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Un balance necesario


Milcíades Ruiz

Milcíades Ruiz
21/07/2017

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Ha pasado un año desde el último proceso electoral en el que participaron varios partidos de izquierda y varios frentes políticos. Algunas agrupaciones de izquierda no tuvieron un buen desempeño porque no estaban en condiciones de competir. Fue vergonzoso ver a varias de ellas pugnando por colgarse del saco de quien tuviera inscripción electoral para no quedarse fuera de juego. Algunas se engancharon con Tierra y Libertad formando el Frente Amplio.

Otras se arrimaron a los fonavistas que tenían inscripción con “Democracia Directa” creyéndolos manejables, pero les salió el tiro por la culata y tuvieron que abandonar esta opción quedando fuera de combate. El hueso fue recogido por otro grupo de izquierda que postuló con Democracia Directa no pudiendo pasar la valla. Otra facción de izquierda se alineó con el candidato oficialista Urresti a quien su propio partido lo defenestró dejándolo fuera de carrera. Perú Libre, tuvo que renunciar a sus pretensiones para salvar su inscripción en tanto que otros grupos dispersos quedaron a medio camino.

Esta situación favoreció al Frente Amplio en el sufragio ya que al no haber otra opción equiparable, capitalizo casi todos votos de la izquierda. ¿Cuánto hemos avanzado desde entonces? ¿Se han cumplido las metas previstas? ¿Hemos sabido aprovechar el desgaste político de la derecha? Es de esperarse que la izquierda este en mejores condiciones que el año pasado, que las agrupaciones se hayan fortalecido y que estén mejor preparados para afrontar las próximas elecciones municipales y regionales.

Hacer un balance evaluando desempeños, nos puede ayudar mucho a mejorar la gestión política. Si no se hace esta evaluación, las agrupaciones de izquierda continuarán a la deriva y sin horizonte. Una evaluación de las potencialidades, debilidades, amenazas, errores, no significa culparse mutuamente. No es un asunto personal sino institucional sin perder de vista las condiciones internas y externas, que han condicionado nuestro desempeño como alternativa política. No es hacer críticas destructivas con ofensas, sino aportar propuestas para resolver los problemas.

El balance anual de evaluación, puede permitir el mejoramiento de la gestión política en cuanto a la expansión orgánica, la formación de cuadros, número de filiales y de militantes, funcionamiento de las instancias y las comunicaciones de coordinación de directivas, mejoramiento ideológico y capacitación, manejo de las oportunidades coyunturales, etc. Pero también, ¿cuánto se ha avanzado en nuestro acercamiento con el pueblo? ¿Estamos acompañándolo en sus demandas concretas?

Del balance de evaluación de la gestión política, surgirán los reajustes y el Plan de Trabajo para el 2018 en que, habrán elecciones de gobiernos locales. ¿Cuán preparados estamos para asumir el reto de lograr gobiernos populares en la mayoría de los distritos? A este nivel, los problemas y demandas de la población son muy puntualizadas. No se puede ir con mensajes teóricos desligados de las necesidades distritales. Establecido el Plan de Trabajo podremos fijar la programación de actividades y el cronograma de fechas para su cumplimiento.

El lenguaje político de la gente del llano es muy diferente al del leguaje de las cúpulas. Pueda ser que las cúpulas estén preocupadas más en lo que dicen los medios de comunicación, como: Seguridad ciudadana, corruptela, educación de calidad, masificación del gas, soberanía alimentaria, reactivación productiva, género y transgénero, etc. Pero la gente del llano tiene otras urgencias y sus demandas son muy sencillas. Tienen que ver más con sus labores que son fuentes de ingresos familiares y oportunidades para prosperar.

Conocer esas necesidades es primordial para presentar propuestas de solución realistas, concretas y viables. Por eso, es importante saber cuáles son los problemas de los campesinos, obreros, trabajadores individuales, transportistas y de otros trabajadores de la localidad. No se puede ofrecer tampoco aquello que rebasa las atribuciones de los gobiernos locales pero sí, aquello que es factible. Los gobiernos locales pueden hacer mucho por el desarrollo local.

El balance de gestión política se mide por resultados concretos y los logros que se han obtenido con la actuación de cada secretariado. Una gestión eficiente debe traducirse en cifras. No basta decir que en el año se han efectuado tal cantidad de asambleas, de actividades proselitistas, de participaciones en eventos sino también evaluar el rendimiento o productividad de cada actividad política.

De nada sirve justificar actividades políticas estériles. Cada actividad debería arrojar dividendos políticos acumulativos para poder ir de menos a más. Si la entidad política sigue igual o peor que el año pasado no hay duda de que la gestión ha sido nula y en ese caso hay que buscar los cambios que sean necesarios para la renovación. El Plan de Trabajo y el cronograma de actividades deben colocarse en lugares visibles para el seguimiento de la militancia. Salvo mejor parecer.

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