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Efecto Bolsonaro: ¿Cómo impacta su triunfo en América Latina?


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Actualidad RT
05/11/2018

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A partir del 1 de enero el país más importante de América del Sur, por su extensión territorial y densidad poblacional, estará gobernado por la extrema derecha durante los próximos cuatro años. Tras imponerse en las elecciones presidenciales, Jair Bolsonaro gobernará a unas 200 millones de personas en los 8,5 millones de kilómetros cuadrados de superficie brasileña. Sería difícil pensar que los cambios políticos, sociales y económicos que se produzcan en el ‘Gigante de Sudamérica’ no repercutirán en el resto de la región. ¿Qué opinan los especialistas?

Política latinoamericana

Desde Colombia, el fundador de la consultora Estrategia y Poder, Carlos Suárez, apunta que «Bolsonaro terminará siendo una punta de lanza de las nuevas épocas de una centro derecha que, seguramente, durará en Latinoamérica unos buenos años». A su vez, destaca que el reciente triunfo del Partido Social Liberal (PSL) se corresponde a que «el elector brasileño castigó los escándalos de corrupción de Lula y Dilma», situación que, según entiende el entrevistado, ya sucedió en otros países vecinos, «como Argentina, donde la izquierda perdió relevancia».

Suárez es uno de los expertos que critica con dureza las gestiones de la centroizquierda en América Latina, pero no ve con tanto pesimismo el ascenso de la extrema derecha en Brasil: «No creo que Bolsonaro sea un militarista, ni que vaya a terminar siendo un enemigo de la democracia. Sí creo que a partir de sus doctrinas y políticas terminará imponiendo orden económico y social en un Brasil que encontró desbaratado». Desde otro punto de vista, expresa que la victoria del PSL «es el puntillazo final del Foro de San Pablo», un ciclo de reuniones y debates entre movimientos de izquierda latinoamericanos donde se pusieron puntos en común antes de lograr las presidencias de los Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia, entre otros.

El nuevo presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, saluda a sus simpatizantes en Río de Janeiro, Brasil, el 31 de octubre de 2018. / Lucas Landau / Reuters

Sobre las posibles relaciones de Brasil con sus países vecinos una vez que asuma la nueva Administración, el ganador del The Napolitan Victory Awards 2016 —como mejor consultor de oratoria y comunicación— no descarta una alianza entre Jair Bolsonaro y el mandatario de Colombia, Iván Duque, para continuar su cruzada contra el Gobierno de Venezuela. Sin embargo, es prematuro sacar conclusiones sobre injerencias o posibles confrontaciones entre aquellos países latinoamericanos.

¿La internacional derechista?

Desde la vereda ideológica de enfrente, Atilio Borón, una eminencia de la centroizquierda en el ámbito de la ciencia política, señala que las repercusiones que tendrá el triunfo de Bolsonaro en América Latina «son indudables». El primer motivo, y el más sencillo de explicar, «es que Brasil es un país muy grande y gravitante, pero, en segundo lugar, el resultado electoral se inscribe en una tendencia mundial«. Sobre ello, destaca los casos del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, el ultraderechista ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, la Agrupación Nacional, en Francia, liderada por Marine Le Pen —quien disputó el ballotage contra el actual presidente local, Emmanuel Macron— y Amanecer Dorado, en Grecia, el partido neonazi encabezado por el ex militar Nikolaos Michaloliakos.

Atilio Borón, sociólogo y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard.
«Al haber una elección como la de Brasil, hay un impacto en la centro izquierda, que puede caer en la tentación de tomar una actitud más moderada, pero yo creo que sería contraproducente».Atilio Borón, sociólogo y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard.

«El capitalismo está pasando por una crisis muy fuerte, entonces surge un reverdecer de estos grupos de extrema derecha radical«, opina el investigador. Además, el escritor considera que «hay que entender el fenómeno de Bolsonaro en ese marco internacional» y subraya que «sería un error pensarlo como algo exótico, propio y exclusivo de Brasil». En cuanto al discurso del dirigente brasileño, el especialista opina: «Indudablemente, una política así, brutal, racista, xenófoba y misógina, encuentra eco en un sector significativo de la población latinoamericana». Por otro lado, para dimensionar el posible liderazgo de Brasil en la región, Borón considera que el respaldo del Gobierno de Donald Trump será fundamental.

