiene suficiente combustible y el vehículo tiene fallas de todo orden, tampoco podrá cumplir lo prometido. Y si los encargados de preparar el vehículo no ayudan, sino entorpecen, entonces el servicio tendrá resultados lamentables.
Si aplicamos esta lógica al gobierno nacional, deduciremos la importancia de que, legislativo y ejecutivo funcionen armoniosamente en un mismo sentido. Si están enfrentados, las consecuencias la pagarán los conducidos. Si en ambos poderes no hay a calidad requerida, los resultados serán lamentables. Por eso es clave, que los gobernantes de ambos poderes, estén en condiciones óptimas de gobernar.
Habiendo calidad, la discrepancia democrática en los debates, tendrá un alto nivel de fundamentación, sin hacer uso de procedimientos chabacanos. Pero, la calidad de los actores depende de nivel de conocimientos para el cargo. Si el promedio es de buen nivel, entonces los actos de gobierno serán también de calidad. De lo contrario, el gobierno nacional será mediocre.
Desconozco si los partidos políticos preparan a sus militantes para estar en condiciones de gobernar, ya sea como legisladores, como especialistas ministeriales y personal técnico operativo. Para gobernar se necesitan cuadros políticos identificados con la causa ideológica y sus planes políticos. De este modo, todo el aparato gubernativo funciona con la mística de los ideales perseguidos.
A juzgar por lo visto en la pasarela televisiva, tan abrumadora como la cantidad de los candidatos, es la baja calidad de los planteamientos emitidos. Al parecer, los partidos participantes han improvisado candidatos de relleno que incluso postulan para representar regiones que no conocen. Por eso, los candidatos no generan confianza entre los electores. Se desconfía de los partidos y de los candidatos principales porque a todos estos, les encuentran inmoralidades y malos manejos.
Todo esto sucede en condiciones adversas por la pandemia y la grave crisis económica. Es previsible que la mayoría prefiera no ir a votar. Muchos irán solo por cumplir y evitar la multa. Pero también hay una tendencia a viciar los votos como protesta política. No hay fiesta democrática y ante la incertidumbre, se buscará elegir al menos malo, a “ojo de buen cubero”, porque todos tienen su entripado y esconden sus intenciones.
En esta perspectiva, todo indica que el próximo gobierno legislativo y ejecutivo, carecerá de la calidad requerida para afrontar la grave situación del país, agobiado por pandemia y las necesidades económicas. Nunca antes como ahora, hubo tanta precariedad política. Actualmente hasta el presidente asumió el cargo improvisadamente y tuvo que improvisar un gabinete ministerial a la carrera.
La improvisación gubernamental es un mal endémico de la república bicentenaria. La precariedad política es lo que nos ha dejado la radiografía histórica que se muestra en el siguiente gráfico de Alberto Ruibal Handabaka.
La actual jornada electoral pues, nos dejará con muchas preocupaciones. Después de la celebración de los electos y las ceremonias de estilo, el nuevo gobierno también improvisará, porque no hay partidos preparados para gobernar. Lo que se viene, es preocupante. Si no hay calidad en la intelectualidad política del nuevo Parlamento, no podemos esperar una producción legislativa de calidad.
Si se confirmara esta presunción, algo tendríamos que hacer para evitar un mayor desastre. No podemos impedir que ocurra lo inevitable en un proceso en marcha. Pero, sabiendo que, “lo que mal empieza, mal acaba”, si desde ya, estamos viendo la precariedad de lo que se viene construyendo, entonces tenemos que ser precavidos y no esperar que se caiga la pared, para recién reaccionar.
Si bien, la calidad política es un requisito importante para la representación en el gobierno, hay que tener en cuenta que todo es relativo. La calidad personal podría ser de alta calidad académica, pero si su ideología es perversa, la calidad servirá para la maldad. Entonces, la calidad humana es mucho más que la calidad política. Además, el concepto de calidad humana no es igual entre opresores y oprimidos.
Sea como fuere, hay que estar preparados para lo peor y por el bien de todos generar iniciativas para que, lo que tenga que suceder, no nos coja desprevenidos. Si podemos ayudar a los conductores a desempeñarse mejor, será una buena alternativa. Pero si los conductores se desvían del camino y nos atropellan tendremos que defendernos adecuadamente.
Estamos en esta triste encrucijada, porque durante doscientos años de vida republicana, hemos sido permisivos, soportando maldades y abusos gubernamentales. No lo hagamos más. De nuestra actitud política depende la suerte de nuestros descendientes. ¿No es así? ¡Ustedes qué dicen?