Miércoles, 27 de noviembre 2024 - Diario digital del Perú

Paradojas políticas en sufragio

Actualizado: 5 febrero, 2021

Milcíades Ruiz

Por la presente, intento aportar argumentos políticos para la campaña electoral de los candidatos dela izquierda popular. El propósito es ayudar a mejorar el desempeño, con una sustentación apropiada, claramente diferente a las propuestas de los partidos de derecha. En esta oportunidad, con referencia a la política alimentaria.

Una de las principales características de una campaña electoral, es la estafa al electorado. Es legal y no tiene castigo. Los candidatos salen al mercado electoral y ofrecen mercadería política adulterada, pero en vez de reclamarles, se les aplaude. El pueblo sabe que es una pantomima, pero paradójicamente los oprimidos siempre terminan eligiendo a los candidatos de sus opresores. Es una cuestión de consciencia política. Esta es la clave de la liberación social.

Esto viene sucediendo a lo largo de la vieja república bicentenaria. Y no es que el pueblo sea masoquista, sino porque, el régimen electoral está ex profesamente diseñado para burlar la voluntad popular. Tenemos entonces, una democracia fraudulenta. El fundamento de esta democracia son los partidos políticos, pero paradójicamente, estos, son antidemocráticos. Se han deteriorado profundamente, hasta el nivel delincuencial.

Los corruptos siguen postulando como si nada. Abundan los candidatos mafiosos, sicarios y gente de mal vivir, con antecedentes delictivos. Buscamos lo mejor para nuestra patria, pero paradójicamente, elegimos a lo peor de nuestra sociedad. No interesa los méritos del candidato, sino el cálculo político. De esta forma, Arlette Contreras, famosa por un protagonizar un escándalo sexual, salió elegida congresista por el Frente Amplio, sin tener nada que ver con la ideología de esta agrupación. Posesionada de su curul, se alejó.

Pero el propósito de esta nota no es llevarlos al muro de los lamentos. Dado que la campaña electoral ya empezó, no está demás aportar ideas para que los candidatos de los sectores populares, tengan un mejor desempeño. La campaña electoral en curso, nos muestra el nivel político de los postulantes, haciéndonos perder la esperanza de mejoría política. Son repetitivos porque no manejan un mayor espectro político. No saben lo que es gobernar un país, pero paradójicamente, gobernarán a los que saben.

A diferencia de los candidatos de derecha, los candidatos de izquierda deberán dar muestras de que están en condiciones de gobernar. Tenemos fundamento ideológico para nuestras propuestas y no es dable quedarnos en el simple activismo, que no sale de las consignas cotidianas. Tenemos que dar a los problemas sensibles, el enfoque de políticas de estado. Allí está la diferencia entre las concepciones de izquierda y derecha.

En estos momentos, estamos viviendo un dramático episodio derivado de la pandemia. El sufrimiento de los indefensos es enorme, en pérdidas de familiares y falta de medios de subsistencia. Esta situación no puede ser omitida en el mensaje político a nuestro pueblo. Las vacunas no eliminarán la pandemia prontamente, y el próximo gobierno tendrá que asumir la responsabilidad afrontarla. Rusia viene vacunando desde el año pasado, pero aún mueren diariamente medio millar.

En esta perspectiva, la bandera alimentaria podría ser enarbolada políticamente, para propugnar cambios fundamentales. Lo que más produce nuestro país, son los alimentos. ¿Dudas? Paradójicamente, los más pobres y desnutridos, son los que los producen. ¿Dudas? Todos los estudios y comprobaciones formales lo acreditan. Sin embrago, somos un país desnutrido, que exporta alimentos. Es una paradoja estúpida, pero es política de estado, de la que muchos están orgullosos, para felicidad de los agroexportadores.

Pero esta política de estado tiene reacciones en cadena. Al exportar alimentos sin límites, se deja desabastecido el mercado interno y así, por ejemplo, la palta que costaba dos soles el kilo ahora la obtenemos pagando sobre los diez soles. Lo mismo sucede con la quinua, leche, tomate, camote, ají, etc. Entonces, la población tiene que utilizar más dinero en alimentarse, pero se va quedando sin liquidez.