En contrapartida con el experto en marketing político citado al comienzo, el académico opina que «el fenómeno Bolsonaro, como el de Macri, están lejos de ser consolidados», y suma: «Macri no tiene asegurada la reelección el año próximo, ni siquiera Cambiemos —alianza que gobierna en Argentina —. Este es un escenario muy volátil e inestable». Pero, ¿cómo podrían reaccionar las fuerzas de centro izquierda en la región ante el ascenso de una figura tan polémica como la de Bolsonaro? «Van a responder dependiendo de hacia dónde vaya el centro de la gravedad en la vida política. Al haber una elección como la de Brasil, hay un impacto en la centro izquierda, que puede caer en la tentación de tomar una actitud más moderada, pero yo creo que sería contraproducente». El ejemplo más claro de esta idea, es decir, el hecho de que todo el espectro político se corra un poco hacia la derecha ante la aparición de determinadas figuras extremistas, es el caso argentino: cuando la imagen de Mauricio Macri comenzaba a crecer antes de las elecciones del 2015, el kirchnerismo optó por Daniel Scioli, un político de centro derecha, para disputarle la Presidencia, sin éxito.  

El presidente de Argentina, Mauricio Macri, a punto de dar un discurso en la Casa Rosada el 27 de septiembre del 2018. / Marcos Brindicci / Reuters

Sobre esta lectura, Borón señala: «Lo importante, ante una radicalización por la derecha de algunos procesos que estamos viendo en países de América Latina, es que las naciones que están gobernadas por fórmulas de centro izquierda tienen que ser muy conscientes y coherentes en la aplicación de sus políticas y no permitir que algunos principios fundamentales sean arrojados por la borda en aras de un oportunismo político«. En esa línea, critica el hecho de que el Gobierno de Dilma Rousseff no haya avanzado en la reforma progresiva de la economía para conseguir la equidad tributaria «en uno de los países más desiguales del mundo». Según su parecer, «lo de Bolsonaro es un llamado de atención y puede ser leído así: si no avanzas con energía en la ruta correcta, con las reformas económicas y sociales, podés correr el riesgo de quedarte a merced de un demagogo de derecha en Latinoamérica».

No obstante, señala que «sería una ingenuidad decir que se ha abierto un ciclo de derecha en América Latina». Sobre este punto, destaca que «hay una crisis de ciclo desde principios de siglo, pero que está muy lejos de constituirse como una alternativa real, concreta, estabilizada y consolidada, que permita decir que hay 20 años de derecha por delante».

Posibles relaciones con Washington

El cambio de color político en varios países del continente logró que EE.UU. incorpore importantes aliados, como Argentina, que se suman al principal socio de Washington en Sudamérica: Colombia. Sin embargo, tras el ascenso de Bolsonaro en Brasil, el orden de prioridades de la Administración norteamericana podría cambiar, por ser «la economía más grande de América Latina», repasa Borón.

En efecto, para el sociólogo no sería una sorpresa que aquella nación se convierta en el aliado más relevante de la Casa Blanca, ya que sostienen una extensa historia de cercanía: «Brasil mandó tropas a la guerra de Corea y también en la Segunda Guerra Mundial, cosa que Argentina no hizo. Para EE.UU, se trata del aliado privilegiado. Con Argentina, las relaciones siempre fueron más difíciles», compara. No obstante, subraya que la presunta intención estadounidense de querer montar bases militares en el municipio de Alcántara, al nordeste brasileño, «podría contrariar los intereses del ‘establishment’ militar local, que es muy celoso del control territorial, y generaría una tensión muy fuerte al interior de las filas del Ejército».

Cambios sociales

Con otro enfoque, el director del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile, Carlos Ruiz, critica: «El problema es jugar solamente a los cálculos electorales, esa cuestión de ofrecerle al electorado un candidato de un poco más aquí o un poco más allá. El ascenso de esta gente es mucho más profundo, tiene raíces en los cambios sociológicos que han operado en la región«. El académico es catalogado como uno de los principales ideólogos del Frente Amplio, una alianza que reúne a agrupaciones de izquierda de ese país del Cono Sur con la intención de enfrentar a Nueva Mayoría —cuya referente es la expresidenta Michelle Bachelet— y Chile Vamos —liderado por el mandatario Sebastián Piñera—. A su vez, es muy crítico de «los llamados progresismos» en la región.

Carlos Ruiz, director del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile.
«Los movimientos de extrema derecha van a intentar usar el ascenso de Bolsonaro para afianzarse en la región».Carlos Ruiz, director del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile.

«Mientras no apuesten a reconstruir sus anclajes sociales y sus capacidades de movilización, no vamos a enfrentar esta situación solamente con alternativas electorales. Lo que expresa este ascenso de la radicalización de la derecha es un fenómeno de fondo, no es una cuestión meramente circunstancial. El nivel de descomposición que tienen los actores sociales a partir de, por ejemplo, las reformas laborales en América Latina, es tremendo», describe el director de la Fundación Nodo XXI, dedicada a la promoción de ideas opuestas al neoliberalismo. En esa línea, agrega: «Ese individuo, solo, que tiene miedo, corre a los brazos de la derecha en este momento. De nosotros depende si eso va a seguir ocurriendo o no. Hay un dilema, que le demanda a la izquierda que tiene que reaccionar. Los ciclos progresistas, en los momentos en que fueron Gobierno, no lo hicieron. Mejoraron la distribución social, sí, pero por vías clientelares».

