La izquierda y Verónika, tienen que reordenar su campaña electoral
La campaña electoral se encuentra en el último mes; la disputa se acrecienta y la incertidumbre como tendencia continua; concentro mi preocupación en la falta de una campaña clara y sostenida en la izquierda política y de la izquierda social.
Una de las principales debilidades de la campaña, es la falta de precisión en definir y determinar al enemigo a derrotar; esta indefinición permite que no exista una campaña nacional en el sentido estricto de la palabra, haciendo que sus cuerpos y musculaturas actúen de acuerdo a sus intereses particulares y personales.
Iniciada la campaña fuimos testigos, el surgimiento de una inusual iniciativa de carga montón contra el Partido Morado, compitiendo con la derecha en la dureza y el trato; los candidatos al Congreso por JPP gastaron y sus energías en dicho objetivo, mientras dejaban pasar una recomposición del fujimorismo y el surgimiento de Rafael López Aliaga.
En la izquierda social y en el viejo sindicalismo, los dirigentes mientras tanto estaban peleando sus contradicciones con la socialdemocracia, que siempre les paga los pasajes a los encuentros internacionales, pero a quienes odian ideológicamente por sectarismo.
En el siguiente mes, inmediatamente las baterías se dirigieron contra Sagasti y Vizcarra, en similar competencia con los partidos de la derecha y ultraderecha contra este gobierno débil y fruto de una transacción mal hecha, así como contra el viejo inquilino de Gobierno y oportunista como Vizcarra. Mientras tanto el viejo partido de Merino y Vitocho, con Lezcano se recolocaba y empezaba a crecer en las encuestas.
En la izquierda social silencio, porque algunos de ellos hasta se sienten más cómodos con la postura y pose “confrontacional” de Lezcano; frente a una Verónika Mendoza encasillada en su discurso de cambio Constitucional, mientras que sus fórmulas congresales hacen concurso de sus virtudes personales con cero de acción política.
Viraje urgente
Verónika Mendoza y su equipo de campaña, tienen que hacer un viraje urgente y no pueden volver a perder sus energías y recursos; si no quieren salir del escenario de la segunda vuelta se requiere mínimamente una campaña coherente:
1) Definiendo que el enemigo a batir es la ultraderecha que se aglutina tras Rafael López Aliaga, que busca ganar hegemonía discursiva y electoral pasando por encima del fujimorismo; objetivo en el que cuenta con la CONFIEP, los grandes medios, iglesias conservadoras, entre otros.
2) Esta polarización es más nítida programática y políticamente, en tanto que López Aliaga representa al empresariado corrupto y autoritario, especulador y oportunista beneficiario del modelo. Es quien por otro lado, pregona abiertamente que su gobierno post pandemia, en el terreno social y económico será de beneficio directo para los monopolios en los que participa.
3) Colocar a la cabeza de la confrontación a Mendoza frente a la López y ultraderecha, permitirá reordenar el discurso y la campaña electoral; demostrando que es la izquierda política y social la depositaria del cambio, frente a Lezcano y Acción Popular que serán obligados y desnudadas en sus limitaciones.
4) JPP tiene que convocar y comprometer a la izquierda social – dirigentes sindicales, profesionales, vecinales, juveniles – que están asociados o son parte orgánica o periférica del PC y Patria Roja, que siguen mirando desde el balcón bajo la justificación que no tienen representantes congresales.
5) Cohesionar y persuadir a los candidatos congresales, que deben salir de la disputa perniciosa del voto preferencial; haciendo campaña política y programática en sus regiones de manera unitaria. Haciendo entender que la derrota nacional de JPP, es un peligro que implica también sus propias posibilidades electorales.