Al perder capacidad adquisitiva por esta política de estado, los pobres comen menos (más hambre) y ya no alcanza para los gastos de educación ni para comprar medicinas. Menos para adquirir tecnologías y aumentar la productividad. Con ello, la política de estado le corta el futuro a los niños y jóvenes. Pero hay más reacciones en cadena. Al perder la población su capacidad adquisitiva, baja la demanda (compras) y esto, perjudica la producción de bienes y servicios, los negocios caen y la economía nacional se deteriora. Así, mientras la población se empobrece, las transnacionales de la agroexportación se enriquecen. Y siguen las consecuencias.

Pero esto es lo que hace una sola política de estado. Es de imaginarse lo que ocasionan todas las políticas de estado en conjunto. En su mensaje al Congreso, el actual presidente dijo que su gobierno impulsará el programa “Hambre Cero”. Los aplausos no se hicieron esperar. Pero los problemas no se arreglan con puro lirismo, sino con políticas de estado coherentes. Hay que saber gobernar. En toda gestión, un mal manejo de situaciones repercute en el destino de millones de gobernados, como sucede con el manejo de la salud pública.

Según datos de Agrodata, Sierra Exportadora y del Ministerio sectorial, en plena pandemia, el Perú exportó en el 2020, más 3 millones de toneladas de alimentos, para alimentar gringos, mientras los más pobres no tenían insumos para las ollas comunes. De un total de 169 destinos, mayormente se envió a EE UU (US$ 3.933 millones) y Europa, aunque también a Asia, y otros países de nuestro continente, pero no a Cuba y Venezuela, por orden del amo gringo.

Aunque parezca dramático, se envió para afuera 67,183.5 toneladas de leche (procesada). Más de 50 mil toneladas de quinua fueron a EE UU y Europa fundamentalmente. Se exportaron 6,755.6 toneladas de maíz morado, 8,115 toneladas de maíz cancha, y 6,911.5 toneladas de maíz blanco del Cusco. Pero también unas 1700 toneladas de papa (preparada). La lista es larga, cacao y chocolates, palta, orégano, camote, plátano, cebolla, etc. Ver el siguiente cuadro de los principales alimentos exportados.

Ni qué decir de la riqueza alimentaria natural de nuestro mar, que los depredadores mayormente extranjeros se llevan fuera. Alrededor de dos millones de toneladas en productos frescos, harina de pescado para alimentar a cerdos (el 70 % es para China) y otros. Según el ministerio del ramo, la exportación de productos pesqueros destinado al Consumo Humano Indirecto (CHI) ascendió a 1.24 millones de TM el 2019, en tanto que al consumo directo se envían mayormente congelados (China 22%). Hasta la pota y conchas de abanico, se van para alimentar a los extranjeros, mientras aquí, se sufre en ollas comunes.

Pero hay toda la gama de productos industriales que se van fuera del país, sin que se haga nada por impedir esta perversidad. Visto de esta manera no hay razón para que gran parte de nuestro pueblo tenga que sufrir hambre. Es la degeneración de la república bicentenaria la que nos ha traído este mal, por el lucro y la corrupción política. Ni en la colonia ni en el Tahuantinsuyo había este problema nacional. Quizá por eso, se nos induce a celebrar el bicentenario de la independencia.

Bueno pues. ¿Y cuál sería nuestra propuesta electoral? Pues una política alimentaria sin hambre. Equidad en el comercio exterior: Exportación de alimentos sin perjudicar el consumo interno. Hay muchas medidas administrativas, legales, tributarias, técnicas y de seguridad nacional, que se podría aplicar para contrarrestar esta maldad. Establecer franjas de cuotas, medidas de estímulo, etc. No se trata de vociferar a puño en alto, protestando sin sustento. Si no de gobernar con equidad.

Para la emergencia, es importante que la marina asuma un rol más protagónico en esta guerra contra la desgracia. Así como el ejército sale a patrullar para evitar contagios, bien podría la naval salir de pesca con sus embarcaciones para ayudar a paliar las necesidades alimentarias de la población. El pescado salado, tradicional por su duración, podría llegar hasta los lugares más alejados.

No sigo porque ya me excedí, pero la idea está planteada. Salvo mejor parecer.


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