Manifestación en defensa de los derechos humanos en Chile, el 9 de septiembre del 2018. / Ivan Alvarado / Reuters

Y sigue: «Con ese ciclo —los Gobiernos nacidos en la década del 2000—, dijimos que era el ‘neodesarrollismo’ y el ‘posliberalismo’, pero resulta que el neoliberalismo todavía está aquí y se nos vuelve a venir encima. Esto es un campo incierto, sobre el ascenso de una derecha radicalizada, sin mucho compromiso democrático, militarista y homofóbica». A la hora de hacer pronósticos, siempre hablando desde el aspecto social, Ruiz piensa que «los movimientos de extrema derecha van a intentar usar el ascenso de Bolsonaro para afianzarse en la región». Sobre ello, ejemplifica: «Aquí —en Chile —, la presidenta de la Unión Demócrata Independiente (UDI) —fuerza aliada a Piñera—, Jacqueline Van Rysselberghe, y representantes de esos grupos sociales, viajaron a ver a Bolsonaro cuando todavía era candidato». Más allá de esto, «hay procesos en el seno de la derecha chilena, debates internos, que no hacen tan fácil que esta derecha más radical se convierta en hegemónica». En efecto, destaca que Piñera intenta «absorber al centro político chileno», por ello no le convendría que su fuerza se incline hacia algún extremo.

Más en detalle, el entrevistado sostiene que en la actualidad «se diluye el eje izquierda-derecha como un eje de construcción de identidad política, porque se confunde». Sobre ello, puntualiza: «Bajo muchos progresismos, se aplicaron muchas políticas neoliberales. Aquí, las políticas de Bush han sido aplicadas por presidentes socialistas. Eso favorece a estos grupos de ultraderecha, que reclutan con discursos más emotivos. No asumen una identidad política clara, sino que agitan más el miedo y otro tipo de sentimientos subjetivos».

Repercusiones comerciales

Por otro lado, el futuro ministro de Hacienda de Brasil, Paulo Guedes, al poco tiempo de conocerse el triunfo de Bolsonaro dijo públicamente que «Argentina no es una prioridad y el Mercosur tampoco», dando a entender que la nueva Administración se abriría hacia nuevos mercados, complicando los lazos económicos con otros países regionales. A los pocos días, tras la enorme tensión que despertaron en Buenos Aires esas declaraciones, Guedes se desdijo: «Una periodista hablaba y hablaba, ‘¿y la Argentina? ¿Y el Mercosur?’ Ahí sentí que no me dejaba aire y yo respondí que Argentina no es una prioridad y que el Mercosur no es una prioridad». Según el político, en realidad quiso referirse a que su «principal problema hoy es el desequilibrio interno y el déficit fiscal».

Martín Alfie, economista especialista en finanzas miembro de Radar, dedicada al comercio exterior.
«Todavía es muy temprano, pero puede ser una mala noticia para Argentina cambiar las reglas con uno de sus principales socios comerciales y ya hay incertidumbre sobre cómo va a ser la negociación».Martín Alfie, economista especialista en finanzas miembro de Radar, dedicada al comercio exterior.

De uno y otro modo, lo cierto es que el temor económico se instaló en Sudamérica ante los eventuales giros del país más importante de la región, principalmente en Buenos Aires, por ser su socio más relevante, al menos por ahora. Martín Alfie, economista argentino de la consultora Radar, especializada en comercio exterior, describe que «el flujo comercial actual entre Argentina y Brasil es mayormente de productos industriales, sobre todo del rubro automotriz y autopartes». Al respecto, comenta que «hay dudas sobre el futuro del Mercosur, dado que el asesor económico de Bolsonaro comentó que buscará tratados de libre comercio con otras zonas».

Vista general del puerto de Santos (Brasil), donde se desarrolla una huelga de camiones el 23 de mayo del 2018. / Paulo Whitaker / Reuters

Al mismo tiempo, agrega: «Todavía es muy temprano, pero eso puede ser una mala noticia para Argentina ya que cambia las reglas con uno de sus principales socios comerciales y hay incertidumbre sobre cómo va a ser la negociación». En cuanto al resto de los países sudamericanos, describe que «los vínculos comerciales son más débiles». 

Bajo este panorama, resta por ver si los temores económicos, políticos y sociales se cumplen una vez que el Partido Social Liberal asuma la Presidencia de Brasil, a partir del 1 de enero. ¿Se expandirá la extrema derecha?

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