Género en discusión extrema
Ya es mucho tiempo que se viene discutiendo el tema de la ideología de género. La verdad es que se ha llegado a extremos de forzar las ideas o hacerlas primar más allá de la razón. Desde ambos lados se ha ido desvirtuando lo positivo sobre el tema, convirtiéndose ya en un monstruo irreconocible. Desde la iglesia el trato a los homosexuales siempre ha tenido una expresión de respeto y acompañamiento, nunca los ha considerado leprosos de nuevos tiempos. La iglesia católica ha pedido a los cristianos que tengamos con ellos un trato de caridad, que no significa lástima. El mismo papa ha dicho de manera clara el respeto que se merecen. Es verdad que hay también radicales extremos y los condenan.
Conozco a muchos que viven su homosexualidad con humildad y aceptación digna de algo que ellos mismos saben que no pueden entender o manejar. Pero, grupos radicales de mal modo los ha considerado del “closet”. Muchos quieren vivir su condición así. ¿Por qué obligarlos a exponerse?. Los movimientos LGTB quieren radicalizar – lo siento y escuchado así – su condición, pidiendo que la Iglesia Católica acepte una boda entre personas del mismo sexo. Incluso piden la ordenación sacerdotal. Allí se van al extremo. Es una entidad de fe, como muchas que tiene sus normas y si estas consideran que no lo ven así: ¿Por qué obligarlas a aceptar lo que ellas no lo ven así?. ¿En qué les afecta que una confesión los acepte o no?. A ellos tampoco podemos obligarlos a lo que no quieren dentro de sus esquemas. En la confrontación con el sistema educativo nacional, la iglesia ha tomado una postura un tanto extrema. Es verdad que el MINEDU ha expresado el tema en un lenguaje ambiguo. Hay textos que proponen relaciones más allá de la que los estudiantes quizá pueden entender o comprender. El mensaje del MINEDU es el respeto a la igualdad entre varón y mujer y suena bien. Pero, los textos de muchos libros no dicen ni muestran eso.
Para el caso, ¿De cuántos alumnos hablamos que puedan ser homosexuales en un aula?. Idéntica situación a los chicos con habilidades excepcionales ¿y?. Creo que de darse una situación así en el aula, la escuela y los estudiantes pueden abordar el tema con cierta madurez y bajo la guía de una persona idónea para trabajarla. El problema es que los maestros en su mayoría, no están aptos para este manejo. Gran tarea que se carga a los maestros. Bueno, esperemos haya psicólogos para tratar el caso.
No es que el tema sea tabú ni mucho menos. Creo que hay un tiempo y un espacio para hablar sobre el tema. La marcha de Lima y de muchos sitios hay que respetarlas. Veo que quienes organizan marchas frente a temas sociales y políticos, consideran las suyas como legítimas y meritorias de ser escuchadas. ¿Estas marchas no?. Hay gente que siente que el tema no es para ser tocado todavía en la escuela de esta manera y podría entrar en colisión con las enseñanzas hogareñas. Más allá de lo confesional.
Lo preocupante es que detrás de estas pugnas han tomado postura pasiones e intereses políticos. Desde la izquierda con fuerza y no menos la derecha en menor grado, los grupos LGTB hallan respaldo y no es gratuito. Entonces tenemos a emergentes Trumps cholos que a no dudarlo, recogerán un sentimiento todavía conservador peruano y será el caballito electoral del dieciocho. Las marchas son demostración de ello.
Creo que si ambos bandos no extreman el tema, las aguas volverán a un cauce de diálogo y entendimiento. El sentimiento homófobo ha bajado de intensidad, comparándolo hace unos veinte años atrás, como respeto a una condición o si quieren opción. Pero cuando ambos extreman sus pedidos, exigiendo condiciones que todavía no se pueden digerir o entender, llegamos un diálogo de sordos. Es claro que el respeto va y viene y tiene sus límites, eso hace que las relaciones humanas sean adecuadas. Imponer apelando al derecho de igualdad, cuando sólo es derecho de respeto, ya es preocupante.
Autor: Pablo Najarro