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Director de la CIA se reúne en secreto con el líder de Corea del Norte


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EL PAIS
18/04/2018

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El juego ha comenzado. El director del CIA, Mike Pompeo, se reunió la semana pasada en secreto con el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un. Las conversaciones tuvieron como objetivo preparar el espinoso cara a cara que el Líder Supremo tiene previsto mantener con el presidente de EEUU, Donald Trump, para tratar la desnuclearización del país asiático.

El envío a tierra hostil de uno de los hombres fuertes de la Casa Blanca y futuro secretario de Estado muestra que la preparación de la cumbre va por buen camino. El propio Trump recordó que, si nada se tuerce, la reunión se celebrará a principios de junio y que hay cinco ubicaciones en liza. Ninguna en Estados Unidos. «Pompeo se reunió con Kim Jong-un la semana pasada. La reunió discurrió sin problemas y se forjó una buena relación. Ahora se están trabajando los detalles de la relación. La desnuclearización será algo importante para el mundo, pero también para Corea de Norte», tuiteó hoy Trump.

Mike Pompeo met with Kim Jong Un in North Korea last week. Meeting went very smoothly and a good relationship was formed. Details of Summit are being worked out now. Denuclearization will be a great thing for World, but also for North Korea!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 18 de abril de 2018

El cara a cara marcará una divisoria en el conflicto coreano. Nunca los presidentes de ambos países se han reunido. El encuentro de más alto nivel antes de la visita de Pompeo se registró en 2000 cuando la entonces secretaria de Estado, Madeleine Albright, se vio con El Amado Líder, Kim Jong-il (1942-2011), hijo del Gran Líder, Kim Il-sung (1912-1994) y padre del actual mandatario. Aquella negociación, como las anteriores y posteriores, fracasaron y mostraron la dificultad de tratar con un régimen enrocado en un asfixiante culto a la personalidad y cuya máxima preocupación es la perpetuación de una estirpe de tiranos.

Esta vez, además, el desafío ha llegado más lejos que nunca. Tras heredar el poder en 2011, Kim Jong-un retomó la carrera armamentística iniciada por su padre, y la ha acelerado hasta lograr la bomba de hidrógeno y misiles con capacidad para alcanzar territorio estadounidense. Ha sido un pulso frenético que ha venido acompañado de una sobrecogedora escalada de tensión con Washington. No sólo ambos líderes se insultaron y amenazaron, sino que la diplomacia norteamericana estableció un férreo cerco sobre Pyongyang. Las sanciones y condenas en el Consejo de Seguridad de la ONU se multiplicaron y, en un giro histórico, EE UU logró el apoyo de China, que absorbe el 90% de las exportaciones norcoreanas.

Asfixiado, el Líder Supremo decidió a finales de 2017 rebajar la tensión. Primero abrió una negociación directa con Corea del Sur, luego reconoció que estaba dispuesto a la desnuclearización si se respetaba su régimen y finalmente, en marzo pasado, ofreció la reunión con Trump. Una oportunidad que el presidente de EE UU, un especialista en los saltos en la cuerda floja, no desaprovechó. Dijo inmediatamente que sí, pero sin bajar la guardia.

Las sanciones y maniobras militares se han mantenido. “No vamos a cometer los errores del pasado. Hemos revisado lo que se hizo en anteriores negociaciones y todas condujeron a una distensión; se hacían concesiones a cambio de mantener el diálogo. Pero esta vez el presidente tiene claro que no dará ninguna recompensa a Kim Jong-un”, señaló en su día un portavoz de la Casa Blanca.

Bajo esta presión, Trump considera que tiene cubierta su retaguardia. Si la reunión fracasa, volverá a apretar el cuello a un país con un PIB per cápita 100 veces menor que el suyo. En cualquier caso, lejos de una democratización, le basta con que Pyongyang abandone el arma nuclear. Eso sería un éxito para él. Kim Jong-un, por su parte, quiere consolidar su régimen y posiblemente firmar el acuerdo de paz con el sur (desde 1953 solo hay un armisticio, por lo que técnicamente siguen en guerra). Y a China le es suficiente rebajar la tensión y asegurar la continuidad de una dictadura que actúa de glacis de seguridad frente a Corea del Sur y las tropas americanas.

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