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Sagasti, el rostro afable de la continuidad

Actualizado: 17 noviembre, 2020

Rene Calderon

No se entusiasmen mucho con Sagasti, este buen hombre solo garantizará que todo siga igual; no hará mayores cambios, todo continuará en piloto automático. Como buen académico entiende perfectamente los principales problemas del Perú, pero no tiene la actitud para realizar ninguna reforma.

“Garantizaremos la estabilidad económica y el equilibrio fiscal”, dijo en su Mensaje a la Nación, Francisco Rafael Sagasti Hochhausler. Posiblemente garantice elecciones limpias y un manejo responsable de presupuesto público, pero nada sobre una nueva constitución, nada sobre sentar las bases para evitar otra crisis política.

Sagasti es nuestro Paracetamol, calmará el dolor de miles de peruanos indignados, pero no puede ni quiere acabar con la enfermedad; por tanto, el sistema que agobia a millones de peruanos se perpetua y posiblemente en unos 20 años habrá otra gran movilización o quizá mucho antes, por los mismos problemas que sólo estamos pateando para adelante.

Con Sagasti al mando hemos perdido la gran oportunidad generar una gran reforma en el sistema de salud, uno que pueda unificar el servicio de salud y eliminar el abusivo cobro de las clínicas y la cadena de servicios conectados: farmacias, aseguradoras y AFPs.

También hemos perdido la oportunidad de pensar en una reforma integral del sistema político que nos impone un ramillete de impresentables para escoger siempre por el mal menor, tanto al Congreso de la República, a la Presidencia de la República como en los Gobierno Regionales.

Tampoco se animará a plantear ninguna reforma sobre la descentralización, allí donde los gobiernos regionales están demás, son escollo para el desarrollo de los ciudadanos; y menos sobre las municipalidades que hace tiempo funcional mal y necesitan cambios.

Sagasti entiende perfectamente sobre la reforma educativa y la necesaria reforma económica, pero no lo hará. En fin, Sagasti nos dorará la píldora, no se atreverá a cambiar nada, su función es ponerle un rostro afable a la continuidad.

Yo hubiera estado más cómodo con Rocío Silva Santisteban, ella entiende tiene actitud y conecta más con los de abajo, la “terruca” hubiera llamado a una Asamblea Constituyente, quizá hubiera planteado las bases del resto de reformas; pero no, la mayoría no quiere mejorar al sistema político actual, solo quiere un nuevo rostro. Esas es la bendita historia, queremos un Sagasti o Paniagua cada cierto tiempo.


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