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Día Internacional de la Mujer: la mujer peruana


Milcíades Ruiz

Milcíades Ruiz
08/03/2018

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Las mujeres son la mayoría en el Perú. Pero también todos tenemos una madre. Hay un doble motivo para reconocer y celebrar el valor de las mujeres. No hay nada que pueda compararse con el amor de madre pues es la que más sufre cuando los hijos toman las armas por una causa noble. Dicho de otro modo, la felicidad y la tristeza de una mujer madre depende de lo que hagan sus hijos. La mujer peruana desde la antigüedad ha afrontado humillaciones y discriminaciones que ahora nos parecen absurdas. Relegada a los quehaceres de la casa estaba impedida de superase mediante los estudios. Esto estaba reservado solo para los hijos varones. Eran las normas de la antigua sociedad, aceptada y adoptada por todas las familias.

Pero para ser héroe no se estudia. Es una condición humana forjado en los valores de la justicia y en la lucha contra la opresión colonial hubo grandes heroínas que, sin saber leer ni escribir abrazaron con fervor los ideales de la independencia del Perú. Una de estas mujeres insignes es, María Andrea Parado Jayo. ¿Han escuchado hablar de ella? Algunos colegios llevan su nombre pero quizá no saben de quién se trata. Pues se los diré.

Por lo que nos sucede actualmente, sabemos lo terrible que es luchar contra un sistema de opresión. Nos parece deleznable que por una simple protesta se nos sindique como terroristas y muchos estudiantes han sido asesinados clandestinamente como también muchas mujeres inocentes han sido fusiladas por las fuerzas del orden establecido. Es de imaginarse las condiciones de lucha en 1820 con toda la crueldad del régimen virreinal. Pero, la madre de María era indígena y era lógico que anhelaba la libertad de su patria en poder de colonialistas españoles. Era un sentimiento familiar y ancestral.

Cuando María se casó con Mariano Bellido se le conoció desde entonces como María Parado de Bellido. Al llegar la expedición libertadora con los subversivos extranjeros encabezados por San Martín, parte sus tropas al mando del general Arenales enrumbó hacia la sierra subiendo las estribaciones hacia Huamanga. Uno de los hijos de María llamado Tomás, se enroló a esa tropas, mientras que el esposo y su otro hijo Mariano se sumaron a las fuerzas patriotas, hostilizando a las tropas realistas como guerrilleros del grupo comandado por Quiroz Lazón en Ayacucho.

El Jefe del ejército realista era el coronel José Carratalá, odiado por sus aberrantes atrocidades contra quienes apoyaban a los libertadores. La bravura de los llamados Morochucos lo pusieron en frecuentes apuros y al no poder someterlos volcó todo su odio contra el pueblo de Vilcashuamán (Cangallo- Ayacucho) en enero de 1922, asesinó a sus pobladores y lo incendió totalmente. (Casi lo mismo hicieron las tropas del ejército actual, comandadas por el teniente Hurtado, actualmente en la cárcel, pues fusiló a mujeres, niños y ancianos de este mismo pueblo acusándolos de terroristas).

Pese a ello, los Bellido siguieron apoyando a las tropas de San Martín mientras María les avisaba sobre el movimiento de tropas que los perseguían. Pero como no sabía escribir, lo hacía con otra persona de confianza. Así, pudo avisar a su esposo para que abandonen Quilcamachay, el 29 de marzo de 1822, pues al día siguiente el pueblo fue ocupado por los realistas. La nota empezaba así:

Huamanga, Marzo 26 de 1822

Idolatrado Mariano:

Mañana marcha la fuerza que de esta ciudad a tomar la que existe allí, y a otras personas, que defienden la causa de la libertad. Avísale al Jefe de esa fuerza, señor Quirós, y trata tu de huir inmediatamente a Huancavelica, donde nuestras primas las Negretes; porque si te sucediese una desgracia (que Dios no lo permita) sería un dolor para tu familia, y en especial para tu esposa.

(…)

Lastimosamente, la misiva cayó luego en manos de Carratalá que hizo capturar a María y la sometió a crueles torturas para que delate a los comprometidos. No obstante, ella se negó pese a las amenazas de muerte. Irritado por esta heroicidad, Carratalá ordenó su ejecución que ella, la afrontó serenamente con la más alta dignidad de heroína.

Para ella, no hay homenajes oficiales ni extraoficiales porque para los luchadores del pueblo oprimido no hay espacio en noticia ni en el recuerdo histórico. Pero siempre estará en el corazón del pueblo por ser un ejemplo de mujer luchadora social, antisistema y leal a sus ideales. Rescato su nombre hoy y le rindo los honores de mi consciencia en el Día de la mujer. Igualmente, extiendo mi reconocimiento y homenaje a las mujeres que en toda la historia y en la actualidad lo arriesgan todo en la lucha por la justicia social.

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